08 diciembre 2011

3ra PARTE: MASONERIA: LA LOGIA MASONICA, SUS SIMBOLOS Y RITUALES

Símbolos y Ritos
 
Como tradición sagrada que es, la riqueza simbólica de la Masonería promueve en el hombre la búsqueda del conocimiento de sí mismo, a la par que le ofrece los medios y los métodos para acceder a él, los cuales fundamentalmente se expresan como una didáctica que facilita el despertar de la conciencia, a la que restituye el recuerdo de su dimensión universal. Esta enseñanza se clasifica de; la siguiente manera en: a) símbolos visuales y gráficos; b) símbolos sonoros y vocales; y c) símbolos gestuales o ritos. 


Entre los primeros se encuentran los de diseño geométrico, cuya diversificación es bien extensa, y de hecho a la Masonería se la suele identificar con la misma geometría, palabra derivada de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir "medida de la tierra", lo que desde luego se relaciona con el oficio de constructor (y de agrimensor) en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar una obra arquitectónica. Entre los símbolos gráficos y visuales destacaremos el llamado "cuadro de la Logia" que es ya de por sí una síntesis simbólica de la Logia, y que de alguna manera resume la enseñanza iniciática contenida en cada uno de los tres primeros grados masónicos. Como todo símbolo que alude a las ideas de "encuadre" o "enmarque", el cuadro de la Logia protege una serie de elementos de carácter sagrado destinados a la meditación y contemplación. En esto es semejante a los mandalas o yantras de las tradiciones hindú y budista, modelos simbólicos que diseñan una imagen geométrica del universo. Son, por tanto, verdaderos soportes de meditación adecuados para generar en el hombre una visión y un conocimiento de su propia estructura interior, reflejada en la estructura del mundo. Hemos dicho que cada uno de los cuadros de Logia resume o sintetiza la enseñanza del grado al que pertenece, y esto es cierto en la medida en que en él se encuentran los símbolos visuales y gráficos más significativos e importantes. Se trata de las propias herramientas como son el mazo y el cincel, el nivel y la plomada, la regla de veinticuatro divisiones, el compás y la escuadra. También hallamos el símbolo de la Delta, la estrella pentagramática, el sol y la luna, la piedra bruta, la piedra cúbica y la piedra cúbica en punta, el pavimento mosaico, el frontispicio del templo con las dos columnas Jakin y Boaz destacadas a uno y otro lado de la puerta de entrada a la Logia, etc. De alguno de estos símbolos trataremos.




Y el tercer grupo de símbolos alude, como se ha dicho, a los ritos. Y esta palabra, "rito", es idéntica fonética y etimológicamente al sánscrito rita, que significa orden. El rito sería, pues, la repetición de un gesto o acto ordenado.

En realidad el rito iniciático (también religioso) es el símbolo mismo en acción ejecutado conforme a una idea o arquetipo, y a su vez el símbolo es la fijación de un rito primordial, tal cual el "gesto" del Gran Arquitecto creando el mundo. Si el trabajo con los símbolos gráficos y geométricos se basa fundamentalmente en la concentración y en los estudios de carácter intelectual, los ritos son una serie de gestos y posturas corporales que "fijan" en el plano psicosomático del ser la energía-fuerza que precisamente el símbolo geométrico vehicula. Estos gestos rituales masónicos son semejantes a los mudras hindúes y budistas, que a través de ciertas posturas y gestos manuales describen un lenguaje sagrado articulado por una cadencia rítmica que es en sí una "música visual". Esta misma relación símbolo-rito se puede extender también a los propiamente sonoros y vocales; todo ello expresa una unidad de pensamiento y acción que debe encarnarse en la realidad cotidiana y diaria, pues obviamente de nada serviría meditar en la energía salutífera del símbolos después ésta no se lleva a la práctica de una manera ordenada y consciente. Asimismo, el rito se cumple y desarrolla tanto en el tiempo como en el espacio; en el tiempo porque los trabajos masónicos se realizan desde mediodía en punto (cénit solar) hasta medianoche en punto (cénit polar); y en el espacio porque dichos trabajos se hacen siguiendo la dirección de los cuatro puntos cardinales, es decir de Oriente a Occidente y de Mediodía a Septentrión. En todo esto se reconoce una estructura circular y cruciforme que abarca conjuntamente el orden del macrocosmos y del microcosmos, religados ambos por la recreación de un gesto o rito común. 


