16 agosto 2012

LOS WANDJINAS PARTE II - Fotos

Los Mitos: aquella corriente misteriosa que comparten los sueños y las creencias colectivas; corriente formada por los sueños y las imágenes sobre el origen y el fin de la vida, de la existencia toda. Aquella corriente que no cesa de emerger de manantiales profundos, y cuyas aguas se deslizan en los niveles subterráneos de lo inconciente y lo subconciente, para luego salir a la superficie formando distintos cauces, según el relieve y siguiendo las variables rugosidades de la Tierra. Los Mitos: ríos cuyas aguas son las mismas, pero que se conjugan en múltiples variaciones de acuerdo al entorno y a los significados que los hombre le asigan a esa relación entre su ser y sus ambientes naturales.

Aquella corriente misteriosa a medio camino entre el sueño y la certeza en la realidad de las imágenes sobre el origen y el fin, es la sempiterna corriente de los Mitos.

Mito en Australia: Al principio la Tierra era una llanura desnuda. Todo estaba oscuro. No había vida, ni muerte. El sol, la luna, y las estrellas dormían debajo de la tierra. También dormían allí todos nuestros antepasados, hasta que, finalmente, se despertaron y salieron de su estado, rompiendo la superficie bajo la que se encontraban.

Cuando estos antepasados se despertaron, vagaron por la Tierra, a veces
adoptando una forma animal (como canguros, emúes o lagartos), otras veces adoptando una forma humana, y otras veces en forma medio humana y medio animal, o mitad humana y mitad planta.

Los Ungambikula eran dos de estos seres, creados así mismos a partir de la nada.

Mientras vagaban por la tierra, los Ungambikula encontraron a unos humanos a medio hacer: estaban hechos de plantas o animales, pero eran bultos sin forma.

Eran formas vagas y sin terminar, sin miembros ni rasgos distintivos. Se encontraban encogidas, formando una especie de bolas.
Con sus grandes cuchillos de piedra, los Ungambikula esculpieron esos bultos informes, tallando las cabezas, cuerpos, piernas y brazos. Tallaron las caras, y las manos y los pies. Y, al final, los seres humanos fueron acabados. Es por esto que cada hombre y cada mujer debe ser fiel a la planta o al animal del fue creado (como el ciruelo, las semillas de hierba, los lagartos grandes y pequeños, el periquito o la rata).

Una vez hecho este trabajo, nuestros antepasados volvieron a dormirse. Algunos de ellos volvieron a sus casas bajo la superficie de la tierra, otros se transformaron en rocas y en árboles. Los caminos por los que vagaron, son caminos sagrados. Y en todos los sitios donde estuvieron dejaron señales sagradas de su presencia: una roca, una cascada, un árbol.




AUSTRALIA

SERPIENTE ARCO IRIS


ABORIGENES

PARAJES CERCANOS

MONTE ULULU































PARAJE ROJIZO







SERES VOLATILES Y UN CANGURO




LOS WANDJINAS: Cultura y Leyenda de Australia

Orígenes y hallazgos.
En 1,838, una expedición enviada por la Royal Geographical Society británica descubrió una gran cantidad de pinturas rupestres cerca de Glenelg River, en la región de Kimberley, situada al noroeste de Australia.

George Grey descubrió la primera galería de Wandjinas en el río Glenelg el día 26 de Marzo de 1,838, durante su expedición al Kimberley Occidental (1837 - 1838). Escribió en su diario:
"... Parecía que salía de la roca; y me quedé ciertamente sorprendido cuando vi, por primera vez, aquella gigantesca cabeza y la parte superior del cuerpo, doblándose, desde la penumbra del abrigo rocoso, hacia mí".

Es una región muy remota y la menos poblada del país, con grandes ríos y magníficos paisajes de tonos rojizos.
Llamarón especialmente la atención las pinturas descubiertas sobre las rocas, son unas figuras de gran tamaño, llegando a medir hasta seis metros, y con unos rostros de tez blancos y sin boca. Sus cabezas están rodeadas por   semicírculos en forma de herradura (aureolas)  que parece irradiar una especie de energía.

