15 noviembre 2011

LUCIFER, SATANAS, EL DIABLO, EL DRAGON, EL DEMONIO

Trabajo compilado y estructurado por el Dr. Fernando Durand Mejía, Lima-Perú.

La palabra "Lucifer" viene del latín, formada de lux (luz) y fero o ferre (llevar). y significa "portador de luz". Es en la mitología romana, el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) donde  φως (phos = luz) y φέρειν (pherein = llevar, cargar) es, ‘el portador de la Aurora’ que proviene de la antigua dama oscura Luciferina.

Este concepto se mantuvo en la antigua astrología romana en la noción de la stella matutina (el lucero del alba) contrapuesto a la stella vespertina o el véspere (el lucero de la tarde o véspero), nombres éstos que remitían al planeta Venus, que según la época del año se puede ver cerca del horizonte antes del amanecer o después del atardecer.




Lucifer en la tradición cristiana
La primera vez que se cita el nombre de Lucifer es en un texto del profeta Isaías (Is 14.12-14) de la Vulgata de San Jerónimo (siglo V), traducción que él hace de la Biblia, del griego (Nuevo Testamento) y hebreo (Antiguo Testamento) al latín, para designar a la palabra Lucero. En este texto se vislumbra el antiguo relato del ángel caído:
Español: "¡Cómo has caído del cielo, Lucero, hijo de la Aurora! Has sido abatido a la tierra dominador de naciones! Tú decías en tu corazón: "escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de las nubes, semejante al Altísimo" (Is 14:12-14)
Latín: "Quomodo cecidisti de caelo, lucifer, fili aurorae?! Deiectus es in terram, qui deiciebas gentes!, qui dicebas in corde tuo: 'In caelum conscendam, super astra Dei exaltabo solium meum, sedebo in monte conventus in lateribus aquilonis; ascendam super altitudinem nubium, similis ero Altissimo” (Is 14.12-14)
No obstante, además del sentido grecolatino del término, Lucifer ya era identificado por la tradición vetero-testamentaria con una estrella caída, ya que en el lenguaje bíblico las estrellas representan a los ángeles.
Otro texto del profeta Ezequiel también podría ser ilustrativo:
"Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro. Le dirás: Así dice el Señor Yahveh: Eras el sello de una obra maestra, lleno de sabiduría, acabado en belleza. En Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación. Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego. Fuiste perfecto en su conducta desde el día de tu creación, hasta el día en que se halló en ti iniquidad. Por la amplitud de tu comercio se ha llenado tu interior de violencia, y has pecado. Y yo te he degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría por causa de tu esplendor. Yo te he precipitado en tierra, te he expuesto como espectáculo a los reyes. Por la multitud de tus culpas por la inmoralidad de tu comercio, has profanado tus santuarios. Y yo he sacado de ti mismo el fuego que te ha devorado; te he reducido a ceniza sobre la tierra, a los ojos de todos los que te miraban. Todos los pueblos que te conocían están pasmados por ti. Eres un objeto de espanto, y has desaparecido para siempre." (Ez 28.12-19)
Puede apreciarse que en un mismo mensaje tiene doble destinatario: va dirigido a Satanás pero también a un engreído rey humano. Aunque el mensaje va para el rey de Tiro, se dice que era ‘querubín protector’, que estaba en el Edén, pero luego fue “precipitado a tierra”... La soberbia fue lo que caracterizó todo el proceso de rebeldía. Satanás y los suyos pretendían asemejarse a Dios. Precisamente la soberbia es considerada como el más grave pecado (Salmos 18:14). De ella se derivaron todas las clases de perdición (Tobías 4:14). “Ciertamente la soberbia creará contienda…” (Proverbios 13:10; Habacuc 2:5).
Puede resumirse que Lucifer era un ángel muy hermoso que por soberbia se rebeló contra Dios, queriendo ser como él, y fue denigrado como castigo, junto con el ejército de ángeles rebeldes que arrastró consigo, siendo desde ese momento reconocido como un Ángel caído. Desde su rebelión es denominado "adversario" (en hebreo Satán -Satanás).
Dicha caída es lo que se relata en el Génesis, cuando Satanás es simbolizado como "la serpiente".
Durante los tiempos antiguos -Antiguo Testamento- Satanás estaba en el ámbito terrestre (había perdido su condición de querubín celestial), pero podía retornar al cielo. El relato de Job permite esa deducción:
Y dijo el Señor a Satán: ¿De dónde vienes tú? Y respondió Satán: He dado la vuelta por la tierra(Job 1:7; 2:2)
Siglos después, en tiempos de Jesús, estaba siendo juzgado (Jn 16:11), pero aún no había ocurrido lo fundamental. Jesús explica que el Reino de Dios tiene como fin contrarrestar "la autoridad y poder de Satanás". Para confinarlo en tierra (sin retorno al cielo) era indispensable el sacrificio de Cristo. Eso fue lo determinante.
·         “... la sangre del Cordero” determinó que “no tenga más lugar en el cielo”. (Apocalipsis 12 lo expresa en los versículos 11 y 8). Luego, la acción de arrojarlo por tierra es efectuada por el arcángel Miguel con sus ángeles. Las implicancias de ese hecho se describen en Apocalipsis 12 versículos 7 al 11.
Para el diablo, lo trágico es que si antes podía subir al cielo (Zac 3:1), desde el triunfo de Cristo ha perdido ese privilegio, o sea, no puede volver hasta aquél nivel como “acusador” (Ap.12:8). Por eso la alegría celestial:
alegraos, ¡oh cielos, y los que moráis en ellos! ¡¬Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira...(Ap. 12:12) Tales circunstancias serían las que se viven desde el Siglo I en adelante.
El judaísmo consideraba a Lucifer y a Satanás como dos entidades separadas. Igualmente el gnosticismo considera a Satanás y a Lucifer dos personajes completamente diferentes, siendo el primero un terrible demonio y el segundo la sombra del logos, el divino tentador, el entrenador psicológico, aquel que pone a prueba al adepto para lograr la iniciación.
En el cristianismo ambos conceptos son identificados con el Diablo (Apocalipsis 12,9). La diferenciación radica en que Lucifer es el nombre del "Príncipe de los demonios" como ángel antes de su caída; y el nombre de "Satán" o Satanás, el que adopta después. (Ya que "Lucifer" significa en latín "portador de luz", mientras que "Satán" es "adversario" en hebreo).
Por lo demás, Lucifer forma parte también del panteón de deidades vuduistas, hecho éste que hace ostensible, una vez más, el carácter sincrético de este culto.
Diferencias entre judaísmo, cristianismo e islamismo
La visión que tienen las tres religiones monoteístas de Lucifer varía tremendamente. Mientras que para los judíos Lucifer, Satán y Belcebú son tres entidades diferentes, Lucifer es un término metafórico para referirse al Rey de Babilonia en el Libro hebreo de Isaías Cap. 14, Satanás es un miembro de la Corte Celestial que ejerce como Procurador o Fiscal del Cielo, que asesora a Dios como una especie de acusador y Belcebú un ídolo que se adoraba en la ciudad filistea de Ecrón en los tiempos del Reino de Israel.
Los cristianos ven en Lucifer y Satán a la misma entidad; un ser demoniaco, malvado, el Ángel Rebelde que inició una revolución contra Dios en aras de derrotarlo y no someterse a su voluntad; solo que con diferentes nombres, pero una misma entidad. Para los cristianos, el Diablo es la personificación de toda la maldad del Universo, el origen de todo mal. Belcebú es el segundo demonio más poderoso por orden jerárquico, llamado señor de las moscas pues es considerado en el cristianismo que hay orden jerárquico en el cielo y también en el infierno.
Los católicos en su catecismo en su numeral 391 consideran que "El Diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a si mismos malos", y en el numeral 392 del mismo catecismo que "esta caída consiste en la elección libre de estos espíritus que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y a su Reino". es decir que para los católicos, Lucifer se condeno a si mismo eligiendo voluntariamente el mal, y las decisiones de los ángeles sean buenos o malos son irrevocables según el numeral 393 del mismo catecismo.
Según varias religiones, Lucifer fue en un principio uno de los ángeles más bellos al servicio de Dios.
La religión nacional de Kurdistán, aún seguida por unos 200.000 individuos, es una religión que rinde culto a los ángeles, particularmente a Melek Taws, el Ángel Pavorreal que se supone es Lucifer y que, aunque según dicha religión, se rebeló contra Dios para darle a la Humanidad la sabiduría, Dios lo perdonó y restauró como su ángel predilecto.
También en el Popol Vuh, el libro sagrado de los Maya-Quiché se menciona a un ser que parece hacer referencia Lucifer: Vucub-Caquix (Siete Guacamayos rojos); es decir un personaje resplandeciente como el fuego. El decía: —

