3.- EVOLUCION DEL SISTEMA SOLAR, DE LA TIERRA, DE LOS SERES VIVOS, DE LA VIDA HUMANA Y DE LA CIVILIZACION SUMERIA.
Tercera Parte
Tercera Parte
(Trabajo compilado y estructurado por el Dr. Fernando Durand Mejía, Alcalde del distrito limeño de San Luis año 2003-2010)
LA DISPERSIÓN DE LAS RAZAS DE COLOR
Así pues, durante casi cien mil años estas gentes sangik se propagaron por las estribaciones entremezclándose hasta cierto punto, a pesar de la antipatía particular y a la vez natural que se manifestó, desde un principio, entre las distintas razas.
En el período entre la época del Príncipe Planetario Caligastia y la de Adán, la India hospedó a la población más cosmopolita que jamás se haya encontrado sobre la faz de la tierra.
El hombre rojo pronto comenzó a emigrar hacia el nordeste, pisándole los talones al hielo en retroceso, sorteando las tierras altas de la India y ocupando todo el nordeste de Asia. Fueron seguidos muy de cerca por las tribus amarillas, quienes, con el tiempo, llegaron a desplazarlos de Asia empujándolos a Norteamérica.
Al abandonar a Asia los supervivientes de linaje relativamente puro de la raza roja, había once tribus, y sumaban un poco más de siete mil hombres, mujeres y niños. Estas tribus fueron acompañadas por tres grupos reducidos de descendencia mestiza, siendo el más grande de los cuales una combinación de las razas anaranjada y azul. Estos tres grupos nunca llegaron a fraternizar plenamente con el hombre rojo y al poco tiempo se trasladaron hacia el sur hasta México y América Central, donde se juntaron más adelante con un grupo pequeño mezclado de amarillos y rojos. Todos estos pueblos cruzaron entre sí y fundaron una raza nueva y mezclada que era mucho menos belicosa que los hombres rojos de sangre pura. En cinco mil años esta raza mezclada se subdividió en tres grupos, estableciendo así las respectivas civilizaciones de México, Centroamérica, y Sudamérica. La rama sudamericana sí recibió una pizca de la sangre de Adán.
El Eden
El Arbol del bien y de la vida
Esta infusión de sangre sangik, máxime la del hombre azul, produjo aquella marcada mejora en los pueblos neandertales que se observa en las olas sucesivas de tribus cada vez más inteligentes que invadieron Europa desde el oriente.
Durante el siguiente período interglacial esta nueva raza neandertal se expandió desde Inglaterra hasta la India. El resto del linaje azul que había quedado en la antigua península pérsica se mezcló más adelante con ciertas otras, principalmente la amarilla; y la mezcla resultante, que posteriormente fue algo mejorada por el influjo de la raza violeta de Adán, ha perdurado como las tribus nómadas morenas de los árabes modernos.
Todo esfuerzo por identificar la descendencia sangik en los pueblos modernos ha de tener presente la mejora subsiguiente de las variedades raciales, resultado del influjo de la sangre adánica.
Las razas superiores buscaron los climas septentrionales o templados, en tanto que las razas anaranjada, verde e índiga tendieron a dirigirse hacia el África por el puente terrestre recién aparecido que separaba el Mediterráneo, en pleno retroceso hacia el oeste, del Océano Indico.
El hombre índigo fue el último de las gentes sangik en emigrar del centro de origen racial. Más o menos en la época en que el hombre verde exterminaba a la raza anaranjada en Egipto debilitándose considerablemente en el proceso, comenzó el gran éxodo negro hacia el sur por Palestina, a lo largo de la costa; más adelante, cuando estos pueblos índigos de gran fuerza física invadieron a Egipto, exterminaron al hombre verde a pura fuerza de números. Estas razas índigas absorbieron a los descendientes restantes del hombre anaranjado, y a gran parte del linaje del hombre verde; por ende, ciertas tribus índigas se mejoraron considerablemente por medio de esta mezcla racial.
Así pues, parece que Egipto, en un principio, fue dominado por el hombre anaranjado, y luego por el verde, seguido por el hombre índigo (negro), y aún más adelante, por una mezcla de hombres índigo, azul, y verde modificado. Pero mucho tiempo antes de llegar Adán, los hombres azules de Europa y las razas mestizas de Arabia habían expulsado a la raza índiga afuera de Egipto, a un territorio mucho más austral en el continente africano.
Al acercarse a su fin las migraciones de los sangik, las razas verde y anaranjada ya no existen, el hombre rojo ocupa Norteamérica, el hombre amarillo, Asia oriental, el hombre azul, Europa, y la raza índiga ha ido a dar a África. La India alberga una mezcla de los linajes secundarios de los sangik; y el hombre moreno, una mezcla de la raza roja y la amarilla, ocupa las islas frente a la costa asiática.
Una raza mezclada de potencial un tanto superior ocupa las tierras altas de Sudamérica. Los andonitas más puros habitan el extremo de las regiones septentrionales de Europa e Islandia, Groenlandia, y el nordeste de Norteamérica.
Durante los períodos de máximo avance glacial, las tribus andonitas del extremo oeste casi llegaron a ser arrojados al mar. Fueron los primeros aventureros marinos. Construyeron barcos y partieron en busca de nuevas tierras con esperanzas de que éstas estuvieran libres de las aterradoras invasiones de hielo. Algunos llegaron a Islandia, otros a Groenlandia, pero la gran mayoría pereció de hambre y de sed en el mar abierto.
Hace 250 mil años
Hace 250.000 años comenzó el sexto y último helamiento.
En esta invasión las tres grandes capas de hielo se fusionaron en una sola vasta masa de hielo, y todas las montañas del oeste tomaron parte en esta actividad glacial. Esta fue la mayor de todas las invasiones de hielo en Norteamérica.
Hace 200 mil años
Hace 200.000 años, durante el avance del último glacial, aconteció un episodio que mucho tuvo que ver con la marcha de los sucesos en Urantia: la rebelión de Lucifer.