La Logia, imagen del mundo
  En primer lugar prestemos atención al sentido etimológico de la palabra Logia: ésta deriva de Logos, que es el Verbo o Palabra, que emitida en el mundo lo rescata de las tinieblas y el caos, creando así la posibilidad de la manifestación y del orden universal. Igualmente, "Logia", si no etimológicamente sí en cuanto a su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz".
Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo la Logia masónica: un espacio iluminado, pero iluminado interiormente gracias a la influencia espiritual transmitida por la iniciación. De ahí que la Logia se asimile a la "caverna iniciática", término que se utiliza en diversas tradiciones para designar lo más central y oculto del cosmos su corazón mismo. Como la caverna iniciática, o el athanor hermético, la Logia permanece protegida y a cubierto del mundo profano y de las "tinieblas exteriores"; que jamás penetrarán en ella porque en realidad se encuentra situada en otro plano.
La forma de la Logia es la de un cuadrado largo o rectángulo, cuya longitud es el doble de su anchura.

Nada en este templo es superfluo ni ha sido puesto al azar, y cada símbolo allí presente, cada palabra o gesto emitido, está reflejando un matiz particular de esa armonía. Señalemos que el diseño de la Logia masónica parte de la idea directriz marcada por el "número de oro" o "divina proporción", regla que era utilizada por los arquitectos medioevales. Este número determina a partir de un punto central que se expande en un movimiento logarítmico, las proporciones armónicas presentes en todos los organismos vivos, ya se trate, por ejemplo, de la estructura corporal del hombre, de una flor, del caracol, de la estrella de mar o de las espirales galácticas. Para los pitagóricos, el "número de oro" manifiesta la inteligencia creadora de la Mónada o Unidad, el Hieros Logos, o Gran Arquitecto, en su acción, o gesto, sobre la materia caótica, plasmándose en ella las ideas de simetría y orden, equilibrio y belleza.   
Por todo esto la Logia masónica sintetiza la totalidad de la vida universal, del cosmos manifestado, hasta ser como la transfiguración cualitativa de éste. Es, pues, una imagen del mundo, una Imago Mundi, un prototipo del mismo, reducido a su forma esencial.

Continuando con la descripción de la Logia, observamos que en el Oriente se añade el Debir, que en el Templo de Jesuralem o de Salomón simbolizaba el Sancta-sanctorum o "Santo de los santos".

Todo el espacio restante de la Logia que va desde la puerta de entrada hasta donde comienza el Debir se denomina Hikal, que era el Sanctum o "Santo" en el mismo Templo de Jerusalén. El Hikal está separado del Debir por tres peldaños o gradas, que aluden a los tres grados iniciáticos de aprendiz, compañero y maestro. Así, pues, estos tres peldaños se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad.

En el lugar que aproximadamente correspondería al "Arca de la Alianza" está situado el Altar o Ara, corazón de la Logia donde incide el eje vertical que comunica el cielo con la tierra. También se llama "Altar de los juramentos", porque sobre él se realizan los compromisos y "alianzas" que el masón contrae con la organización iniciática. No en vano, encima del Altar se encuentra la Biblia, o Libro de la Ley Sagrada, abierta por los versículos del libro de los Reyes o bien de las Crónicas, en los que se mencionan la edificación y las medidas exactas del Templo de Jerusalén, aunque también se abre por el prólogo del Evangelio de San Juan, que comienza con las palabras: "En el Principio era el Verbo...". 