“Yo soy el Sol, la claridad, la Luna. Grande es mi esplendor. Por mí caminarán y vencerán los hombres. Porque de plata son mis ojos, resplandecientes como piedras preciosas, como esmeraldas; mis dientes brillan como piedras finas, semejantes a la faz del cielo. Mi nariz brilla de lejos como la Luna, mi trono es de plata y la faz de la Tierra se ilumina cuando salgo frente a mi trono. Así, pues, yo soy el Sol, yo soy la Luna...—Yo soy el que sacudo el cielo y conmuevo toda la tierra...se vanagloriaba únicamente de sus plumas y riquezas”.

En D&C 76:25-29 dice: "...un ángel de Dios que tenía autoridad delante de Dios, el cual se rebeló en contra del Hijo Unigénito, a quien el Padre amaba y el cual estaba en el seno del Padre, fue arrojado de la presencia de Dios y del Hijo, y fue llamado Perdición, porque los cielos lloraron por él; y era Lucifer, un hijo de la mañana.Y vimos; y he aquí, ¡ha acaído, un hijo de la mañana ha caído! Y mientras nos hallábamos aún en el Espíritu, el Señor nos mandó que escribiésemos la visión; porque vimos a Satanás, la serpiente antigua, sí, el diablo, que se rebeló contra Dios y procuró usurpar el reino de nuestro Dios y su Cristo; por tanto, les hace la guerra a los santos de Dios, y los rodea por todos lados”.
En Moises 4:1-4, se lee:  "...es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra. Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre. Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito; y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz”.

Satanás, y todo lo que él significa, no es algo exclusivo de la religión cristiano judía. Todos los pueblos tienen sus demonios, sus fuerzas malignas, sus divinidades o cuasi-dioses del mal, sus luchas contra el Principio Bueno, sus explicaciones de ciertos fenómenos catastróficos, enfermedades, muertes violentas, cataclismos, que no pueden provenir de las divinidades que son benignas.
Eso al menos creían, y creen sus seguidores.

El pueblo judío, a lo largo de los siglos, fue también dando respuesta a sus interrogantes sobre el mal; ¡y si Yahveh Dios era justo, el mal no podía provenir más que de la maldad o el pecado de los hombres! Los justos recibían bienes y prosperidad, y los malos y pecadores castigos y desdichas. Conforme pasó el tiempo se iba viendo que había hombres injustos y pecadores a los que les iba bien en la vida, mientras otros que, a los ojos de todos eran santos y buenos vivían en la desdicha y la miseria.

En respuesta a ello tenemos la figura literaria de Job. En el libro bíblico de igual nombre se nos presenta a Job como «hombre cabal, recto, que temía a Dios y se apartaba del mal». Era un hombre próspero y bendecido por Dios con hijos e hijas y mucho ganado, el máximo bien material en aquellas sociedades patriarcales. «Este hombre —dice el relato— era el más grande de Oriente». Posteriormente, el texto continúa con un “juego” entre Dios y el Satán para probar si de verdad tal dechado de virtudes es cierto. Al Satán se le permite arruinarle, matarle sus animales, matar a sus hijos, acuchillar a sus criados, todo menos ponerle una
mano encima a Job. No obstante, el Satán le pidió a Dios algo más: «herirle con una llaga maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza». En el fondo del relato es el Satán —como «deidad» inferior en esta religión a Yahveh Dios— el causante del mal, porque Dios no es la causa de los males.

En las primeras culturas ya tenemos la figura del mal. En algunas de ellas el creador del mundo no es el mismo Ser Supremo, sino una especie de semidios o demiurgo. En algunas otras esta figura es un Principio poderoso y luchador contra el Supremo-Bien. Analizando los pueblos primitivos que viven aún hoy podemos acercarnos a entender algunas de estas afirmaciones. Así, los bosquimanos consideran a Kaagen, la mantis religiosa, como el demiurgo creador del mundo. Ella será la personificación de las maldades y la creadora de la luna, el astro opuesto, según su cosmología, al sol, astro real y símbolo del bien.

Una etnia en Bengala, los khond, creen en la divinidad Turi Pennu, en oposición a Bella Pennu, Ser Supremo y creador. Turi Pennu es quien ha traído el caos, el desorden cósmico y el moral —muy interesante la distinción entre ambas esferas de “males”—, y es la responsable de la infelicidad de la raza humana.

Tenemos demonios en todas las culturas. Pasemos a algunas de las más sobresalientes en la historia de las civilizaciones por su influencia en la actualidad de nuestro mundo occidental.

·         Grecia:  Hades o Adoneo, «Señor de las Tinieblas». El infierno griego es un lugar que en principio se situó más allá del océano, pasando luego a las profundidades del mundo. Allí están los muertos, es el reino de la desolación, donde la luz no existe y las tinieblas lo dominan todo. Es un rincón de tristezas, lamentos y dificultades para los difuntos. Es quien se hace cargo de las riquezas de los muertos, de ahí que su nombre también sea Plutón («plutos» en griego es riqueza). Su mujer es Perséfone y se la asocia con el cambio de vida y muerte estacional. Más tarde Hécate será asociada a este mundo en tanto reina de los espectros. En este mundo del terror podemos encontrar a Empusa, caníbal, y que a veces adopta la figura de mujer; Eurinoma, que devora la carne de los recién fallecidos; Caronte, el remero del río Aqueronte, el río de los muertos; el perro de múltiples cabezas, Cervero, que se alimenta de carne de hombre vivos; las Ceres, divinidades que surgen de lo profundo con la intención de chupar la sangre a los moribundos, o durante las batallas alimentarse de los muertos.