(Lucifer era un brillante Hijo Lanonandec primario de Nebadón. Había servido en muchos sistemas, había sido un consejero elevado de su grupo, y se distinguía por su sabiduría, sagacidad, y eficiencia. Lucero, o sea, Lucifer era el número 37 de su orden, y cuando fue comisionado por los Melquisedec, se le distinguió como una de las cien personalidades más hábiles y brillantes entre más de setecientos mil de su tipo. Desde comienzos tan magníficos, a través del mal y del error, abrazó el pecado y ahora se lo numera como uno de los tres Soberanos del Sistema en Nebadón que sucumbieron al impulso del yo y se rindieron a los sofismas de la libertad personal espuria el rechazo de la lealtad universal y el descuido de las obligaciones fraternales, la ceguera a las relaciones cósmicas. Lucifer es ahora el Soberano caído y depuesto de Satania. La autocontemplación es sumamente desastrosa, aun para las personalidades excelsas del mundo celestial. Muy poco se oyó acerca de Lucifer en Urantia debido al hecho de que asignó a su primer ayudante, Satanás, para abogar por su causa en vuestro planeta. Satanás formaba parte del mismo grupo primario de Lanonandec pero no había actuado nunca como Soberano del Sistema; participó plenamente en la insurrección de Lucifer. El «diablo» no es sino Caligastia, el Príncipe Planetario depuesto de Urantia y un Hijo de la orden secundaria de Lanonandec. Cuando Micael(Cristo Jesus) estaba en Urantia en la carne, Lucifer, Satanás y Caligastia se aliaron para precipitar el fracaso de la misión de autootorgamiento. Pero claramente fracasaron.)
Hace 150 mil años
Hace 150.000 años el sexto y último glacial alcanzó sus puntos extremos de extensión meridional: la capa de hielo occidental cruzó apenas la frontera con Canadá; la central llegó hasta Kansas, Missouri, e Illinois; y la capa del este avanzó hacia el sur y cubrió la mayor parte de Pensilvania y Ohio.
Durante su retroceso produjo el sistema norteamericano de los Grandes Lagos.
Hace 100 mil años
Hace 100.000 años, durante el retroceso del último glacial, fueron formándose las vastas capas polares de hielo, y el centro de acumulación de hielo se desplazó considerablemente hacia el norte. Y hasta tanto continúen estando cubiertas de hielo las regiones polares, difícilmente podrá darse otra edad glacial, aunque haya futuras elevaciones terrestres o modificaciones de las corrientes oceánicas.
El avance de este último glacial llevó cien mil años, y se requirió igual plazo de tiempo para llevar a término su retroceso hacia el norte. Las regiones templadas llevan un poco más de cincuenta mil años libres de hielo.
El riguroso período glacial aniquiló muchas especies y alteró radicalmente muchas otras.
En Norteamérica, durante el último helamiento, se extinguieron el caballo, el tapir, la llama y el tigre de dientes de sable. En su reemplazo subieron de Sudamérica los perezosos, armadillos, y puercos de agua.
La edad glacial es el último período geológico completo, el llamado pleistoceno, y duró más de dos millones de años.
Hace 35 mil años
35.000 años atrás se registra la terminación de la gran edad del hielo, excepto en las regiones polares del planeta.
Esta fecha también es significativa por cuanto se aproxima al advenimiento del Hijo y la Hija Materiales y el principio de la dispensación de Adán, que viene a coincidir con el principio del período holocénico o posglacial.
El Jardín del Eden
(Arribaron Adán y Eva a Urantia, contando hacia atrás del año 1934, hace 37.848 años (37,925 años al año 2011). Llegaron, cuando el Jardín estaba en plena flor. Hacia el mediodía y sin previo aviso, se posaron suavemente sobre la superficie del planeta giratorio en las inmediaciones del templo del Padre Universal los dos transportes seráficos, acompañados por el personal de Jerusem encargado de trasladar a los bioelevadores a Urantia. Se llevó a efecto toda la labor de la rematerialización de los cuerpos de Adán y Eva dentro del recinto de esta capilla recién creada. Transcurrieron diez días desde el momento de su llegada hasta que se volvieron a crear en forma humana dual para presentarse como los nuevos soberanos del mundo. Volvieron en sí simultáneamente. Siempre los Hijos e Hijas Materiales prestan servicio juntos. La esencia de su servicio estriba en no estar separados en ningún momento y en ninguna parte. Se concibieron para actuar en parejas; rara vez funcionan solos. Adán y Eva habían quedado leales a Miguel durante la rebelión de Lucifer; no obstante, a la pareja, se la emplazó para comparecer ante el Soberano del Sistema y su gabinete entero para interrogarla e instruirla. Se hizo una presentación completa y detallada de los asuntos de Urantia; se les instruyó minuciosamente acerca de las directrices a seguir al aceptar las responsabilidades del reinado en un mundo tan trastornado por conflictos. Se les tomó en conjunto juramentos de lealtad a los Altísimos de Edentia y a Miguel de Salvintón.)
Esta narración, extendiéndose desde el auge de la vida mamífera, al retroceso del hielo, y hasta los tiempos históricos, abarca un plazo de casi cincuenta millones de años. Este es el último período geológico —el corriente— y vuestros investigadores lo conocen como el cenozoico o la era de los tiempos recientes.
Después, súbita e inexplicablemente, hace unos 35.000 años, una nueva raza de Hombres, el Homo sapiens (el «Hombre pensante»), aparece como de la nada y barre al hombre de Neanderthal de la faz de la Tierra. Estos Hombres modernos llamados Cro-Magnon (conocidos como la Raza Azul) se parecían tanto a nosotros que, si se les hubiese vestido con las ropas de nuestros tiempos, hubieran pasado desapercibidos entre las multitudes de cualquier ciudad Europea o Americana.
El hombre de Crogmanon era 99.9% geneticamente similar al hombre moderno.
Al principio, se les llamó «hombres de las cavernas» debido al magnífico arte rupestre que dejaron. Pero la verdad es que vagaban por la Tierra libremente, pues sabían cómo construirse refugios y hogares con piedras y pieles de animales dondequiera que fuesen.
Durante millones de años, las herramientas del Hombre no habían sido más que piedras con formas útiles. Sin embargo, el Hombre de Cro-Magnon hacía armas y herramientas especializadas de madera y hueso.
Sus pinturas rupestres mostraban que no era un «simio desnudo», pues usaba pieles para vestirse. Tenía una sociedad organizada; vivía en clanes, bajo una hegemonía patriarcal. Sus pinturas rupestres tienen impronta artística y la profundidad del sentimiento; sus pinturas y sus esculturas evidencian cierta forma de «religión», en apariencia, el culto de una Diosa Madre que se representaba a veces con el signo de una Luna creciente.