Los aborígenes dan a estas figuras el nombre de Wandjinas o Wondjinas,  que significa “cercano del agua”, y aseguran que no fueron realizadas por sus antepasados, sino que fueran hechas por los propios seres a los que representan, cuando éstos descendieron a la Tierra en tiempos muy antiguos; y, al igual que otros dioses del resto del mundo antiguo, su símbolo era la serpiente emplumada.

De los Wandjinas se dice que fueron unos seres que trajeron la civilización y la prosperidad a este mundo, pero a pesar de ello no pudieron evitar las batallas que se libraron en Uluru.

Otra leyenda habla de una raza de gigantes que vivió en Australia, y su altura alcanzaba en algunos casos hasta los 5 metros. En 1,970 Rex Gilroy, arqueólogo y director del museo natural de Monte York encontró una huella humana de 59 centímetros de largo por 18 de ancho supuestamente perteneciente a la raza Yowie.

Y en las Montañas Azules de Nueva Gales del Sur, se encontraron hachas de mano, mazas, cuchillos y diversas herramientas con un peso de entre 5 y 16 kg. Estas herramientas por su tamaño y peso,  sólo pudieron ser fabricadas para seres con una fuerza y estatura muy superiores a la nuestra (como los Yowies).

En estas pinturas aparecen figuras de seres calzados con sandalias o botas (cuando los aborígenes siempre han ido descalzos), variando el número de dedos de las manos y de los pies de 3 a 7.

Los tres omnipresentes colores, el ocre, en sus múltiples matices, el negro y el blanco. Las capas se superponían unas a las otras, como si las distintas generaciones de artistas no hubieran encontrado otro lugar más idóneo donde plasmar sus impresiones, sentimientos y deseos. De nuevo entrábamos en el Tiempo de los Sueños.

Dos figuras fantasmales, de casi dos metros y de un rojo sangre, pintadas sobre el techo del refugio, dominan toda la galería. Sus grandes cabezas redondas desparramaban rayos a su alrededor, mirando, con grandes ojos en una cara sin boca, hacia una enorme serpiente de más de 10 metros, también de color rojo sangre. Otras figuras humanoides y propios de la fauna local se adivinan entre las capas y capas de pintura. Al fondo, toda la pared quedaba cubierta por lo que se adivinaban las firmas de los desconocidos artistas, las huellas de sus manos, en negativo y en positivo.

Las pinturas Wandjina son criaturas extrañas, majestuosas; generalmente pintado sobre un fondo blanco. Una banda ovalada rodea la cara, excepto por una rotura en el mentón, y desde el borde exterior de la cabeza, líneas irradian afuera. A menudo se muestran usando una diadema; ojos y nariz forman una unidad; con azotes rodeando ambos ojos, y rara vez se les ve una boca. El cuerpo, cuando hay uno, llenos de rayas paralelas hacia abajo de los brazos y piernas. Pero son más que imágenes; representan la esencia o el espíritu de los seres y criaturas representadas. En la cueva hay trozos de roca simbolizando partes de sus cuerpos, y el acto ritual de pintura o los retoques libera energía o poder, trayendo en la estación lluviosa y envío de espíritu de los niños o espíritus de plantas comestibles y especies naturales.

Las figuras se dibujan generalmente rodeadas de los seres totémicos y criaturas asociadas con ellos, de los que dependen de sustento, y estas cuevas y abrigos rocosos, convertido en un foco de religión tribal y acción ritual.

En la misma galería había una figura principal, completamente vestida con la cabeza rodeada de bandas o turbantes en los cuales parecía que había algún tipo de escritura. Es el conocido como Cosmonauta de Glenelg River, que representa a un hombre de unos tres metros de altura, vestido de los pies a la cabeza con una especie de túnica de color rosa.  Un doble círculo rodea su cabeza, también de color rosa y oro, y sobre la parte rosada, aparecen 6 letras o números de un alfabeto completamente desconocido. Grey escribió en su diario:

"La cara y la cabeza de la figura estaban envueltas en una sucesión de bandas o turbantes, o lo que aparentemente quisieran representar pintando aquellos trazos de color rojo, blanco y amarillo; y los ojos eran los únicos rasgos representados en la cara. En lo más alto de la cabeza y en el turbante exterior, una serie de líneas estaban pintadas en rojo, pero aunque dichas líneas eran muy regulares e indicaban algún significado, ha sido imposible determinar si eran caracteres escritos o algún tipo de ornamento para la cabeza".