Son algunos de los múltiples emblemas de lo satánico en la cultura griega, enormemente poblada de representaciones malvadas y criminales.

·         Roma:  El universo religioso de Grecia fue asumido por la utilitarista Roma.
No obstante, se le sumaron divinidades maléficas de la cultura itálica y etrusca.
De esta manera tenemos a los Striges, que chupan la sangre a los recién nacidos;
Consus es la divinidad de los sacrificios sanguinarios, o los Faunos, símbolos de la fuerza sexual, del bestialismo, de los sueños terroríficos. También están los Manes, espíritus de los difuntos, que en determinados días se desbocaban sembrando el terror entre los suyos en su ciudad. Aparte existían otras divinidades que se asociaban a las fiebres, como Februa, etc.

·         Germanos: Su nombre es Loki. Es un dios, y sin embargo es la maldad.
Representa el desenfreno, la libertad absoluta, y por ello destructiva. No se ata a ninguna norma, nada le coharta, nadie le impone nada. Loki es la figura del egoísmo más absoluto, autotendente y solipsista. Por ello en el final será el destructor del cosmos, y de los dioses mismos. Es el símbolo también del fuego, del rayo que cae en los bosques, es la aniquilación. De muchas mujeres o figuras femeninas tuvo hijos, como el lobo Fenrir, Hel (Infierno) o la serpiente Jörmungaard.
En las puertas del infierno o Hel tenemos al perro Garmr. Su pelaje está empapado en sangre, sangre de los muertos que intentaron huir de la región de la Niebla. También podemos encontrar el Mundo de los Gigantes, el Utgard. Los gigantes son caníbales, comen a sus prisioneros, congelan las aguas, lanzan rayos, provocan erupciones y terremotos.

·         Celtas: Poco se sabe de la demonología celta. Lo que sí es cierto es que creían en la existencia de los Fomoré, dioses relacionados con el cambio de clima, el fin de las cosechas, la muerte de la vegetación, la llegada de las nieblas y las nieves. Algunos Fomoré son Balor, que a pesar de tener un solo ojo podía con él destruir todo aquello que mirara; Bres —hijo de Balor—, Padre de la Tiniebla; Indech, diosa de los Submundos; Net, Señor de las Guerras; o Tethra, Señor de los Muertos.

·         India: Los asura son los dioses de la oposición a la bondad. Druh son los dioses de la mentira, y Raksasa las divinidades del agravio, de los muertos vengadores.

Yathudhamas son los inspiradores de la brujería, los que hacen inválidos los sacrificios a los dioses, mientras que Pishaca son los dioses devoradores de carne humana.

Arbudi es el dios de la muerte del enemigo en el campo
de batalla.

Rudra es otro dios de lo nefasto, destructor de mortales, de campos, devastador de ciudades, siempre ligado a escuadras de demonios. Múltiples son los dioses de lo malvado en la India, y ello sin hablar de los relacionados con la enfermedad, como Takman.

·         China:  Kuei era en la China antigua el alma de los muertos y los espíritus del mal. Desarrollándose darían lugar a los demonios trasgos, duendes, los demonios sin cabeza, los espíritus de las rocas, los demonios de los pantanos, las montañas, los que comen carne humana, el demonio de la sequía y el de la enfermedad.

·         Japón:  El sintoísmo nos habla de Susanowo, el Señor del Huracán, eterno enemigo de la diosa del sol. Los Kappa son los que hacen insana el agua de los manantiales. Relacionados con los volcanes tenemos a Ika-tsuchi, las ocho divinidades salidas del cuerpo en putrefacción de Izanami.

Entre otros podemos nombrar a los presentes en Yomitsukuni, el país de las tinieblas de los muertos, o los existentes en la Tierra de las Raíces y en el Manantial Amarillo. El budismo en el Japón absorberá algunas de estas divinidades y representaciones. Hablará de ocho infiernos ardientes y ocho helados. Estos están poblados de diablos (oni). Tras la muerte, el difunto pasa delante del diablo que reina en el infierno, Emmao. Mediante la ayuda de un demonio con dos cabezas —que con los ojos de su cara femenina ve los pecados secretos, y con la nariz de su faz masculina huele las malas acciones— , es revisada toda su vida.

·         Egipto: Apopi  es la serpiente de las tinieblas, símbolo de tempestades, lluvias fuera de tiempo, hielo y granizo. Es el gran enemigo de Ra y devorador de cadáveres. Este gran diablo tiene su corte de demonios. Es, como podemos ver, el símbolo del horror en una cultura trenzada por el Nilo y las cosechas ligadas a él.

En la lucha entre Osiris y Seth encontramos en este último la personificación de la guerra. Se corresponde también con las fuerzas desatadas de la naturaleza.

La diosa Pakhet es otra divinidad del mal. Se la considera moradora de desiertos y se la representa con forma de leona. También Sekhet es demonio ligado a las guerras y al combate. En Egipto muchas enfermedades eran también supuestas efecto de demonios varios o por la presencia de espíritus en el enfermo.

·         Hispanoamérica: Los incas creían que ciertas enfermedades eran producto de la acción de fuerzas maléficas. De esta cultura apenas tenemos datos de figuras demoníacas. Los mayas nos ofrecen un mayor conocimiento de su panteón satánico. Existen nueve mundos subterráneos, siendo el noveno el Mitnal o Infierno. Eckchuah es el dios de la guerra e Ixchel es la Vieja, diosa de la muerte. Su religiosidad es dualista y está basada en gran parte en la armonía existente, de tal forma que el equilibrio cósmico se mantenga. Los aztecas nos muestran a Tezcatlipoca, a veces metamorfoseado en el jaguar o el ocelote, símbolo de la tiniebla, el desorden y las desgracias para los hombres, en continua lucha con el águila, símbolo del sol, del dios del Bien.

Otros demonios de los aztecas eran Coatlicue, destructora del cosmos, engullidora de los astros y patrona de los submundos, o Tlazolteotl, Diosa de lo impuro, en cuyo honor se tributaban danzas fálicas.

·         Mesopotamia: Aquí radica la raíz de lo que será el panteón de ángeles y demonios del judaísmo y del posterior cristianismo y del islam. Ushum-Gal es un espíritu malvado. En el Reino de la Muerte está Meslamtea y Nonkital, su mujer, Señora de la Muerte. Sabemos de las prácticas exorcísticas mesopotámicas para librar a los afectados por los demonios: Un sacerdote ofrecía sacrificios, oraba sobre el afectado y realizaba rituales de expulsión.

Para los asirobabilonios Nergal es la diosa de la muerte, de las regiones inferiores, de la destrucción y de la guerra. Demonios también son los de las pestes, la malaria, el dolor de cabeza, la insolación, etc. Lamashtu es el demonio que hace abortar a las mujeres, robándole los hijos. Lilu y Lilitu son demonios relacionados con la lujuria, los placeres desordenados, la infecundidad. También aquellos que han tenido una muerte prematura, sin sentido, no esperada, o que no recibieron los correspondientes sacrificios y libaciones tras su defunción se convierten en demonios, llamados edimmu. Se dedican a asaltar a los caminantes, a aparecerse en la noche, a aterrorizar a los vivos haciéndolos morir de pánico. Tenemos figuras malvadas o malignas también en relación con las enfermedades, los escorpiones, los lobos, leones, los desastres naturales, etc.