También enterraba a sus muertos y, de ahí, que posiblemente tuviera algún tipo de filosofía en lo referente a la vida, la muerte y, quizás, a una vida después de la vida.
Pero, aun con lo misterioso e inexplicable que resulta la aparición del Hombre de Cro-Magnon, el rompecabezas es todavía más complejo, puesto que, con el descubrimiento de otros restos del Hombre moderno (en lugares como Swanscombe, Steinheim y Montmaria), se hace evidente que el Hombre de Cro-Magnon surgió de una rama aún más antigua de Homo sapiens que vivió en Asia occidental y el Norte de África unos 250.000 años antes que él.
La aparición del Hombre moderno sólo 700.000 años después del Homo erectus y unos 200.000 años antes del Hombre de Neanderthal es absolutamente inverosímil. Es evidente también que la desviación del Homo sapiens con respecto al lento proceso evolutivo es tan pronunciada que muchos de nuestros rasgos, como el de la capacidad de hablar, no tienen conexión alguna con los primates anteriores.
Una autoridad prominente en este tema, el profesor Theodosius Dobzhansky (Mankind Evolving), estaba ciertamente desconcertado por el hecho de que este desarrollo tuviera lugar durante un período en el cual la Tierra estaba atravesando una glaciación, el momento menos propicio para un avance evolutivo. Señalando que el Homo sapiens carecía por completo de algunas de las peculiaridades de los tipos anteriores conocidos, y que tenía algo que nunca antes se había visto, llegó a la conclusión de que «el hombre moderno tiene muchos parientes fósiles colaterales, pero no tiene progenitores; de este modo, la aparición del Homo sapiens se convierte en un enigma».
Año 27,000 a.C
Y entre el 27,000 y el 11,000 a.C., la regresión y la disminución de la población llevaron al punto de la casi completa ausencia de habitantes en la zona. Se supone que por motivos climáticos, el Hombre casi desapareció de toda esta zona durante 16.000 años.
Año 20,000 a.C
Por el año 20.000 a.C. la población del oeste de India había ya sido teñida con la sangre adánica, y nunca en la historia de Urantia ningún pueblo combinó tantas razas diferentes. Pero, desafortunadamente predominaba el linaje sangik secundario, y fue una verdadera calamidad que tanto el hombre azul como el hombre rojo estuvieran mayormente ausentes de este crisol de razas de hace tiempo. Una mayor influencia de los linajes sangik primarias había realzado considerablemente lo que podría haberse convertido en una civilización aún más importante. Como fueron las cosas, el hombre rojo se fue destruyendo a sí mismo en las Américas, el hombre azul retozaba en Europa, y los primeros descendientes de Adán (y la mayoría de los últimos) demostraban pocos deseos de mezclarse con las gentes de colores más oscuros, ya sea en la India, en el África o en otras partes.
Alrededor de 15.000 años a.C. la presión de la población en aumento en el Turquestán e Irán ocasionó el primer movimiento masivo de los anditas hacia la India.
Año 16,000 a.C
Ya en el año 16.000 a.C. una sociedad de cien sacerdotes setitas penetró la India y estuvo a punto de realizar la conquista religiosa de la mitad occidental de este pueblo políglota. Pero su religión no persistió. En cinco mil años sus doctrinas sobre la Trinidad del Paraíso decayeron en el símbolo triple del dios del fuego.
Pero, durante más de siete mil años desde el fin de las migraciones anditas, el nivel religioso de los habitantes de la India fue muy superior al promedio del mundo. Durante estos tiempos, la India prometía producir la principal civilización cultural, religiosa, filosófica y comercial del mundo. Si los anditas no hubiesen sido totalmente sumidos en la miseria por los pueblos del sur, este destino probablemente se habría concretado.
Los centros culturales dravidianos estaban situados en los valles de los ríos, principalmente del Indo y del Ganges, y en el Dekán junto a los tres grandes ríos que fluyen a través de los Ghates del este hacia el mar. Las colonias a lo largo de la costa de los Ghates occidentales les debían su prominencia a los intercambios marítimos con Sumeria.
Los dravidianos figuran entre los primeros pueblos en construir ciudades y dedicarse a un vasto comercio de importaciones y exportaciones, tanto por tierra como por mar. Ya para el año 7000 a. de J.C. las caravanas de camellos viajaban en forma regular a la distante Mesopotamia. La marina de los dravidianos se aventuraba hacia las ciudades sumerias del Golfo Pérsico por el mar Arábigo y navegaba las aguas del Golfo de Bengala hasta las Indias Orientales. Estos navegantes y mercaderes importaron de Sumeria un alfabeto y el arte de escribir.
Estas relaciones comerciales contribuyeron enormemente a una diversificación adicional de esta cultura cosmopolita, que se manifestó en una aparición precoz de muchos de los refinamientos, y aun lujos, de la vida urbana. Cuando los arios más recientes llegaron a la India no reconocieron en los dravidianos a sus primos anditas ya entremezclados con las razas sangik, pero sí descubrieron allí una civilización avanzada. A pesar de sus limitaciones biológicas, los dravidianos fundaron una civilización superior que se difundió por toda la India y que ha sobrevivido hasta los tiempos modernos en el Dekán.
Año 11,000 a.C
Y luego, alrededor del 11.000 a.C, el «Hombre pensante» volvió a aparecer con un nuevo vigor y con un inexplicablemente alto nivel cultural. Este abrupto cambio en el devenir de los asuntos humanos, ocurrido alrededor del 11,000 a.C. en Oriente Próximo (y alrededor de 2.000 años después en Europa) ha llevado a los estudiosos a marcar esta época como la del fin de la Edad de Piedra Antigua (el Paleolítico) y el comienzo de una nueva era cultural, la Edad de Piedra Media (el Mesolítico).
El nombre sólo es apropiado si se considera la principal materia prima del Hombre, que sigue siendo la piedra. Sus moradas en las zonas montañosas seguían siendo de piedra, sus comunidades se protegían con muros de piedra y su primera herramienta agrícola -la hoz- estaba hecha de piedra. Honraba y protegía a sus muertos cubriendo y adornando sus tumbas con piedras, y utilizaba la piedra para hacer imágenes de los seres supremos, o «dioses», cuya benigna intervención buscaban. Una de tales imágenes, encontrada en el norte de Israel y datada en el noveno milenio a.C, muestra la cabeza tallada de un «dios» cubierta por un casco rayado y portando una especie de «gafas».