El Reverendo John Campbell, profesor de Historia de la Iglesia en Montreal (Canadá), interpretó los caracteres escritos como antiguo japonés, de los siglos X y XI, significando: "El trágico número es". Las respectivas líneas de 21, 24 y 17 pequeños círculos rojos pintados al lado de la figura hacen un total de 62, y Campbell lo interpretó como "El trágico número es 62", refiriéndose a 62 marineros japoneses desaparecidos.

Comparando el dibujo de Grey con la pintura original se han descubierto gran cantidad de detalles, omitidos, o erróneamente descritos, sugiriendo que Grey hizo la descripción de la figura utilizando sus recuerdos. Los supuestos caracteres escritos son, de hecho, parte de una pintura anterior consistiendo en múltiples formas de hojas de plantas. Porciones de estas formas irregulares, no sólo se hallan en el área del aura de la cabeza, sino en la parte exterior y superior de la misma.

La información obtenida por H. Coarte en 1947 de los aborígenes locales indica que el lugar era llamado "Bandidjin", y estaba asociado con la región lluviosa de Galarunjari.  Es muy probable que la figura represente uno de los Garinrinjas, espíritus mucho más temidos y asociados con los tornados, muy diferentes de los Wandjinas.

En el norte, muchos creen que sólo existió un Wandjina, comúnmente conocido como Kaluru, y a veces Djaarla, quien duplicó su imagen en muchos lugares. En muchas galerías las pinturas se consideran representando familias de Wandjinas, como padres e hijos o incluso clanes.

Los Wandjinas se originaron durante el Lalai (Tiempo de los Sueños) y están asociados con las nubes del tipo cúmulo-nimbus, que anuncian la proximidad de la estación de las lluvias. Ellos controlan la lluvia, las tormentas, los ciclones y los relámpagos, y son los responsables de la vida y la muerte de todas las cosas.

La mayoría de los Wandjinas parece que se originaron en el norte de Kimberley, pero algunos viajaron desde el océano Índico. Llegaron y se establecieron en un determinado territorio y crearon accidentes geográficos, pero no en la escala atribuida a los ancestros zoomórficos. En muchos lugares construyeron monumentos pétreos (charlarlars) conmemorando grandes acontecimientos. Trazos del Lalai  se entrecruzan por todo el Kimberley, la mayoría conmemorando la gran batalla de Wanalirri.

Los Wandjinas cazaron, pescaron, y enseñaron a los aborígenes cómo construir y utilizar ciertas armas, y les dieron leyes y ceremonias, incluyendo la escarificación de la piel y la circuncisión del pene. Después de completar estas tareas, "murieron" físicamente. Dejando sus "sombras" en las galerías de arte y sus espíritus regresaron a los cielos. Algunos se convirtieron en Ungud, la Serpiente Arcoíris y volvieron a la tierra. Los espíritus Wandjinas sobreviven en sus imágenes pintadas o "sombras", y juegan un importante papel en todas las fases de crecimiento y fertilidad de todo ser viviente. El espíritu Wandjina es "hermano materno" para el miembro del clan, una relación más profunda que la de padre e hijo.

Los Wandjinas influyen en la vida de los aborígenes desde antes de nacer hasta después de morir. El espíritu de un recién nacido es enviado a la tierra en forma de lluvia o de rayo por un Wandjina o Ungud. Después de morir, el cuerpo del difunto es sometido a ceremonias de inhumación, antes de que sus huesos, pintados en ocre y envueltos en corteza de eucalipto, sean depositados en una galería de pinturas, devolviendo su espíritu a los Wandjinas.