·         Judaísmo:  El diablo es creación de Dios, y su función es la de probar al hombre. Es el ejemplo que vimos en el texto arriba citado del libro de Job. Es el tentador, el que pone a los hombres en el crisol, sometiéndolos a pruebas purificadoras donde se muestre de verdad si son fieles a Dios Yahveh o no. En el libro del Génesis tenemos el relato de la serpiente ligada al árbol del bien y del mal; es la figura del tentador. Con el correr del tiempo será ligado este animal a la figura de Satanás, de ahí quizás la parte final del relato donde Dios condena a la serpiente a reptar y a ser enemiga de los hombres.

Quizás tengamos aquí relaciones con los cultos a los dioses cananeos baales, cultos ligados a la serpiente. Sería enormemente complejo pararse a estudiar toda la demonología presente en el judaísmo. Podemos afirmar que conforme el tiempo pasaba la demonología se iba perfilando, se hacía confluir en una figura, el diablo, todo el mal, se le hacía merecedor de los males de lohombres, se le convertía en opositor del hombre y de Yahveh. Otras figuras demoníacas del hebraísmo antiguo son las ligadas a enfermedades y al desierto, gran enemigo de los pueblos de esta zona geográfica.

Así, sedim son los demonios negros, a los que se les sacrificaba hijos e hijas; Lilit es un demonio del desierto relacionado con la tempestad y la lujuria; Azazel es el demonio de la expiación y también con morada en los desiertos...

Sirva lo expuesto para ampliar nuestro horizonte. Hemos de considerar el satanismo en su más amplio espectro. No podemos pensar en términos cristianos solamente. Para entender algunas manifestaciones de lo satánico, para comprender algunas doctrinas satánicas, rituales, causas, renacimiento de estos cultos, es preciso pensar con amplitud.

Satanismo cristiano
No obstante, es cierto que el marco en el que nos movemos es el cristiano, religiosamente y sobre todo culturalmente. Esto hace preciso entrar en mayor detalle en el conocimiento de la demonología cristiana.
En el final del judaísmo la influencia de la teología irania, con sus oposiciones Bien-Mal, penetró fuertemente, e hizo que se configurara un dios malvado
potente, una acentuación de la lucha entre potencias divinas. Esta será una fuente de lo que habrá de surgir tras la muerte de Jesús de Nazaret. La influencia del judaísmo fue también enorme, y no nos podemos olvidar de la teología paulina y todo el trasfondo de lucha con los movimientos gnósticos, divinidades, división cósmicas, etc.

En el Nuevo Testamento encontramos un vocabulario muy extenso sobre las divinidades del mal: El apelativo más usado es el de «Espíritu/-s maligno/-s» [76 veces], el griego «daimon» [1 vez], «daimonion» [63 veces], «Satanás» — calumniador, adversario— [36 veces], «diabolos» —el que divide— (36 veces), el Belcebú (Baál Zevuv), el dios de las moscas, Belial (significaría «nada» o «nulidad»), además de los apelativos «dragón», «serpiente», «maligno», «adversario», «enemigo», «acusador», «mentiroso», «homicida», «tentador», «dios
de este mundo», etc.

Son los términos que tenemos para hablar de la personificación del Mal. Es la serpiente del Génesis, el dragón del Apocalipsis, causante de males físicos, tentador de los hombres, padre de la mentira, perseguidor de los discípulos, destructor de la palabra evangélica, poseedor de su propio reino, aquel que se apoderó de los sentimientos de Judas. Puede también apoderarse de un hombre y hablar por mediación suya, tienen gran fuerza y pueden romper cadenas. No obstante, su poder está limitado por Dios, y los discípulos y apóstoles tienen autoridad sobre él, un poder que reciben a través de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.

Esto es suficiente para mostrar mínimamente las bases de las que surgirá luego el satanismo de corte cristiano que se irá desarrollando con los primeros autores cristianos y los posteriores textos medievales.

Según El Libro de Urantia:

LUCIFER era un brillante Hijo Lanonandek primario de Nebadon. Había servido en muchos sistemas, había sido un consejero elevado de su grupo, y se distinguía por su sabiduría, sagacidad y eficiencia. Lucero, o sea, Lucifer era el número 37 de su orden, y cuando fue comisionado por los Melquisedek, se le distinguió como una de las cien personalidades más hábiles y brillantes entre más de setecientos mil de su tipo.
Era uno de los tres Soberanos del Sistema en Nebadon que sucumbieron al impulso del yo y se rindieron a los sofismas de la libertad personal espuria —el rechazo de la lealtad universal y el descuido de las obligaciones fraternales, la ceguera a las relaciones cósmicas. En el universo de Nebadon, el dominio de Cristo Micael, hay diez mil sistemas de mundos habitados.

Al principio de la materialización de la creación universal se formuló el programa séptuple para organizar y gobernar los superuniversos,


EL  SUPERUNIVERSO Nº 7 SE DENOMINA ORVONTON, Y SU  CAPITAL  UVERSA
El superuniverso. Diez sectores mayores (aproximadamente 1.000.000.000.000 de planetas habitables) constituyen un superuniverso.
El inmenso sistema estelar de la Vía Láctea representa el núcleo central de Orvonton, que se encuentra mucho más allá de las fronteras de vuestro universo local.  

EL UNIVERSO SE DENOMINA NEBADON, Y SU CAPITAL SALVINGTON
En teoría, podéis pensar en Dios como Creador, y es el Creador personal del Paraíso y del universo central de perfección, pero los universos del tiempo y del espacio son todos creados y organizados por el cuerpo paradisiaco de los Hijos Creadores. El Padre Universal no es el creador personal del universo local de Nebadon; el universo en el que vivís es la creación de su Hijo Miguel (Jesús).

El universo local. Cien constelaciones (unos 10.000.000 de planetas habitables) constituyen un universo local. Norlatiadek es el nombre de nuestra constelación, su capital edentia.

SATANIA ES NUESTRO SISTEMA LOCAL Y SU CAPITAL JERUSEM 
URANTIA ES LA TIERRA 
Urantia pertenece a un sistema que se encuentra situado cerca de los límites exteriores de vuestro universo local; y vuestro universo local está atravesando actualmente la periferia de Orvonton.