Sin embargo, observando las cosas en su conjunto, sería más adecuado denominar a esta era que comienza en los alrededores del 11,000 a.C. como la Edad de la Domesticación, más que como la Edad de Piedra Media.
Los estudios genéticos confirman los descubrimientos arqueológicos, y no dejan lugar a dudas de que la agricultura comenzó exactamente allí donde el Hombre pensante había emergido antes con su primera y tosca civilización: en Oriente Próximo.
Hasta el momento, no existe duda de que la agricultura se extendió a todo el mundo desde el arco de montañas y tierras altas de Oriente Próximo. Empleando métodos sofisticados de datación por radiocarbono y de genética de las plantas, muchos estudiosos de diversos campos científicos concuerdan en que la primera empresa agrícola del Hombre fue el cultivo del trigo y la cebada, probablemente a través de la domesticación de una variedad silvestre de trigo, el Triticum dicoccum.
Aceptando que, de algún modo, el Hombre pasara por un proceso gradual de aprendizaje sobre cómo domesticar, hacer crecer y cultivar una planta silvestre, los estudiosos siguen desconcertados por la profusión de otras plantas y cereales básicos para la supervivencia y el progreso humanos que siguieron saliendo de Oriente Próximo. Entre los cereales comestibles, aparecieron en rápida sucesión el mijo, el centeno y la escanda; el lino, que proporcionaba fibras y aceite comestible; y una amplia variedad de arbustos y árboles frutales. La ciencia nos dice que el proceso fue desde las hierbas silvestres hasta los cereales silvestres, para luego llegar hasta los cereales cultivados y seguir con los arbustos y árboles frutales.
Año 10,000 a.C
Tal como ocurrieron las cosas, estos primitivos conquistadores anditas hicieron un intento desesperado por preservar su identidad y contener la marejada de sumergimiento racial mediante el establecimiento de rígidas restricciones al matrimonio interracial. A pesar de todo, hacia el año 10.000 a. de J.C., los anditas habían sido sumergidos, aunque la totalidad de la masa de los pueblos había mejorado notablemente al absorberlos.
Año 9,500 a.C
El primer animal en ser domesticado fue el perro, y no necesariamente como mejor amigo del Hombre sino también, probablemente, como alimento. Se cree que esto pudo suceder alrededor del 9,500 a.C. Los primeros restos óseos de perro se han encontrado en Irán, Iraq e Israel. La oveja fue domesticada más o menos por la misma época; en la cueva de Shanidar se encontraron restos de ovejas de alrededor de 9000 a.C, que demostraban que gran parte de las ovejas jóvenes de cada año se sacrificaban por su carne y por sus pieles. Las cabras, que también dan leche, no tardaron en seguirlas; y los cerdos, y el ganado con cuernos y sin ellos fueron los siguientes en ser domesticados. En todos estos casos, la domesticación se inició en Oriente Próximo.
Año 8,000 a.C
Hacia el año 8000 a. de J.C., lentamente la aridez de las regiones altas del Asia Central fue obligando a los anditas a buscar las cercanías de los ríos y las costas marinas. Esta prolongación de la sequía no solamente los llevó a los valles del Nilo, Eúfrates, Indo y Amarillo, sino que produjo un nuevo desarrollo dentro de la civilización andita. Una nueva clase de hombres, los mercaderes, comenzó a surgir en grandes cantidades.
Cuando las condiciones climáticas convirtieron la caza en una actividad infructuosa, los emigrantes anditas no siguieron la línea evolutiva de las razas más antiguas y, entonces, no se convirtieron en pastores. En cambio, aparecieron el comercio y la vida urbana. Desde Egipto, a través de la Mesopotamia y el Turquestán, hasta los ríos de China e India, las tribus de civilización más avanzada comenzaron a constituirse en ciudades dedicadas a la manufactura y el comercio. Adonia, ubicada cerca de la actual ciudad de Ashjabad, se convirtió en la metrópolis comercial del Asia central. El intercambio comercial de piedras, metales, madera y alfarería tuvo un rápido incremento tanto por vía terrestre como por la fluvial.
Pero la sequía en constante aumento gradualmente ocasionó el gran éxodo andita desde las tierras ubicadas al sur y al este del Mar Caspio. La ola de migración comenzó a virar de norte a sur, y la caballería de Babilonia inició su penetración en la Mesopotamia.
El incremento de la aridez en Asia central contribuyó adicionalmente a reducir la población y convertir a estos pueblos en menos belicosos; y cuando las decrecientes lluvias en el norte forzaron a los nómades andonitas a desplazarse hacia el sur, hubo un enorme éxodo de anditas desde el Turquestán. Este es el movimiento final de los llamados arios hacia el Levante y la India. Culminó así esa gran dispersión de los descendientes mezclados de Adán, durante la cual, todos los pueblos asiáticos y la mayoría de los de las islas del Pacífico se beneficiaron en cierto grado por la influencia de estas razas superiores.
Así pues, al dispersarse en el hemisferio oriental, los anditas fueron desposeídos de sus tierras natales de la Mesopotamia y el Turquestán, puesto que fue este desplazamiento excesivo de los andonitas hacia el sur el que diluyó a los anditas en Asia central hasta su desaparición casi total.
Año 7,500 a.C
En el lapso de no más de 3.600 años, el Hombre se hizo agricultor, y se domesticó a las plantas y a los animales salvajes. Después, no podía ser de otro modo, vino una nueva era. Los eruditos la llaman la Edad de Piedra Nueva (Neolítico), pero el término es completamente inadecuado, pues el cambio principal que tuvo lugar alrededor del 7500 a.C. fue el de la aparición de la cerámica. Por razones que todavía eluden nuestros eruditos -pero que se aclararán a medida que expongamos nuestro relato sobre sucesos prehistóricos-, la marcha del Hombre hacia la civilización se confinó, durante los primeros milenios a partir del 11,000 a.C, a las tierras altas de Oriente Próximo.