Encima de la Biblia se depositan el compás y la escuadra, los dos emblemas masónicos por excelencia. Éstas son las herramientas o útiles que simbolizan el cielo y la tierra. Con el compás se traza el círculo o circunferencia, figura geométrica que en todas las tradiciones es considerada como una imagen del cielo y de lo celeste. Con la escuadra se traza el cuadrado, o bien la cruz (que se forma por la unión de dos escuadras unidas por sus vértices respectivos), inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. El compás como "ciencia del cielo" y la escuadra como "ciencia de la tierra", sintetizan los misterios de la cosmogonía, que son también los misterios del hombre comprendido en su totalidad.
La unión entre lo superior y lo inferior, entre el cielo y la tierra, se representa en la Masonería por la superposición y entrelazamiento del compás y la escuadra, el primero con el vértice hacia arriba y la segunda hacia abajo, semejando la "estrella de David" o "sello de Salomón". Esta complementariedad, que sin embargo mantiene un orden jerárquico, está señalada por la fórmula hermética de que "... lo de arriba (el macrocosmos) es como lo de abajo (el microcosmos) y lo de abajo como lo de arriba".
Siguiendo todavía en Oriente, sobre la pared del fondo encontramos la Delta luminosa con el Tetragrama o nombre inefable de Dios en el centro. Esta Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura arquetípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma. Estas tres ideas-fuerza surgen de la unidad primordial que queda simbolizada en la Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: IOD, HE, VAU, HE, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre divino queda, pues, resumida la obra de la creación en su conjunto, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la "Palabra Perdida". 
Pero el templo, y en este caso la Logia masónica, no es sólo una estructura estática -como tampoco lo es el universo- sino dinámica también, pudiendo ser visualizada ésta como una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada.
De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra. 
Las columnas Jakin y Boaz se vinculan con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente-descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y en consecuencia a la "puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses", respectivamente. Éstas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar.

En el centro de la Logia se extiende el "pavimento mosaico", tapiz de cuadros blancos y negros exactamente igual que el tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos como el de la mayoría de los juegos. El "pavimento mosaico" es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos vitales y cósmicos. En este sentido, es alrededor del pavimento mosaico por donde se efectúan las circunvalaciones rituales que los masones realizan en Logia, siguiendo así un orden marcado por los cuatro puntos cardinales, las direcciones del espacio. 
Y por último, mencionar que en medio mismo del pavimento mosaico se dispone el "cuadro de la Logia", que antiguamente era dibujado en el suelo al comenzar los trabajos, y borrado cuando esos trabajos finalizaban. Ya hemos dicho que este cuadro es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería. No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro (que es el punto geométrico más central del templo masónico) donde tiene lugar el rito de la "cadena de unión", en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los antepasados míticos e históricos que contribuyeron en la edificación del templo material y espiritual.
Y por último mencionar que alrededor del "pavimento de mosaico" y del "cuadro de la Logia" se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Estos pilares también reciben el nombre de "tres pequeñas luces", porque encima de cada una de ellas arde una pequeña vela; son pues columnas de luz y de fuego, tres nombres del Arquitecto directamente relacionados con la construcción del templo y del cosmos. 

"Nuestras Logias deben estar orientadas de Este a Oeste, porque todos los Templos dedicados a la adoración divina, como las Logias de los masones están o deben estar así orientadas."
La cadena de unión es sin duda alguna uno de los símbolos más significativos de entre todos los que decoran la Logia masónica. Se trata de un cordel que rodea todo el templo por su parte superior. Esta situación en lo "alto" le da una connotación celeste, confirmada por los doce nudos que aparecen de trecho en trecho a lo largo de todo el cordel, los cuales simbolizan los doce signos del zodíaco. Esos nudos se corresponden, además, con las doce columnas que excepto por el lado de Oriente también rodean el recinto de la Logia. Cinco de esas columnas están situadas en el lado de Septentrión, otras tantas a Mediodía, y las dos restantes -las columnas J y B- a Occidente. 


Por consiguiente, la cadena de unión masónica vendría a significar, considerada desde el punto de vista metafísico, exactamente lo mismo que la "cadena de los mundos": un símbolo que resume el conjunto de todos los estados, seres y mundos que conforman la manifestación universal, los cuales subsisten y están ligados entre sí por el "hilo de Atmâ" (sûtrâtmâ), es decir por su hálito o espíritu vivificador. 
Por otro lado, la cadena de unión es también la cuerda anudada (o houppe dentelée) que aparece figurada en los "cuadros de Logia" masónicos, y concretamente en los pertenecientes a los grados de aprendiz y de compañero. La significación simbólica de dicha cuerda es idéntica a la de la cadena de unión, pero, al mismo tiempo, y vinculado específicamente con el simbolismo del cuadro de Logia, habría que considerar también otro aspecto importante de ella: el que tiene como función "proteger", además de "unir" y de "ligar", los símbolos y emblemas que aparecen dibujados en el cuadro, el que es considerado como un espacio sacralizado, y por tanto inviolable. En este sentido, la idea de "protección" está incluida en el simbolismo de los nudos y las ligaduras, que por sus formas respectivas recuerdan el trazado de los dédalos y laberintos iniciáticos. En la actualidad acechan a la Masonería, ya que es a todas luces evidente que esta organización tradicional se ha visto sometida a una paulatina extirpación de la dimensión iniciática y esotérica de sus símbolos y sus ritos. Y lo que es tal vez más lamentable es que esa acción ha sido llevada a cabo muchas veces por masones que no han comprendido que es precisamente gracias a esos símbolos y ritos (revelados en el origen y transmitidos a lo largo del tiempo) que la Orden masónica adquiere su pleno sentido, pues ellos constituyen sus señas de identidad, lo que dicha Orden es en sí misma, y no podría dejar de ser, a menos de quedar totalmente desvirtuada y vacía de contenido esencial. Por lo general, la cadena de unión comienza y termina en el Venerable Maestro, y es él, como la máxima autoridad de la Logia, el que dirige la invocación al Gran Arquitecto.
  