Las galerías conteniendo sepulturas son conocidas como Puja-Ngurrim (lugares con cráneos) donde el difunto Ingalinj (espíritu o fantasma) guarda las pinturas. Estos sagrados lugares han ido manteniendo la tradición, y las pinturas se han ido restaurando a lo largo de los siglos. El último artista conocido y ya fallecido, George Djommery, dejó constancia de su arte en 1985.

Los Bradshaw arte aborigen

 El arte Bradshaw rock, recibe el nombre del pastor Joseph Bradshaw que "descubrió" en 1,891 las pinturas, conocidas por los aborígenes locales como Gwion Gwion. El arte rupestre representa figuras delgadas y muy adornadas con elaborados tocados, prendas de borlas y brazaletes, rodeado de armas, herramientas y fauna. Las bacterias y hongos cubren ahora el arte rupestre, lo que hace imposible su datación exacta. Sin embargo, con la técnica de la Termoluminiscencia aplicada sobre el nido de avispas se fijó una antigüedad mínima de 17.500 años, sin embargo las estimaciones basadas en la flora representada y la megafauna sugieren una edad de hasta 70.000 años. Esto haría de Gwion Gwion la estación de arte rupestre más antigua del mundo.

Walsh sostuvo que el arte rupestre del Bradshaw, al oeste de Kimberley, fue estéticamente superior a otro arte rupestre aborigen, afirmando que fue creado por una cultura avanzada que precedió a la ocupación aborigen de Australia. Sostuvo que una raza superior a los aborígenes, muy probablemente de origen asiático, emigró a Australia y creó una sociedad avanzada y una cultura que produje este arte rupestre. La "cultura Bradshaw" afirma, desapareció en algún momento antes de la ocupación aborigen de la zona y, lo más probable es que quedó sumergida en el mar, como la civilización perdida de la Atlántida (Grahame Walsh. ABC, Australian Story. Rock Heart)

      Los pueblos aborígenes locales han emitido numerosas declaraciones públicas afirmando que el arte rupestre surgió de los “ensueños” de sus antepasados. En 2003 el Tribunal Superior de Australia reconoció el origen aborigen de las obras de arte. Varios académicos, como Lynette Russell, Ian McNiven, Michael Barry, Peter White y Lewis Darrell han publicado recientemente artículos demostrando el origen aborigen de este arte.


 Gwion Gwion (Guyon Guyon) pinturas rupestres, Oomarri, Australia Occidental. - Universidad de  Wollongong

Del mismo modo y a la derecha, se distingue un hombre barbudo con una mitra sobre su cabeza junto con tres mujeres y un canguro. Tanto el hombre, como las mujeres no se corresponden con ningún tipo de las razas existentes en Australia, sino más bien parecen proceder de Europa o Oriente Próximo.

Calculando la antigüedad.
En un primer momento, se pensó que no se podría datar la antigüedad de las pinturas debido a que el carbono 14 sólo es válido para restos orgánicos (o anteriormente vivos), y las pinturas de los "wandjinas" estaban realizadas en pigmentos ocres de base mineral.

Fue de forma casual cuando, Graham Walsh observando las pinturas de Kimberley, se fijó en un nido de avispas situado encima de uno de los "wandjinas", y que a primera vista pensó que era reciente, la curiosidad hizo que lo observara más de cerca, dándose cuenta de que en realidad era un avispero fosilizado, debido al silicio que contenía el agua que llenaba todos los poros del avispero.

Walsh supuso que sería posible calcular la edad del avispero y puesto que este se encontraba encima de la pintura, sería al menos de una antigüedad similar.

Walsh buscó la colaboración de Richard Roberts, geólogo especializado en la lectura de los granos de arena mediante luminiscencia óptica.
Walsh y Roberts viajaron en 1,996 a Kimberley en busca de más fósiles sobre las pinturas, hallando dos de estos avisperos fosilizados sobre una típica pintura de forma humana o "wandjina". Antes del análisis realizado por Walsh y Roberts, los arqueólogos habían estimado la edad de estas pinturas en unos 5,000 años.

Después del análisis se dató que los avisperos tenían unos 17,000 años de antigüedad y, lógicamente, la edad de las pinturas debería retroceder aún más, al estar realizadas antes que los nidos.