El descubrimiento de los múltiples usos que se le podía dar a la arcilla tuvo lugar al mismo tiempo que el Hombre dejó sus moradas en las montañas para instalarse en los fangosos valles. Sobre el séptimo milenio a.C, el arco de civilización de Oriente Próximo estaba inundado de culturas de la arcilla o la cerámica, que elaboraban un gran número de utensilios, ornamentos y estatuillas.
En la Baja Mesopotamia existían asentamientos humanos desde el Neolítico como demuestra la cultura de Jarmo, (6700 a. C. - 6500 a. C.) y en el Calcolítico las de cultura Hassuna-Samarra (5500 - 5000 a. C.), El Obeid (5000 - 4000 a. C.), Uruk (4000 - 3200 a. C.) y Yemdet Nasr (3200 - 3000 a. C.).
Puesto que no existen registros escritos de esa etapa, los cráneos hallados no aclaran el problema debido a que están representadas tanto la dolicocefalia como la braquicefalia, con algunos testimonios del tipo armenoide. Las esculturas sumerias muestran un alto índice de cráneos braquicéfalos en sus representaciones que quizá podían dilucidar, junto con las coloraciones y las dimensiones de las esculturas, una mezcla entre caucásicos y miembros de raza negra.
Año 7,000 a.C
Los pueblos cro-magnoides eran una raza valiente y con visión. Poseían un eficiente sistema de puericultura. Ambos padres participaban en estas tareas, y los hijos mayores colaboraban plenamente. Todos los niños aprendían el cuidado de las cuevas, las artes y el trabajo en piedra. A temprana edad, las mujeres eran expertas en las artes domésticas y la agricultura primitiva, mientras que los hombres eran hábiles cazadores y guerreros intrépidos.
Los hombres azules eran cazadores, pescadores, y recolectores de alimento; eran expertos constructores de barcas. Fabricaban hachas de piedra, talaban los árboles, erigían cabañas de troncos, parcialmente subterráneas y con techos de cuero. Aún existen pueblos que construyen cabañas similares en Siberia. Los cro-magnoides del sur generalmente vivían en cuevas y grutas.
No era inaudito durante los rigores del invierno que sus centinelas en vigía nocturna junto a la entrada de las cuevas se murieran congelados. Eran valerosos, pero por sobre todas las cosas eran artistas; la mezcla adánica de pronto aceleró la imaginación creadora. El máximo del arte del hombre azul se produjo alrededor de quince mil años atrás, antes de los días en que las razas de tez más oscura llegaran al norte desde África a través de España.
Lentamente estos hijos migratorios del Edén se unieron con los tipos más altos de la raza azul, vigorizando las prácticas culturales de éstos mientras que exterminaban al mismo tiempo sin compasión los restos de los linajes de la raza neandertal. Esta técnica de mezcla de razas combinada con la exclusión de los linajes inferiores, produjo una docena o más de grupos viriles y progresivos de hombres azules superiores, uno de los cuales habéis denominado los cro-magnones.
La primitiva expansión de la raza violeta en Europa fue interrumpida por ciertos cambios climáticos y geológicos relativamente repentinos. Por las épocas de estos cambios climáticos en África, Inglaterra se separó del continente, y Dinamarca emergió del mar, mientras que el istmo de Gibraltar, que protegía la cuenca occidental del Mediterráneo, cayó como resultado de un terremoto, de manera que este lago interior se elevó rápidamente al nivel del océano Atlántico. Acto seguido se sumergió el puente terrestre siciliano, creando de esta manera un solo mar Mediterráneo y conectándolo con el océano Atlántico. Este cataclismo de la naturaleza inundó decenas de asentamientos humanos y ocasionó la mayor pérdida de vidas por inundación de la entera historia del mundo.
Existe un porcentaje considerable de sangre andonita original en todas las razas blancas y aún más de los primeros linajes noditas.
La totalidad del mundo habitado, fuera de China y de la región del Eúfrates, había hecho muy poco progreso cultural durante diez mil años, cuando hicieron su aparición los jinetes vigorosos anditas - los adanitas eran pacíficos. Los noditas eran belicosos. La unión de estos linajes, tal como se mezcló más adelante con las razas sangik, produjo a los hábiles y agresivos anditas que efectivamente hicieron conquistas militares -, en el sexto y séptimo milenio antes de Cristo. A medida que se iban desplazando hacia el oeste a través de las planicies rusas, absorbiendo lo mejor del hombre azul (Co-magñon) y exterminando lo peor, se fueron mezclando hasta producir un solo pueblo. Estos fueron los antepasados de las así llamadas razas nórdicas, los precursores de los pueblos escandinavos, alemán y anglosajón.
Aun hace treinta y cinco mil años las razas azules europeas ya estaban altamente mezcladas y llevaban en su sangre tanto linajes rojos como amarillos, mientras que en las costas atlánticas y en las regiones correspondientes presentemente a Rusia habían absorbido una cantidad considerable de sangre andonita y hacia el sur estaban en contacto con los pueblos saharianos. Pero sería estéril intentar enumerar los muchos grupos raciales.
Año 5,000 a.C.
Hacia el 5.000 a.C, en Oriente Próximo se estaban realizando objetos de arcilla y cerámica de excelente calidad y diseño. Pero, una vez más, el progreso se relentizó y, hacia el 4500 a.C, según indican las evidencias arqueológicas, hubo una nueva regresión. La cerámica se hizo más simple, y los utensilios de piedra -una reliquia de la Edad de Piedra- volvieron a predominar. Los lugares habitados revelan escasos restos. Algunos de los lugares que habían sido centros de la industria de la cerámica y la arcilla comenzaron a abandonarse, y la manufactura de la arcilla desapareció.
«Hubo un empobrecimiento generalizado de la cultura», y algunos lugares llevan claramente la impronta de «una nueva época de necesidades». El Hombre y su cultura estaban, claramente, en declive.
Después, súbita, inesperada e inexplicablemente, el Oriente Próximo presenció el florecimiento de la mayor civilización imaginable, una civilización en la cual estamos firmemente enraizados. Una mano misteriosa sacó, una vez más, al Hombre de su declive, y lo elevó hasta un nivel de cultura, conocimientos y civilización aún mayor.