Lucifer no era un ser ascendente; fue un Hijo creado del universo local, y de él se dijo: «Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti injusticia». Muchas veces había estado en consejo con los Altísimos de Edentia. Y Lucifer reinaba «sobre la montaña sagrada de Dios», la montaña administrativa de Jerusem, porque era el ejecutivo en jefe de un gran sistema de 607 mundos habitados.
Cada planeta habitado está dirigido por un Príncipe Planetario, y cada sistema local tiene una esfera arquitectónica como sede central, estando gobernada por un Soberano del Sistema.
a los gobernantes de estos siete superuniversos
se les llama con razón los Ancianos de los Días.
Orvonton es único en su naturaleza e individual en su destino, y lo mismo sucede con cada uno de los seis superuniversos asociados.
Lucifer era un ser magnífico, una personalidad brillante; estaba junto a los Padres Altísimos de la constelación en la línea directa de la autoridad universal. A pesar de la transgresión de Lucifer, antes del autootorgamiento de Micael (Jesús) en Urantia, las inteligencias subordinadas evitaron faltarle al respeto y desdeñarlo.
El juicio en tales asuntos pertenece a los Ancianos de los Días, los gobernantes del superuniverso.
Lucifer es ahora el Soberano caído y depuesto de Satania. La autocontemplación es sumamente desastrosa, aun para las personalidades excelsas del mundo celestial. De Lucifer se dijo: «Tu corazón se enalteció por tu hermosura; tu esplendor corrompió tu sabiduría». Vuestro antiguo profeta vio este triste estado cuando escribió: «¡Cómo caíste de los cielos, O Lucero, hijo de la mañana! ¡Cómo has sido derribado, tú que te atreviste a confundir a los mundos!».
Asignó a su primer ayudante, Satanás, para abogar por su causa en vuestro planeta. Satanás formaba parte del mismo grupo primario de Lanonandek pero no había actuado nunca como Soberano del Sistema; participó plenamente en la insurrección de Lucifer.
El «diablo» no es sino Caligastia, el Príncipe Planetario depuesto de Urantia y un Hijo de la orden secundaria de Lanonandek. Cuando Micael estaba en Urantia en la carne, Lucifer, Satanás y Caligastia se aliaron para precipitar el fracaso de la misión de autootorgamiento. Pero claramente fracasaron.
Abadón era el jefe del séquito de Caligastia. Siguió a su jefe en la rebelión y desde entonces ha actuado como jefe ejecutivo de los rebeldes de Urantia. Beelzebú era el líder de los seres intermedios desleales que se aliaron con las fuerzas del traicionero Caligastia.
El dragón se volvió finalmente la representación simbólica de todos estos personajes malvados. Cuando triunfó Micael, «Gabriel bajó de Salvington y encadenó al dragón (todos los líderes rebeldes) por una edad». De los rebeldes seráficos de Jerusem se ha escrito: «Y a los ángeles que no mantuvieron su estado primario sino que abandonaron su propia morada, aseguró con fuertes cadenas de oscuridad hasta el juicio del gran día».
Las Causas de la Rebelión
Lucifer y su primer asistente, Satanás, habían reinado en Jerusem por más de quinientos mil años cuando en su corazón comenzaron a alinearse contra el Padre Universal y su Hijo Micael (Jesús) por entonces vicegerente.
Creemos que la idea se originó y formó en la mente de Lucifer, y que pudo haber instigado dicha rebelión sin importar donde estuviera estacionado. Lucifer anunció primero sus planes a Satanás, pero se requirieron varios meses para que éste se convirtiera a las teorías rebeldes, se volvió un defensor atrevido y entusiasta de la «la autoaserción y libertad».
La idea de la autoaserción, en oposición a la voluntad de Micael y a los planes del Padre Universal, tal como los presentaba Micael, tuvo origen en su propia mente. Sus relaciones con el Hijo Creador habían sido íntimas y siempre cordiales.
A lo largo de este período Lucifer se volvió cada vez más crítico del plan total de la administración universal, pero siempre profesó lealtad sincera a los Gobernantes Supremos. Su primera deslealtad abierta se manifestó con motivo de una visita de Gabriel a Jerusem, apenas unos pocos días antes de la proclamación abierta de la Declaración Luciferina de Libertad.
Debe haber existido una vanagloria del yo que se alimentó hasta el punto del autoengaño, de modo que Lucifer, durante un período, verdaderamente se convenció de que su idea rebelde realmente redundaría en el bien del sistema, si no del universo entero.
En algún momento durante esta experiencia se volvió insincero, y el mal evolucionó en pecado deliberado y volitivo.
Durante mucho tiempo se le ofreció la oportunidad de arrepentirse, pero tan sólo algunos de sus subordinados aceptaron la misericordia ofrecida.
Fue siempre rechazada y rechazada con desprecio y desdén cada vez mayores.
El Manifiesto de Lucifer
la explosión final tomó la forma de la Declaración Luciferina de Libertad, en su llamado a las ‘inteligencias amantes de la libertad, librepensadoras, y visionarias, en los mundos mal gobernados y mal administrados de Satania'.
La causa de los rebeldes se expresó bajo tres encabezamientos:
1.     La realidad del Padre Universal.
Lucifer alegaba que el Padre Universal en realidad no existía, que la gravedad física y la energía espacial eran inherentes al universo, y que el Padre era un mito inventado por los Hijos Paradisiacos con el objeto de retener el gobierno de los universos en el nombre del Padre. Negó que la personalidad fuera un don del Padre Universal. Aun sugirió que los finalistas estaban en confabulación con los Hijos Paradisiacos para imponer el fraude sobre toda la creación, puesto que nunca volvían trayendo una idea muy clara de la personalidad auténtica del Padre tal como se la discierne en el Paraíso. Confundió reverencia por ignorancia. La acusación era enorme, terrible, y blasfema. Fue este ataque velado contra los finalistas el que sin duda influyó sobre los ciudadanos ascendentes por entonces en Jerusem para que éstos permanecieran firmes y se mantuvieran constantes en su resistencia a todas las propuestas rebeldes.
2. El gobierno universal del Hijo Creador - Micael.
Lucifer sostenía que los sistemas locales debían de ser autónomos. Protestó contra el derecho de Micael, el Hijo Creador, a la soberanía de Nebadon en nombre de un hipotético Padre Paradisiaco y la exigencia de que todas las personalidades reconocieran su lealtad a este Padre invisible. Afirmó que el entero plan de adoración era un esquema sagaz para agrandar a los Hijos Paradisiacos. Estaba dispuesto a reconocer a Micael como su Padre Creador, pero no como su Dios y gobernante legítimo.
Atacó con gran amargura el derecho de los Ancianos de los Días —«potentados extranjeros»— de interferir en los asuntos de los sistemas y universos locales. Denunció estos gobernantes como tiranos y usurpadores. Exhortó a sus seguidores a que creyeran que ninguno de estos gobernantes podía hacer nada para interferir en la operación de la autonomía completa si los hombres y los ángeles tenían el valor de afirmarse a sí mismos y reclamar atrevidamente sus derechos.
Sostenía que se podía impedir a los ejecutores de los Ancianos de los Días actuar en los sistemas locales si los seres nativos se atrevían a afirmar su propia independencia. Mantenía que la inmortalidad era inherente en las personalidades del sistema, que la resurrección era natural y automática, y que todos los seres vivirían eternamente salvo cuando se lo impidiesen acciones arbitrarias e injustas de los ejecutantes de los Ancianos de los Días.