En la simbólica universal, el laberinto, además de estar relacionado con los "viajes" y las pruebas iniciáticas, también tiene como función la defensa y protección de los lugares sagrados o centros espirituales, impidiendo el acceso a los mismos a los profanos que no están cualificados para recibir la iniciación. Pero la defensa se extiende igualmente (y podríamos decir que principalmente) a impedir el acceso a las influencias sutiles del psiquismo inferior, el que por su carácter especialmente disolvente representan un claro peligro que ha de ser controlado y evitado a toda costa, pues por medio de esas influencias se introducen determinadas energías maléficas y caóticas destinadas a destruir, o en el mejor de los casos a debilitar, a los propios centros espirituales y a las organizaciones tradicionales ligadas a ellos, y consecuentemente a impedir en lo posible la comunicación con las influencias verdaderamente superiores, de las que esos centros y organizaciones han sido -y son- precisamente el soporte.
Además de la cuerda anudada que rodea la Logia y el cuadro, existe un rito en la Masonería que también recibe el nombre de cadena de unión. Se trata de aquel que está constituido por el entrelazamiento que forman las manos, con los brazos entrecruzados, de todos los integrantes del taller, lo cual, precisamente, tiene lugar alrededor del cuadro de la Logia y de los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza momentos antes de clausurar los trabajos. En primer lugar, habría que decir que la cadena de unión es uno de los ritos masónicos que más directamente aluden a la fraternidad masónica, la que, en efecto, está sustentada en los lazos de armonía y concordia que entre sí ligan a todos los masones. De ahí el por qué a los nudos de la cuerda también se les denomine "lazos de amor", pues el amor, entendido por lo más alto, es la fuerza que concilia los contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del Principio.
Pero este rito se realiza, fundamentalmente, para dirigir una plegaria o invocación al Gran Arquitecto, siendo en esa invocación donde reside su sentido profundo y su razón de ser. Por ello, prescindir de la plegaria como sucede en muchas logias actuales, por el mero hecho de ignorarla o por considerarla un trasnochado anacronismo, provoca inevitablemente el empobrecimiento del propio rito, quedando éste, en consecuencia, reducido prácticamente a casi nada. Sin embargo, en la antigua Masonería operativa, la plegaria y las invocaciones de los nombres divinos formaba parte constitutiva del rito y de los trabajos simbólicos; y precisamente ella se realizaba en la cadena de unión y alrededor del cuadro de la Logia, con lo cual se confirma el papel verdaderamente "central" que este último ha desempeñado siempre en la Masonería. 

"¡Arquitecto Supremo del Universo! ¡Fuente única de todo bien y de toda perfección! 'Oh Tú! Que siempre has obrado para la felicidad del hombre y de todas Tus criaturas; te damos gracias por Tus paternales beneplácitos, y te conjuramos para que los concedas a cada uno de nosotros, según Tus consideraciones y según nuestras necesidades. Esparce sobre nosotros y sobre todos nuestros Hermanos Tu celeste Luz. Fortifica en nuestros corazones el amor hacia nuestras obligaciones, a fin de observarlas fielmente. Que puedan nuestras reuniones estar siempre fortalecidas en su unión por el deseo de Tu placer y para hacernos útiles a nuestros semejantes. Que ellas sean por siempre la morada de la paz y de la virtud, y que la cadena de una amistad perfecta y fraterna sea en lo sucesivo tan sólida entre nosotros que nada pueda alterarla. Así sea". 

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