Los sumerios vivían en la Mesopotamia, entre el Tigris y el Eúfrates. Representaban una forma de cultura superior que se impone a los bárbaros y nómades semitas. Ellos poseían avanzadísimos conocimientos astronómicos y eran capaces de realizar cálculos con 15 dígitos, o sea, con números arriba de 100 trillones. A título de comparación, basta decir que los griegos no sabían contar arriba de 10.000.
Los sumerios, que antecedieron a los babilonios, prácticamente fundaron la civilización actual al establecerse a lo largo del río Eúfrates, aproximadamente en 5000 a.C., mas ya fueron encontrados esqueletos de 45 mil años en la región.
Cuentan los registros que los diez primeros reyes de Sumeria vivieron un total de 456.000 años, lo que da un promedio de 45.600 años para cada uno. Tablas de arcilla cuentan diversas historias fantásticas incluyendo gigantes, monstruos y naves voladoras. Dos de estas historias llaman la atención en especial: la leyenda del dios-anfibio Oannes y la Epopeya de Gilgamesh.
Oannes es un misterioso ser que, según Berossus –sacerdote de la ciudad de Baal (Babilonia)–, aparece en la ciudad de Eridu, habiendo surgido del mar durante un nacer del sol del cuarto milenio. Fue descrito por Berossus como “un animal con razón”.
“El animal tenía todo el cuerpo de un pez. Su voz, y también su lenguaje, era humana y articulada (...) Durante el día, este ser acostumbraba conversar con el hombre, mas no se alimentaba en aquella estación del año. Y les dio entendimiento en las letras, en las ciencias y en todas las formas de artes. Les enseñó a construir casas, fundar templos, compilar leyes, y les explicó los principios del conocimiento geométrico. Los hizo diferenciar las semillas de la tierra y les mostró como recoger frutos. En síntesis, los instruyó en todo lo capaz de suavizar sus maneras y humanizar la humanidad. Tan universales fueron sus instrucciones que, desde entonces, nada fue acrecentado para mejorarlas. Cuando el Sol se ponía, este ser acostumbraba a sumergirse de nuevo en el mar y pasar la noche en sus profundidades, pues él era anfibio. Después de eso, aparecieron allí otros animales como Oannes.”
La historia de Gilgamesh es la más antigua epopeya conocida. Ella es anterior al propio Viejo Testamento. Son conocidas varias versiones sobre ella, siendo la más completa la del 3° milenio antes de Cristo. Y existen versiones todavía más antiguas.
Según el historiador Norberto de Paula Lima, “la historia de Gilgamesh es la historia de un hombre real, que en la realidad mágica y lo material difieren muy poco. Y este hombre buscó un nombre inmortal, buscó compartir la naturaleza de los dioses y (...) de la humanidad no mutilada, que comulgaba directamente con Dios”.
Gilgamesh fue considerado, en Sumeria, “el hombre para el cual las cosas eran conocidas”. El es el típico mestizo entre “dioses” y terrestres. “Cuando los dioses crearon a Gilgamesh, le dieron un cuerpo perfecto (...) Dos tercios lo hicieron dios, y un tercio hombre”.
El recorrió muchas tierras hasta llegar a Uruc y tornarse su rey. Este gigante fue temido por su arrogancia y, aparentemente, por su inagotable apetito sexual, pues no evitaba “ni las niñas, las vírgenes recién casadas, las hijas del guerrero o la esposa del noble”.
Cada ciudad sumeria era en aquella época protegida por un “dios”, y los habitantes de Uruc clamaron a él, su dios Anu, para que tomase una providencia como el Gilgamesh. Los dioses, entonces, deciden crear un rival para el gigantesco rey de Uruc. De la arcilla surge Enkidu, un gigante de las colinas, un ser salvaje y protector de la naturaleza. “Su cabeza era cubierta de cabello enredado. Desconocía la humanidad. Nada sabía de cultivar tierra. Era fuerte como un inmortal del cielo”.
Cierto día, un cazador se enfrentó con el gigantesco y salvaje Enkidu y, aterrorizado, va a pedir ayuda a Gilgamesh. Así como los dioses actuaron con el pueblo de Uruc, Gilgamesh actuó con el joven cazador. Sugirió que Enkidu, el gigante de las colinas, fuese seducido por una prostituta. Y así se hizo. Un día cuando Enkidu fue a saciar su sed en una fuente, junto con las manadas salvajes, allí estaba una linda mujer esperándolo. Y “ella no tuvo vergüenza de tomarlo. Poseerlo y acoger su avidez. En tanto se inclinaba sobre el murmurando amor, ella le ensenó el arte de la mujer. Por seis días y siete noches estuvieron juntos”.
Más, cuando Enkidu quiso volver a la vida animal, fue rechazado. Y la prostituta lo convenció de volver con ella para la ciudad. Ya llegando, Enkidu desafió a Gilgamesh a una pelea. Los dos gigantes entonces tienen una batalla corta, pero devastadora. Gilgamesh gana, mas los dos se abrazan y se vuelven inmediatamente amigos. Enkidu, por su lado, jura lealtad absoluta a su rey.
Y prácticamente aquí comienza la epopeya propiamente dicha. Gilgamesh y Enkidu, los gigantes, se unen para enfrentar a Humbaba, el gigante feroz que dominaba “el país donde se derriba el cedro” (¿el Líbano?). Ellos vencen, y la propia Ishtar, la diosa sumeria del mar, pide a Gilgamesh como novio. Pero Gilgamesh la rechaza.
Furiosa, Ishtar se venga lanzando el “Toro del Cielo” contra Gilgamesh que venció al Toro y pasó a codiciar la vida eterna. En seguida, el gigante construyó un arca para sobrevivir a un diluvio que atemorizaba a los propios “dioses” (el Diluvio de la “Biblia” fue descrito después). Luego de pasar por eso, Gilgamesh muere.
No hay, aparentemente, un único objeto volador en esa epopeya. En la antigua Sumeria hay una leyenda del rey Etana, encontrada en Nínive, en la biblioteca de Assurbanipal. Etana vivió después del diluvio, y su historia es así descrita por el historiador italiano Alberto Fenoglio:
“El rey Etana vivió hace cerca de 5 mil años, era llamado el rey Dios y fue llevado como huésped de honor en una nave voladora con la forma de un escudo que posó en una plaza detrás del palacio real, circundado por un remolino de llamas. Del navío volador salieron hombres rubios, altos, de piel oscura, vestidos de blanco, bellos como dioses, que invitaron al rey Etana, a quien sus consejeros procuraron disuadir de viajar en el objeto volador. En medio de un remolino de llamas y humo, él subió tan alto que la Tierra con sus mares, islas y continentes le pareció un bollo en una cesta que, después, desapareció de su vista.