2.El ataque contra el plan universal de capacitación de los mortales ascendentes.
Lucifer sostenía que se gastaba demasiado tiempo y energía en el esquema de capacitar en forma tan completa a los mortales ascendentes sobre los principios de la administración del universo, principios que según él, eran poco éticos pero irracionales. Protestó contra el programa que duraba una entera edad de preparación de los mortales del espacio para un destino desconocido y señaló la presencia del cuerpo de los finalistas en Jerusem como prueba de que estos mortales habían pasado edades preparándose para un destino de pura ficción. Burlonamente señaló que los finalistas habían encontrado un destino no más glorioso que el de volver a las humildes esferas similares a las de su propio origen. Sugirió que demasiada disciplina y capacitación prolongada les habían corrompido y que eran traidores de sus semejantes mortales puesto que ahora cooperaban en un esquema de esclavización de la creación entera a las ficciones de un mítico destino eterno para los mortales ascendentes. Advocó que los ascendenteros debían disfrutar de la libertad de autodeterminación individual. Desafió y condenó el entero plan de ascensión mortal tal como estaba patrocinado por los Hijos de Dios Paradisiacos y apoyado por el Espíritu Infinito.
Y fue con una Declaración de Libertad de este tipo que Lucifer lanzó su orgía de oscuridad y muerte.
El Estallido de la Rebelión
El manifiesto de Lucifer fue emitido en el cónclave anual de Satania en el mar de cristal, en presencia de las huestes reunidas de Jerusem, el último día del año, alrededor de doscientos mil años atrás, tiempo de Urantia (la tierra). Satanás proclamó que se podrían adorar las fuerzas universales -físicas, intelectuales y espirituales- pero que tan sólo se podrá tener lealtad al gobernante presente y actual, Lucifer, el «amigo de los hombres y de los ángeles» y el «Dios de la libertad».
La autoaserción fue el grito de batalla de la rebelión de Lucifer. Uno de sus argumentos principales fue que, si el autogobierno era bueno y justo para los Melquisedek y otros grupos, debía de ser igualmente bueno para todas las órdenes de inteligencia. Fue atrevido y persistente en advocar la «igualdad de la mente» y «la hermandad de la inteligencia». Afirmaba que todo gobierno debía limitarse a los planetas locales y a su confederación voluntaria en los sistemas locales. Rechazaba toda la demás supervisión. Prometió a los Príncipes Planetarios que gobernarían los mundos como ejecutivos supremos. Denunció la ubicación de las actividades legislativas en la sede central de la constelación y la conducta de los asuntos judiciales en la capital del universo. Sostenía que todas estas funciones de gobierno debían estar concentradas en las capitales de los sistemas y procedió a establecer su propia asamblea legislativa y organizó sus propios tribunales bajo la jurisdicción de Satanás. Y llamó a los príncipes de los mundos apóstatas para que hicieran lo mismo.
Todo el gabinete administrativo de Lucifer le siguió y todos prestaron juramento públicamente como funcionarios de la administración del nuevo jefe de «mundos y sistemas liberados». Lucifer y Satanás deambularon libremente por el sistema de Satania hasta que se completó la misión de autootorgamiento de Micael en Urantia. Estuvieron juntos en vuestro mundo por última vez en el momento de su ataque combinado contra el Hijo del Hombre. Cuando los Príncipes Planetarios, los «Hijos de Dios» se congregaban periódicamente, «Satanás también concurría», afirmando que representaba a todos los mundos aislados de los Príncipes Planetarios caídos. Pero, desde el autootorgamiento final de Micael no se le volvió a acordar dicha libertad en Jerusem. Posteriormente a sus esfuerzos por corromper a Micael durante su autootorgamiento en la carne, toda compasión por Lucifer y Satanás ha perecido en todo Satania, o sea, fuera de los mundos aislados de pecado.
Aunque han habido dos rebeliones previas en Nebadon, éstas acontecieron en constelaciones distantes. Lucifer sostenía que estas insurrecciones no habían triunfado porque la mayoría de las inteligencias fracasó en seguir a sus líderes. Opinaba que «el gobierno pertenece a las mayorías», que «la mente es infalible». La libertad que le brindaron los gobernantes universales aparentemente contribuyó a alimentar muchas de sus opiniones nefastas. Desafió a todos sus superiores; sin embargo no parecieron tomar nota de sus acciones. Se le permitió proseguir en su plan seductor sin obstáculos ni frenos.
Todas las demoras misericordiosas de la justicia, las señaló Lucifer como prueba de la incapacidad de los Hijos Paradisiacos para detener la rebelión. Él desafiaba abiertamente y en forma arrogante a Micael, a Emanuel, a los Ancianos de los Días y luego señalaba el hecho de que no se había producido acción alguna, como prueba positiva de la impotencia de los gobiernos universales y superuniversales.
Gabriel estaba presente personalmente a lo largo de todos estos procedimientos desleales y tan sólo anunció que él, a su debido tiempo, hablaría por Micael, y que todos los seres tendrían libertad y no serían molestados en su elección; que el «gobierno de los Hijos en nombre del Padre tan sólo deseaba lealtad y devoción voluntarias, sinceras y a prueba de sofismas».
Se le permitió a Lucifer establecer completamente y organizar totalmente su gobierno rebelde, antes de que Gabriel hiciera esfuerzo alguno por disputar su derecho a la secesión ni por contrarrestar la propaganda rebelde. Pero los Padres de la Constelación inmediatamente confinaron la acción de estas personalidades desleales al sistema de Satania. Sin embargo, esta demora fue un período de gran prueba y comprueba para los seres leales de toda Satania. Durante varios años todo fue caótico, y hubo gran confusión en los mundos de estancia.
La Naturaleza del Conflicto
Cuando estalló la rebelión de Satania, Micael se aconsejó con su hermano Paradisiaco, Emanuel. Después de esta conferencia pletórica, Micael anunció que seguiría la misma política que había caracterizado su trato en levantamientos similares en el pasado, o sea, una actitud de no interferencia.
En el momento de esta rebelión y de las dos que la precedieron no existía una autoridad soberana absoluta y personal en el universo de Nebadon. Micael gobernaba por derecho divino, como vicegerente del Padre Universal, pero aún no por su propio derecho personal. No había completado su carrera de autootorgamiento; aún no se le había otorgado de «todo el poder en el cielo y en la tierra».
Desde el momento en que estalló la rebelión hasta el día de su coronación como soberano gobernante de Nebadon, Micael no interfirió jamás con las fuerzas rebeldes de Lucifer; se les permitió a éstas seguir un curso libre por casi doscientos mil años del tiempo urantiano. Cristo Micael tiene ahora amplio poder y autoridad para tratar pronta y aun sumariamente tales estallidos de deslealtad, pero no creemos que esta autoridad soberana le conduzca a actuar en forma diferente si se produce otro levantamiento semejante.