La datación de las "grandes" herramientas descubiertas se estableció en unos
100.000 años y los objetos encontrados en varios lugares sugieren su presencia desde hace 174,000 a.C., contradiciendo así lo que la ciencia decía de que los primeros pobladores de Australia habían aparecido como máximo hace unos 70.000 años. Los aborígenes australianos son una sociedad cazadora primitiva.

Básicamente, hay tres tipos de razas en Australia clasificados por los antropólogos:

La raza negra, procedente de
migraciones de África.
Los murrayanos, que deben su nombre al asentamiento junto al río Murray, de piel clara y que, genéticamente, procederían de China.
Y, por último, los carpentarios, raza asentada en torno al Golfo de Carpentaria, procedentes, en este caso, de la India.

Wandjina en la mitología.
En la mitología de los aborígenes australianos, según sus creencias, la Serpiente Arco Iris (ser sagrado mayor, en la mitología australiana no existen los dioses) engendró a los Wandjinas -seres sobrenaturales- para continuar con la Creación. Según las creencias de los indígenas, estos seres fueron los creadores del mar, de la tierra y de sus habitantes y que sus espíritus vivían en pequeños estanques. Ellos dieron forma al mundo físico, establecieron sus normas y otorgaron la vida a los seres humanos. Se considera que su poder está relacionado con el agua, de ahí que posteriormente se les consideró espíritus del agua, la lluvia y las nubes.

Un wondjina tenía poderes especiales y si era ofendido podía causar inundaciones e intensos relámpagos. Todavía creen que las representaciones rupestres de estos seres poseen poderes especiales y deben ser conservadas cuidadosamente.

Estos personajes antropomórficos carecían de boca (existía la creencia que las lluvias nunca cesarían si la tuvieran), la parte superior ensanchada y enormes cabezas con rostros semejantes a calaveras con ojos y nariz. Sus cabezas están aparentemente rodeadas por plumas o auras luminosas. Los "wondjinas" tienen en común los colores negro, rojo y amarillo sobre un fondo blanco y la utilización de pigmentos azules que los aborígenes no solían usar.

La imaginación y mitología es parte de su cultura.
Uno de estos "wondjinas", Walaganda se convirtió en la vía láctea.

Pinturas de este estilo que representan seres mitológicos involucrados en la creación del mundo son a veces calificadas de "estilo Wondjina".

Los hombres serpiente
Los Aborígenes actuales nos explican que antiguamente, en un tiempo llamado "el de los sueños" o Altjeringa, existieron varias razas que se enfrascaron en una brutal guerra.  Los hombres serpiente venenosos que vinieron del Sur contra los pueblos establecidos en la zona o hombres serpiente no venenosos.

El enfrentamiento fue tan cruento que la Diosa madre de la Tierra Bulari, tomó partido, exhalando un gas venenoso que mato a todos los invasores. El resto de guerreros como protección y muchos de esos   "hombres serpientes venenosos" que lograron sobrevivir, fueron encerrados (y según la leyenda, aun hoy día permanecen en ella) en una prisión bajo el Uluru o Montaña de Ayers Rock, el punto más sagrado de toda la Australia aborigen, una enorme colina de granito de color cambiante, que constituye una de las maravillas del mundo mineral.

Gran guerra en la ciudad secreta o Moon City
También nos cuentan que hubo otra gran guerra en la ciudad secreta o Moon City. El dios Sol bajo del cielo en una gran nave y se enfrento al dios de la tierra.  El resultado fue una destrucción total de la zona quedando solo en pie unos monolitos erosionados por el tiempo. 

Los autóctonos explican que estos restos monolíticos fueron parte de grandes ciudades antiguas (Ayers Rock, Moon City, Montaña de Muchas Cabezas),  que se encuentran diseminados por toda Australia pobladas por gigantes conocidos como: "arientas", "yowies" y "luritchas", seres mitad hombre, mitad animal.