”El rey Etana, en la nave voladora, alcanzó la Luna, Marte y Venus, y, después de dos semanas de ausencia, cuando ya se estaba preparando una nueva sucesión al trono, acreditándose que los dioses lo hubieren llevado con ellos, el navío volador cruzó por sobre la ciudad y descendió cargado por un anillo de fuego. El fuego se extinguió. El rey Etana salió del navío con algunos de los hombres rubios, que quedaron como huéspedes durante algunos días.”
Hacia 5000 a. de J.C. las razas blancas en evolución dominaban a lo largo y a lo ancho de Europa septentrional, incluyendo el norte de Alemania, el norte de Francia, y las islas británicas. Europa central estuvo durante cierto tiempo controlada por el hombre azul (Cro-magñon) y por los andonitas de cabeza redonda (mezcla de la raza violeta descendientes directos de Adán y los pueblos noditas o de Nod). Estos andonitas estaban principalmente ubicados en el valle del Danubio y no fueron nunca enteramente desplazados por los anditas (mezcla de adanitas y..).
Durante tres mil años el centro militar de los anditas del norte estuvo en Dinamarca. Desde este punto central partieron las olas sucesivas de conquista, que se iban volviendo cada vez menos anditas y cada vez más blancas a medida que el paso de los siglos presenciaba la unión final de los conquistadores mesopotámicos con los pueblos conquistados.
Año 3,300 a.C
Aparece la civilización Sumeria. Se asentaron en la baja Mesopotamia, fueron ávidos observadores de la naturaleza, y los primeros en desarrollar la escritura. Fue el primer pueblo que destacó sobre las demás culturas de su época, fue la cuna de la Historia moderna. Por cerca de un milenio los sumerios lograron mantener el control de la sección al sur de Mesopotamia.
Procedían de las montañas al oriente de esta región. En realidad no se sabe mucho de ellos. Este pueblo no era semita, como los fenicios, hebreos, sirios y otros de Mesopotamia. Tampoco se les han logrado relacionar con ningún otro grupo étnico de África, Asia, o Europa. Aunque tenían cierta influencia de la cultura hindú.
La civilización sumeria, aparecida de la noche a la mañana, con una estructura social extremadamente compleja, la agricultura, la metalurgia, la alfarería, la música, la medicina, las leyes, etc. alcanzaron una dimensión totalmente desconocida en un periodo brevísimo de tiempo.
Llevaron al ser humano a la edad de bronce cuando lograron fundir el plomo y el cobre para lograr éste otro metal de mayor fortaleza.
La navegación fue más allá de los ríos. Tuvieron naves y barcos que navegaban en el Golfo Pérsico.
La esclavitud surgió como medida humana.
Los sumerios, eran grandes observadores del cielo. Ellos conocían la existencia de todos los planetas del Sistema Solar, desde Mercurio a Plutón, éste último descubierto a principios del siglo 20. Y la presencia de un planeta más, con una órbita alrededor del Sol gigantesca (cada 3.600 años), del cual procedían los “Annunaki”, los dioses de su panteón y que en sus principios fueron el génesis de la vida sobre la Tierra y la causa de la rápida evolución del hombre en nuestro mundo mediante intervención genética.
Para los sumerios, al igual que para otros muchos pueblos de la antigüedad, sus dioses fueron seres de carne y hueso que un día habitaron entre ellos y de los que aprendieron numerosas actividades y normas de convivencia.
Según ellos (al igual que egipcios, mayas o aztecas) sus dioses bajaron a la tierra desde el cielo, mucho antes de la llegada de la humanidad. El termino Anunnaki es el nombre de un grupo de deidades sumerias y acadias relacionados con los Anunna (los “cincuenta grandes dioses”) y los Igigi (dioses menores). El nombre se escribe variablemente “Da-nuna”, “Da-nuna-ke-ne”, o “Da-nun-na”, significando más o menos “los de la sangre real”. mientras otros grupos postulan que significa (Anu=Cielo, na=y, Ki=Tierra), descrito como la quinta generación de dioses en la epopeya babilónica de la creación, el Enuma Elish.
“los sumerios, con la ayuda de sus dioses, especialmente Enlil (el Rey del Cielo y la Tierra), transformaron una tierra llana, árida y azotada por los vientos en un reino fértil y floreciente”.
An.Unna.Ki, literalmente “aquellos que vinieron del Cielo a la Tierra”. El padre de los Anunaki se llamaba An (o Anu en arcadio), vivía en el cielo (Nibiru) y visitaba la Tierra y otros lugares de nuestro sistema solar de vez en cuando, acompañado de su esposa Antu. Su templo en la ciudad de Ur recibía el nombre de E.Anna, “La casa de An”. Los sumerios la demominaban también como “La Casa para Descender del Cielo”.
Anu tuvo dos hijos que vinieron a nuestro planeta: Enki, el primogénito y Enlil.
En un principio Enki tomó el mando en la Tierra, aunque pronto, por orden de su padre, fue sustituido por Enlil. Entre ellos tenían diferencias referentes a las reglas de sucesión de los dioses, determinadas estas por la pureza genética.
Enki tuvo un papel decisivo en la creación del hombre.
Los textos sumerios hablan de la necesidad de crear trabajadores en la Tierra para los yacimientos de oro “dándoles la imagen de los dioses” y suficiente inteligencia para utilizar herramientas.
Enki y su medio hermana Nin.Har.Sag (Señora de la Montaña Primordial) hicieron diversos experimentos genéticos. Tras varios intentos fracasados, consiguieron dar con un espécimen apto para el trabajo de las minas. Lo llamaron Lu.Lu, o “uno que ha sido mezclado”. Era el primer “humano”.