Puesto que Micael eligió mantenerse al margen de la actividad de guerra de la rebelión de Lucifer, Gabriel convocó su séquito personal en Edentia y, por consejo de los Altísimos, eligió asumir el mando de las huestes leales de Satania. Micael permaneció en Salvington mientras que Gabriel prosiguió a Jerusem, y estableciéndose en la esfera dedicada al Padre —el mismo Padre Universal cuya personalidad Lucifer y Satanás ponían en duda—, en la presencia de las huestes reunidas de las personalidades leales, izó la bandera de Micael, el emblema material del gobierno Trinitario de toda la creación, los tres círculos concéntricos azules sobre un fondo blanco.
El emblema de Lucifer era una bandera blanca con un círculo rojo, en el centro del cual aparecía un sólido círculo negro.
«Había guerra en los cielos; el comandante de Micael y sus ángeles lucharon contra el dragón (Lucifer, Satanás y los príncipes apóstatas); y el dragón y sus ángeles rebeldes lucharon pero no prevalecieron». Esta «guerra en los cielos» no fue una batalla física tal como se la puede concebir en Urantia. En los primeros días de la lucha Lucifer permaneció continuamente en el anfiteatro planetario. Gabriel condujo una exposición incesante de los sofismas rebeldes desde su sede central situada en las cercanías. Las varias personalidades presentes en la esfera que tuvieran duda en cuanto a su actitud se trasladaban de uno a otro sitio, escuchando las disertaciones hasta llegar a una decisión final.
Pero esta guerra en los cielos fue muy terrible y muy real. Aunque no exhibía ninguna de las barbaridades tan características de la guerra física en los mundos inmaduros, este conflicto era mucho más mortífero; la vida material corre peligro en el combate material, pero la guerra en los cielos se peleó en términos de vida eterna.
Un Comandante Seráfico Leal
Hubo muchas acciones nobles e inspiradoras de devoción y lealtad que realizaron numerosas personalidades durante el período que cursó entre el estallido de las hostilidades y la llegada del nuevo gobernante del sistema y de su séquito. Pero la más emocionante de todas estas hazañas valerosas de devoción fue la valiente conducta de Manotia, el segundo en la línea de mando de los serafines de la sede central de Satania. Este ángel aún sirve en Urantia, actuando como jefe asociado de los serafines.
Cuando estalló la rebelión en Jerusem, el jefe de las huestes seráficas abrazó la causa de Lucifer. El líder seráfico estaba espiritualmente cegado por la personalidad brillante de Lucifer; sus maneras encantadoras fascinaban a las órdenes más bajas de seres celestiales. Simplemente no podían comprender que fuese posible que una personalidad tan deslumbrante errara.
Hubo un tremendo levantamiento en Jerusem, pero ni uno de los serafines leales sufrió daño.
La Historia de la Rebelión
La rebelión de Lucifer abarcó todo el sistema. Treinta y siete Príncipes Planetarios en secesión entregaron las administraciones de sus mundos a las filas del archirrebelde. Sólo en Panoptia el Príncipe Planetario fracasó en arrastrar a su pueblo a la rebelión. En este mundo, bajo la guía de los Melquisedek el pueblo se congregó en apoyo de Micael. Elanora, una joven de ese reino mortal, tomó el liderazgo de las razas humanas, y ni una sola alma de ese mundo trastornado por las luchas se enlistó bajo la bandera de Lucifer. Y desde aquel entonces, estos leales panoptianos han servido en el séptimo mundo de transición de Jerusem como cuidadores y constructores en la esfera del Padre y en sus siete mundos de detención que la rodean. Los panoptianos no sólo actúan como custodios literales de estos mundos, sino que también ejecutan las órdenes personales de Micael para el embellecimiento de estas esferas para una utilización desconocida del futuro. Hacen este trabajo mientras se detienen ahí, en el camino a Edentia.
Durante todo este período, Caligastia advocaba la causa de Lucifer en Urantia. Los Melquisedek se opusieron hábilmente al apóstata Príncipe Planetario, pero los sofismas de la libertad sin frenos y las ilusiones de la autoaserción tuvieron todas las oportunidades para engañar a los pueblos primitivos de un mundo joven y no desarrollado.
La propaganda para la secesión hubo de llevarse a cabo mediante el esfuerzo personal, porque se había suspendido el servicio de emisión y todas las demás avenidas de comunicación interplanetaria por acción de los supervisores de los circuitos del sistema. En el momento del estallido de la insurrección, todo el sistema de Satania fue aislado de los circuitos de la constelación y también los del universo. Durante este período, todos los mensajes que llegaban y salían eran despachados por agentes seráficos y Mensajeros Solitarios. Los circuitos a los mundos caídos también estaban cortados, de modo que Lucifer no podía utilizar esta avenida para fomentar su esquema nefasto. Y mientras el archirrebelde viva dentro de los confines de Satania no se volverán a establecer estos circuitos.
Ésta fue una rebelión Lanonandek. Las órdenes más altas de filiación del universo local no se unieron a la secesión de Lucifer, aunque algunos de los Portadores de Vida estacionados en los planetas rebeldes estuvieron un tanto influidos por la rebelión de los príncipes desleales. Ninguno de los Hijos Trinidizados se descarrió. Los Melquisedek, los arcángeles y las Estrellas Brillantes Vespertinas se mantuvieron todos leales a Micael y, con Gabriel, lucharon valientemente por la voluntad del Padre y el gobierno del Hijo.
Ningún ser de origen en el Paraíso participó en la deslealtad. Juntamente con los Mensajeros Solitarios, establecieron su sede en el mundo del Espíritu y permanecieron bajo el liderazgo del Fiel de los Días en Edentia. Ninguno de los conciliadores traicionó, tampoco ni se descarrió uno solo de los Registradores Celestiales. Pero hubo grandes pérdidas entre los Compañeros Morontiales y los Maestros de los Mundos de Estancia.
De la orden suprema de los serafines, no se perdió ni un solo ángel, pero un grupo considerable de la orden siguiente, la orden superior, fue engañado y engatusado. Del mismo modo se descarriaron algunos de la orden tercera o supervisora de ángeles. Pero el colapso terrible se produjo en el cuarto grupo, los ángeles administradores, o sea los serafines que están normalmente asignados al servicio de las capitales de los sistemas. Manotia salvó a casi dos tercios de ellos, pero un poco más de un tercio siguieron a su jefe uniéndose a las filas rebeldes. Un tercio de todos los querubines de Jerusem vinculados a los ángeles administradores se perdieron con sus serafines desleales.
De los auxiliares angélicos planetarios, los asignados a los Hijos Materiales, aproximadamente un tercio fueron engañados, y casi diez por ciento de los ministros de transición fueron engatusados. Juan vio esto simbólicamente cuando escribió del gran dragón rojo, diciendo: «Y su cola atrajo a una tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó a la obscuridad».
La pérdida más grande aconteció en las filas angélicas, pero la mayoría de las órdenes más bajas de inteligencia participaron en la deslealtad. De los 681.217 Hijos Materiales perdidos en Satania, el noventa y cinco por ciento se perdieron en la rebelión de Lucifer. Grandes números de seres intermedios se perdieron en los planetas individuales cuyos Príncipes Planetarios abrazaron la causa de Lucifer.