En Moon City, muchos dibujos rupestres fueron destruidos por los aborígenes para preservar los misterios y tradiciones de estos pueblos a la llegada de los occidentales. Ciudades subterráneas, los Yowie  una especie de hombres mono, las Min Min, luces que recorren a gran velocidad el desierto Australiano, forman parte también de los mitos y tradiciones de Australia.

El origen de la muerte
Los mitos aborígenes tratan la muerte como una consecuencia de los errores humanos. No era inevitable, y los heroicos seres ancestrales del periodo de la Creación tuvieron...la oportunidad de vivir eternamente.

Pero, a causa del odio, la estupidez o la codicia, el don de la inmortalidad se escapó de las manos de la Humanidad y solo lo conservó la luna, que crece y mengua todos los meses, y el cangrejo, que se deshace del caparazón viejo y se cubre con otro nuevo.
Según los Worora de los Kimberleys occidentales, un tal Widjingara fue la primera persona que murió, en una batalla contra unos wandjinas (Espíritus ancestrales de la Época del Sueño aborigen. Cada clan tiene un wandjina, asociado con un animal concreto, como antepasado protector).
 
Querían raptar a una mujer que estaba prometida en matrimonio a otro hombre, y Widjingara luchó para que se respetasen las reglas matrimoniales instituidas por Godoy y Djunggun.

Depositaron su cuerpo en un ataúd de corteza, y su esposa, la Pitón de Cabeza Negra, inició el duelo: se afeitó el pelo y se frotó el cuerpo y la cabeza con cenizas, inaugurando así la tradicional forma aborigen de mostrar duelo.

Como Widjingara regresó de la tumba, con el cuerpo renovado, la Pitón de Cabeza Negra se enfadó.

"¿Por qué has vuelto?", preguntó.

"¡Mírame! ¡Yo, que me había afeitado la cabeza y la había ennegrecido con cenizas!".

Enfurecido, a su vez, por la mala acogida de su esposa, Widjingara regresó indignado a la tumba y, más adelante, se transformó en el gato nativo (dasyurus), marsupial nocturno australiano semejante al gato doméstico.

Desde entonces, se perdió la posibilidad de rejuvenecer: todos tenemos que morir, y la pitón parece guardar luto continuamente.

Hasta que la interrumpieron los misioneros, a principios del siglo XX, los Worora tenían la costumbre de tender los cadáveres sobre una plataforma funeraria hasta que se pudría la carne, y se colocaban los huesos en una cueva, en la región natal del difunto.

Si la plataforma no se construía con sumo cuidado, el gato nativo, manifestación viviente de Widjingara, podía cebarse en el cadáver.

La creación del mundo
Existen muchos mitos, recordando las actividades de la Wandjina y su creación del mundo. Los Wandjinas han salido del cielo para vivir en la tierra; pescar, cazar y participar en otras actividades similares a los posteriormente llevados a cabo por los habitantes aborígenes de la zona.

Algunos de los mitos indican que Wandjina se comportó de una manera socialmente disruptiva en la época creativa del soñar, consagran elementos de causa y efecto; comportamiento disruptivo generalmente provocando desastres o un castigo severo.

Las actividades de Wandjina se creían que establecían los prototipos para cada zona:  religión, derecho, costumbres, ritos, canciones y bailes.
Cuando el Wandjina completó la creación de la tierra y su tiempo en la tierra, pintó sus imágenes en las superficies de abrigos rocosos y cuevas y luego entró en las rocas mismas. Quizás su espíritu viajó a algún otro sitio, o fue al cielo.

Wandjina se cree que son responsables de la lluvia en la temporada del monzón que controla la fertilidad de la tierra. Para asegurar la llegada de las lluvias cada año, el Wandjina decretó que sus pinturas deben regularmente retocadas o renovados por líderes rituales. Si no se hace esto, el resultado sería la sequía y el hambre. Si una pintura debe ser tenue, el Wandjina podría desaparecer como la lluvia y la fertilidad del campo.

Batalla entre Wandjinas y siete clanes aborígenes.
Pero, tal vez, la muestra más importante de arte rupestre de la región de Kimberley conectada con la mitología de los Wandjinas,  sea la galería de Wanalirri.  Relata la historia de una legendaria batalla entre un grupo de Wandjinas y, al menos, siete clanes aborígenes.