Estos son los “terrestres”, los “esclavos de la Atlántida” de que nos habla Miguel Serrano:
“Existirían varias humanidades. La humanidad divina de los hiperbóreos, la semidivina de los héroes descendientes de los divinos mezclados; y la de los animales-hombres, los sudra, los pasu, “los esclavos de la Atlántida”, tal vez los “robots” de la Atlántida, que sobrevivieron de algún modo a su hundimiento” (NOS, libro de la Resurrección. Miguel Serrano). Tras el hundimiento de la Atlántida, continúa diciendo Serrano, en la superficie de la tierra “hay seres extraños, irreconocibles (¿Evenor, Leucippe, Clito?). Algunos de los extraterrestres se enamoran de las hijas de los hombres. Lucifer y sus huestes entran en la Tierra Hueca, interior, donde construyen las ciudades de Agarthi y Shamballah. Allí esperan poder rescatar a los que involucionaron en semidivinos, mezclándose con los terrestres”.
La mezcla entre divinos y “humanos” da lugar a la “humanidad”. Una humanidad en la que hallamos razas mixtas, mezcladas, más o menos puras. La humanidad actual estaría conformada sobre un elemento luciferino, “el fuego de los dioses”, el electrón de los dioses. La recuperación de este poder ha de restablecer en el hombre la dignidad divina que por naturaleza le corresponde.
Los llamaron “Anunnaki” y en la Biblia también aparecen con el nombre Nephilim, aunque algunas traducciones erróneas del término los denominan “gigantes” cuando en realidad es “aquéllos que bajaron de los cielos a la tierra”.
Los humanos veían a estos seres como dioses, ya que eran inteligentes, poseían muchas tecnologías y conocimientos y tenían una gran longevidad, aunque eran mortales.
Según la interpretación de Sitchin de las tablillas de arcilla sumerias, los Anunnaki, una raza avanzada de extraterrestres, se originaron en nuestro Sistema Solar externo, en el planeta que llama NIBIRU.
Los sumerios sostenían que existe un planeta más en nuestro sistema solar, llamado Nibiru, que tiene una órbita elíptica similar a la de un cometa y que tarda 3,600 años en dar una vuelta completa alrededor del sol. Varios cilindros sumerios como el famoso VA/243 describen al planeta como uno que tiene una órbita más allá de Plutón y de un color rojo intenso, mucho más grande que la Tierra y cualquier otro cuerpo del sistema.
Brown, junto con los Drs. Chad Trujillo del Observatorio Gemini, Hawaii, y David Rabinowitz de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticu. , encontraron al objeto tipo-planeta, o planetoide, el 14 de Noviembre del 2003.
Los investigadores utilizaron el Telescopio de 48 pulgadas Samuel Oschin en el Observatorio de Caltech en Palomar cerca de San Diego. Reconocieron oficialmente la existencia de un nuevo planeta al que llamaron “Sedna”. Sedna es en definitiva el objeto más grande encontrado en el sistema solar desde el descubrimiento de Plutón en 1930.
La descripción sumeria del Sistema Solar tiene 6,000 años de antigüedad e incluía ya a Nibiru, que quiere decir “planeta del cruce”. El nombre sale de una leyenda, en donde se supone que en el pasado Nibiru cruzó la órbita de la Tierra y colisionaron, generando la órbita altamente elíptica de Nibiru y el cinturón de asteroides. Las anomalías detectadas con el nuevo planeta entre la Tierra y Júpiter, y la extraña ubicación de Plutón, corresponderían a la irrupción cada 3.600 años de un planeta extrasolar que en sus orígenes desvió la órbita de Plutón a su actual posición y que chocó seguidamente con un planeta situado donde se encuentra el cinturón de asteroides, que serían los restos de esa colisión. Hoy en día, son muchos los científicos que apoyan esta teoría. En la antigüedad, la gente no solo esperaba el regreso periódico del doceavo planeta, si no que trazaron su movimiento en el cielo. Los profetas hebreos consideraban el tiempo en que se acercaba el planeta, uno en que la humanidad entraría en una nueva era.
Las similitudes entre algunos de los métodos de los primitivos chinos y mesopotámicos sobre el cálculo del tiempo, la astronomía, y la administración de gobierno se debieron a las relaciones comerciales entre estos dos centros situados remotamente. Los mercaderes chinos recorrían las rutas por tierra a través del Turquestán hacia la Mesopotamia aun en los días de los sumerios. Y no fue éste un intercambio unilateral, puesto que el valle del Eúfrates se benefició considerablemente, así como también los pueblos de las llanuras del Ganges. Pero los cambios climáticos y las invasiones nómades del tercer milenio antes de Cristo redujeron considerablemente el volumen de comercio por los senderos de las caravanas en el Asia central.
En la epopeya sumeria los planetas de nuestro sistema solar eran considerados dioses, pero no aquellos que llegaban desde la gran oscuridad. Es así en donde encontramos que el planeta que choca contra la diosa Tiamat ("la madre de todos los dioses", ya que de ella nacen todos los demás planetas de nuestro sistema solar), fue Marduk ("el destructor", el único no nacido de Tiamat), el cuál posee una trayectoria elíptica contraria a todos los demás planetas de nuestro sistema solar, (sistema solar de Apsu, nombre con el que los sumerios reconocían a nuestro sol). De este choque, en el cuál Tiamat se fracciona, surgen los semi dioses "Ki" (la Tierra), "Enki" (nuestra Luna), el "cinturón forjado" (lo que los humanos denominamos "cinturón de asteroides") y muchos de los actuales cometas que conocemos; por lo que se supone que Tiamat poseía una órbita intermedia entre la actual Tierra y el cinturón de asteroides, siendo su masa la suma de todos éstos.
ResponderEliminarEn el libro "El doceavo planeta" de Setcharia Zitchin, se habla de Nibiru como el planeta originario de los Nephilin, los dioses sumerios; pero Marduk y Nibiru no son lo mismo.
Si así fuera, y Nibiru hubiese sido el planeta que chocó con Tiamat, también se hubiera fragmentado y, por consiguiente, también hubiera cambiado su trayectoria elíptica, en cuyo caso su regreso trás 3600 años se hubiera visto comprometida, algo que al parecer jamás sucedió o los observadores astronómicos no hubieran descubierto a "Sedna" oteando el espacio en busca de Nibiru.
Solo falta esperar a que Nibiru surque nuevamente en cercanía a nuestra órbita para corroborar que en él existe la vida humanoide, y de ser así, esperemos que los antiguos dioses estén dispuestos a entablar relaciones pacíficas con los terrestres; no olvidemos que ellos nos consideran sus súbditos, ya que ellos nos "crearon" para ser sus esclavos.