En muchos aspectos esta rebelión fue la más desastrosa y de mayor magnitud de todos estos sucesos en Nebadon. Hubo más personalidades comprometidas en esta insurrección que en las otras dos juntas. Es deshonor eterno para ellos que los emisarios de Lucifer y Satanás no exceptuaron las guarderías de capacitación de infantes en el planeta cultural finalista, sino que más bien intentaron corromper estas mentes en desarrollo misericordiosamente salvadas de los mundos evolucionarios.
Los mortales ascendentes eran vulnerables, pero resistieron a los sofismas de la rebelión mejor que los espíritus más bajos. Aunque cayeron muchos en los mundos de estancia más bajos, aquellos que no habían logrado la fusión final con sus Ajustadores, está registrado para gloria de la sabiduría del esquema de ascensión que ni uno solo de los integrantes de la ciudadanía ascendente de Satania residentes en Jerusem participó en la rebelión de Lucifer.
Hora tras hora y día tras día las estaciones emisoras de todo Nebadon estaban repletas de ansiosos observadores de toda clase imaginable de inteligencias celestiales, que examinaban ávidamente los boletines sobre la rebelión de Satania y se regocijaban al oír narrar continuamente los informes de la lealtad inflexible de los mortales ascendentes que, bajo el liderazgo Melquisedek, triunfaron en su resistencia a los esfuerzos combinados y prolongados de todas las sutiles fuerzas del mal que tan rápidamente se habían congregado bajo el estandarte de la secesión y el pecado.
Pasaron más de dos años de tiempo del sistema entre el comienzo de la «guerra en los cielos» y la instalación del sucesor de Lucifer. Pero finalmente llegó el nuevo Soberano al mar de cristal con su séquito. Me encontraba entre las reservas movilizadas en Edentia por Gabriel, y recuerdo bien el primer mensaje de Lanaforge al Padre de la Constelación de Norlatiadek. Decía: «No se ha perdido un solo ciudadano de Jerusem. Todos los mortales ascendentes sobrevivieron la dura prueba y surgieron de la comprueba crucial triunfadores y victoriosos». Y este mensaje llegó a Salvington, Uversa y el Paraíso, transmitiendo la certidumbre de que la experiencia de sobrevivir en la ascensión mortal es la mayor protección contra la rebelión y la salvaguardia más segura contra el pecado. Este noble grupo de mortales fieles de Jerusem sumaba 187.432.811.
Con la llegada de Lanaforge los archirrebeldes fueron derrocados y privados de todo poder gobernante, aunque se les permitió movilizarse libremente por Jerusem, las esferas morontiales, y aun los distintos mundos habitados. Ellos continuaron sus esfuerzos de decepción y seducción para confundir y descarriar las mentes de los hombres y de los ángeles. Pero en cuanto a su tarea en el monte administrativo de Jerusem, «no se halló ya lugar para ellos».
Aunque Lucifer fue privado de toda autoridad administrativa en Satania, no existía por aquel entonces ningún poder ni tribunal del universo local que pudiese detener o destruir a este maligno rebelde; en aquella época Micael no era un gobernante soberano. Los Ancianos de los Días apoyaron a los Padres de la Constelación en la toma del gobierno del sistema, pero no han emitido jamás ninguna decisión subsiguiente en las muchas apelaciones aun pendientes respecto del estado presente y de la disposición futura de Lucifer, Satanás y sus asociados.
Así pues, estos archirrebeldes pudieron deambular por todo el sistema en busca de la incursión ulterior de sus doctrinas de descontento y autoaserción. Pero en casi doscientos mil años urantianos han sido incapaces de engañar a otro mundo. No se ha perdido ningún mundo de Satania desde la caída de los treinta y siete, ni siquiera aquellos mundos más jóvenes que fueron poblados después del día de la rebelión.
El autootorgamiento de Micael (Jesús) terminó la rebelión de Lucifer en todo Satania fuera de los planetas de los Príncipes Planetarios apóstatas.
El Hijo del Hombre confiaba en el éxito, y sabía que su triunfo en vuestro mundo establecería por siempre el estado de sus enemigos de toda una edad, no solamente en Satania sino también en los otros dos sistemas adonde había penetrado el pecado. Hubo supervivencia para los mortales y certidumbre para los ángeles, cuando vuestro Maestro, en respuesta a las propuestas de Lucifer, respondió calmadamente y con certidumbre divina, «Vete detrás de mí, Satanás». Ése fue, en principio, el fin verdadero de la rebelión de Lucifer. Es verdad que los tribunales de Uversa aún no han emitido la decisión ejecutiva respecto de la apelación de Gabriel solicitando la destrucción de los rebeldes, pero un tal decreto indudablemente será emitido en la plenitud del tiempo, puesto que el primer paso en la adjudicación de este caso ya ha sido tomado.
El Hijo del Hombre reconoció a Caligastia como Príncipe técnico de Urantia hasta cerca del tiempo de su muerte.
Dijo Jesús: «Ahora es el juicio de este mundo; ahora caerá el Príncipe de este mundo». Luego aún más cerca de completar la misión de su vida anunció: «El Príncipe de este mundo es juzgado». Y es este mismo Príncipe derrocado y desacreditado que cierta vez fue llamado «Dios de Urantia».
Ningún espíritu caído tuvo jamás el poder de invadir la mente o de acosar las almas de los hijos de Dios. Ni Satanás ni Caligastia podrían tocar o acercarse a los hijos de Dios por la fe; la fe es una armadura eficaz contra el pecado y la iniquidad. Es verdad: «Aquel que nace de Dios se guarda y el maligno no le toca». En general, cuando se supone que los mortales débiles y disolutos están bajo la influencia de los diablos y demonios es que les dominan meramente sus propias tendencias inherentes y viles, siendo descarriados por sus propias propensiones naturales. Al diablo se ha acreditado mucho del mal que no le pertenece. Caligastia ha sido comparativamente impotente a partir de la cruz de Cristo.
Pero nadie duda de que, cuando se emita el veredicto de aniquilación, estas personalidades arrepentidas y salvadas serán eximidas del decreto de extinción.
El archiengañador no ha estado en Urantia desde los días en que intentó desviar a Micael del propósito de completar el autootorgamiento y establecerse final y certeramente como gobernante incondicional de Nebadon. Cuando Micael (Jesús) se volvió el jefe establecido del universo de Nebadon, Lucifer fue detenido por los agentes de los Ancianos de los Días de Uversa y desde entonces ha estado encarcelado en el satélite número uno del grupo del Padre de las esferas de transición de Jerusem. Y aquí los gobernantes de otros mundos contemplan el fin del Soberano infiel de Satania
Satanás está ahora incondicionalmente detenido en los mundos de prisión de Jerusem.
Los circuitos del sistema no serán restablecidos siempre y cuando viva Lucifer. Mientras tanto, está totalmente inactivo.
(Fin de este artículo)



2 comentarios:

  1. MUY INTERESANTE EL RESUMEN Y ANALOGIA...........ME PARECE MUY ESCLARECEDOR PARA QUIENES NOS HEMOS FORMADO EN LAS FILAS CRISTIANAS EL CONOCER QUE EN OTRAS CORRIENTES DE FE SATANAS, LUCIFER Y BEELZEBU SON TRES SERES D ELUZ CAIDOS A LOS ACUALES HAY QUE AGREGAR AL PRINCIPE DE ESTE MUNDO, CALIGASTIA,TAMBIEN LLAMADO EN LA BIBLIA DIABLO Y PRINCIPE DE ESTE MUNDO................FELICITACIONES.........

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  2. ES UNA EXPOSICION CANONICA ACORDE CON EL MAGISTERIO DEL ESCRITORIO MAYOR DEL PLANETA TIERRA EN EL ESPIRITU SANTO Y LA VERDAD DE JESUSCRISTO, EN DIOS PADRE CREADOR DE TODO LO EXISTENTE, MUCHAS GRACIAS POR TAN AMABLE SINTESIS Y COSMOVISION.
    OM-AMEN

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