La tradición cuenta la historia de cómo los aborígenes fueron castigados, por su crueldad, por los buenos espíritus Wandjina. La figura clave de este mito es un pequeño búho, llamado Doombi.

Dos jóvenes aborígenes cazaron a Doombi, quien era hijo de un Wandjina, le desplumaron vivo y le clavaron afiladas hojas de spinifex en el cuerpo y en los ojos que le cegaron. Los dos aborígenes le dejaron malherido, pero consiguió volar al cielo y fue a protestar del cruel trato a Yoogo-Moora, el jefe de todos los Wandjinas.

Yoogo-Moora envió entonces a todos los pájaros, precediendo a los Wandjinas, para que encontrasen y espiasen el lugar del campamento aborigen. Localizado la posición, dijeron: "Estos son de los nuestros. ¡No podemos traicionarles!. Por lo que, en lugar de delatar a los hombres, se fueron y tomaron, para siempre, su actual forma de aves. Así todos los pájaros llevan pintado en sus plumas lo que hicieron para la preparación de la batalla.

Entonces Yoogo-Moora mandó a Ma-girri-girri, el lagarto "ta-ta" o el "que camina a dos patas", para espiarlos. Y encontró en el campamento aborigen a más de 200 hombres de los clanes de Kullyumboo, Ngoong, Yowal-Ngoor-Ngoor, Konjalgnarrie, Kroogarna, Bullargnaardie, Marraygarnor y Wooloogorie.

"¡Ahí están!"  Gritó Ma-girri-girri.  Y los Wandjinas bajaron a la tierra en un lugar llamado Tunbai.  Yoogo-Moora los lideraba, corrían colina abajo dejando grandes huellas tras de sí. Dejaron a sus mujeres en Nulleyrah (la sala de espera), donde se convirtieron en piedra, todavía visibles como charlarlars, pequeñas formaciones rocosas.

Cuando los Wandjinas vieron el gran número de aborígenes, se detuvieron a planificar su ataque. Mowaljarlai dijo a Namarilay: "Solamente hemos hecho la guerra una vez. ¡Barrámosles de la tierra!".

Siendo buenos espíritus, los Wandjina no utilizaban armas, sólo agua, y decidieron ahogar a todos sus oponentes. Llamaron a una pequeña nube, pero la lluvia no fue suficiente. Entonces dos Wandjinas se convirtieron en brolgas, subieron a la meseta del Box Creek, y empezaron a bailar de la forma en que lo hacen estas grandes aves zancudas. Y bailaron hasta que el suelo se convirtió en suave arena y emergió una fuente de agua, anegando toda la región.

Durante la batalla, algunos Wandjinas fueron lanceados por los aborígenes, pero agua y no sangre, brotó de sus heridas. La tortuga de cuello corto y el cocodrilo fueron los dos que fueron heridos y consiguieron escapar. Todos los aborígenes se ahogaron con la excepción de los dos jóvenes crueles y de sus respectivas familias.

Un Wandjina se convirtió en un canguro hembra e invitó a los dos adolescentes a entrar en su bolsa o marsupio y así escapar. Y así el Wandjina se volvió a convertir en un árbol baobab, encarcelando a los aborígenes en su interior. Sus familias oían sus gritos de socorro pero, cada vez que intentaban talar el árbol, una corriente de agua salía del tronco.

Cuando el agua remitió, Yoogo-Moora decidió limpiar todo el campo de batalla y remover cualquier indicio de los crueles aborígenes. Llamó a un molino de viento y, antes de convertirlo en un gran eucalipto, barrió todo el lugar. También dejó a dos viejos y barbudos Wandjinas para guardar aquel campo de batalla en la forma de dos enormes árboles, sus barbas están representadas por sus raíces aéreas.

Y reuniendo a todos los Wandjinas que tomaron parte en la contienda, Yoogo-Moora les pidió que pusieran su "poder" en el centro de la comarca. Aquel "poder" tenía la forma de Ungud, La Serpiente Arcoiris, que sacaron de sus estómagos. Yoogo-Moora transformó este poder en un baobab, y que todavía se encuentra en la región de Wanalirri.

Yoogo-Moora y Boonoo se transformaron en las dos enormes rocas que aún pueden verse en el mismo centro del lugar. Los otros Wandjinas regresaron a sus respectivos hogares, algunos aprovechando las corrientes fluviales que ellos mismos habían generado. La historia de sus viajes está descrita en las diversas galerías de pinturas del Kimberley.

El cocodrilo
Todos los seres vivos en la región de Kimberley fueron creados por Wandjina durante el soñar, pero algunos tienen una relación más estrecha con Wandjina que otros. Entre los animales considerados están  los cocodrilos de agua dulce (Crocodylus johnstoni) a diferencia de los cocodrilos de agua salado (Crocodylus porosus). En el pasado mítico, este último se convirtió en 'mimado' e impregnado de malos espíritus cuando creció demasiado grande y fueron expulsados del agua dulce a irse a vivir en agua salada no potable.

El cocodrilo de agua dulce, por otro lado, se convirtió en un importante autor de la ley por el cual viven aborígenes. El cocodrilo de agua dulce está conectado con la iniciación masculina, y las cicatrices transversales que lleva en su parte posterior se copian en algunas ceremonias de iniciación.

La historia el cocodrilo y el fuego
Hay una serie de leyendas de cocodrilos asociada con cada área de la Kimberley. Una leyenda explica cómo el Wandjina ayudó a los aborígenes para guardar sus palos de fuego, que habían sido robados por un cocodrilo, y cómo un pájaro local consiguió su colorido plumaje.

De acuerdo a la leyenda del tiempo de sueño, un gran grupo de cocodrilos de agua dulce -que representa a todos los oradores de la lengua del noroeste de Kimberley-, fueron reunidos en un espacio abierto cerca del río del Príncipe Regente. El Fuego, una mercancía que tenía el potencial de revolucionar sus vidas, había sido creado.

Al darse cuenta de que esto podría resultar una gran arma, un gran cocodrilo llamado Worora, se deslizó hasta el precioso fuego y furtivamente lo metió a su estómago. Él fue hacia una piscina profunda en el río de Príncipe Regente para bordear su camino. Un gran alboroto se produjo cuando trataban de impedir que el fuego en el agua se apagara.

El Wandjina vio la lucha entre los cocodrilos y envía el loro Turdus iliacus (Aprosmictus eryyhropterus) para guardar el carbón, porque la pelea había surgido. Mientras que la batalla era furiosa, el pájaro voló hacia abajo y se hizo con el precioso fuego escondido bajo su ala. Hasta el día de hoy el colorido loro tiene un parche rojo en su ala como un recordatorio del día que salvó el fuego para todas las personas.

COMENTARIOS:
Distribuidas por todo el territorio australiano, las extrañas pinturas rupestres conocidas como wandjinas son sinónimo de misterio. Porque las figuras antropomorfas que representan, más allá de la cómoda explicación que las identifica con dioses de la lluvia o demiurgos de tiempos pretéritos, nos conducen hacia un enigma inalterado por el paso del tiempo, producto de la unión indisoluble entre mito y realidad, inherente a las vidas de nuestros antepasados más remotos. Quizá por ello, este legado plasmado en las rocas nos sugiere una inquietante pregunta: ¿Fue la civilización de la Australia aborigen visitada por seres procedentes del espacio exterior?

Los antropólogos consideran que son seres mitológicos, los arqueólogos insisten en que sí fueron realizados por los nativos, y que representan al Dios de la lluvia perteneciente al imaginario de los aborígenes australianos. Personalmente el estudio del esoterismo me ha convencido que detrás de las leyendas y los mitos se esconde usualmente hechos reales.

Los Wandjinas no son extraterrestres con trajes espaciales, con escafandras, ni con sandalias… son los espíritus de nuestros antepasados. Su símbolo es la serpiente, el animal que cambia la piel y renace, el símbolo de la eternidad, de la pervivencia de la vida en el más allá.