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12 agosto 2012

LOS PRIMEROS HUMANOS - PARTE II: ADAN Y EVA, EL PRIMER Y SEGUNDO JARDIN DEL EDEN

El destino del Edén

Después de que Adán se marchara del primer jardín, éste fue ocupado de manera diversa por los noditas, cutitas y suntitas. Más tarde se convirtió en el lugar de residencia de los noditas del norte, que se oponían a cooperar con los adamitas. Después de que Adán dejara el Jardín, estos noditas inferiores ocuparon la península durante cerca de cuatro mil años; entonces, en combinación con una violenta actividad de los volcanes circundantes y la sumersión del puente terrestre que unía Sicilia con África, el fondo oriental del Mar Mediterráneo se hundió, arrastrando bajo las aguas a toda la península edénica. Al mismo tiempo que se producía esta extensa sumersión, la costa oriental del Mediterráneo se elevó considerablemente. Y éste fue el final de la creación natural más hermosa que Urantia haya albergado jamás. El hundimiento no fue repentino, sino que se necesitaron varios cientos de años para que toda la península se sumergiera por completo.

Consideramos que la sumersión del Edén no fue más que un acontecimiento natural, pero nos parece que el hundimiento del Jardín fue calculado para que se produjera aproximadamente en el momento en que la acumulación de las reservas de la raza violeta eran suficientes para emprender la tarea de rehabilitar los pueblos del mundo.

Los Melquisedeks aconsejaron a Adán que no iniciara el programa de mejoramiento y mezcla de las razas hasta que su propia familia no contara con medio millón de miembros. Nunca se tuvo la intención de que el Jardín fuera el hogar permanente de los adamitas. Tenían que convertirse en los emisarios de una nueva vida para el mundo entero; tenían que movilizarse para llevar a cabo una donación desinteresada a las razas necesitadas de la Tierra.

Las instrucciones que los Melquisedeks dieron a Adán implicaban que debería establecer unos centros raciales, continentales y divisionarios que estarían a cargo de sus hijos e hijas inmediatos, mientras que él y Eva tendrían que repartir su tiempo entre estas diversas capitales del mundo como consejeros y coordinadores del ministerio mundial para el mejoramiento biológico, el progreso intelectual y la rehabilitación moral.

Adán y Eva

Adán y Eva llegaron a Urantia hace 37.926 años (desde el año 2012). Llegaron a mediados de la temporada en la que el Jardín estaba en plena floración. A las doce en punto del mediodía, y sin ser anunciados, los dos transportes seráficos, acompañados del personal de Jerusem encargado de trasladar a los mejoradores biológicos hasta Urantia, se posaron suavemente en la superficie del planeta en rotación en las proximidades del templo del Padre Universal. Todo el trabajo de rematerialización de los cuerpos de Adán y Eva se llevó a cabo dentro del recinto de este santuario recién creado. Desde el momento de su llegada, transcurrieron diez días antes de que fueran recreados con una forma humana dual, para ser presentados como los nuevos dirigentes del mundo. Recuperaron la conciencia de manera simultánea. Los Hijos e Hijas Materiales siempre sirven juntos. En todo tiempo y lugar, la esencia de su servicio consiste en no estar nunca separados. Están destinados a trabajar en parejas; rara vez ejercen su actividad a solas.

Adán y Eva en Jerusem

El Adán y la Eva planetarios de Urantia eran miembros del cuerpo decano de Hijos Materiales de Jerusem; y figuraban inscritos conjuntamente con el número 14.311. Pertenecían a la tercera serie física y medían unos dos metros y medio de altura.

En la época en que fue escogido para para venir a Urantia, Adán estaba trabajando con su cónyuge en los laboratorios de pruebas y ensayos físicos de Jerusem. Llevaban más de quince mil años como directores del departamento de energía experimental aplicada a la modificación de las formas vivientes. Mucho tiempo antes de esto, habían sido instructores en las escuelas de ciudadanía para los recién llegados a Jerusem. Todo esto debe tenerse presente en la memoria en relación con la narración de su conducta posterior en Urantia.

Cuando se emitió la proclamación que pedía voluntarios para la misión de la aventura adámica en Urantia, todo el cuerpo decano de Hijos e Hijas Materiales se ofreció como voluntario. Los examinadores Melquisedeks, con la aprobación de Lanaforge y los Altísimos de Edentia, eligieron finalmente al Adán y la Eva que posteriormente vinieron a ejercer sus funciones como mejoradores biológicos en Urantia.

Adán y Eva habían permanecido leales a Miguel durante la rebelión de Lucifer; sin embargo, la pareja fue convocada ante el Soberano del Sistema y todo su gabinete para ser examinada y recibir instrucciones. Les dieron a conocer en detalle todos los asuntos de Urantia; les informaron minuciosamente de los planes que debían seguir al aceptar la responsabilidad de gobernar un mundo tan desgarrado por los conflictos. Prestaron un juramento conjunto de lealtad a los Altísimos de Edentia y a Miguel de Salvington. Se les advirtió debidamente que se consideraran sometidos al cuerpo de los síndicos Melquisedeks de Urantia, hasta que este órgano gobernante estimara oportuno renunciar al mando del mundo donde habían sido asignados.

Esta pareja de Jerusem dejó tras ella, en la capital de Satania y en otras partes, a cien descendientes — cincuenta hijos y cincuenta hijas — , unas criaturas magníficas que habían evitado los escollos de la evolución y que estaban todas en servicio activo como fieles administradores de confianza del universo en el momento en que sus padres partieron para Urantia. Todos estaban presentes en el hermoso templo de los Hijos Materiales para asistir a los actos de despedida asociados con las últimas ceremonias de aceptación de la donación.

Estos hijos acompañaron a sus padres a la sede de desmaterialización de su orden, y fueron los últimos en despedirse de ellos y en desearles un éxito divino, mientras se quedaban dormidos durante la pérdida de conciencia de la personalidad que precede a la preparación para el transporte seráfico. Los hijos pasaron algún tiempo juntos en reunión familiar, regocijándose de que sus padres fueran a convertirse pronto en los jefes visibles, en realidad en los únicos gobernantes, del planeta 606 del sistema de Satania.

Así es como Adán y Eva dejaron Jerusem en medio de las aclamaciones y los buenos deseos de sus ciudadanos. Partieron hacia sus nuevas responsabilidades debidamente equipados y plenamente instruidos de todos los deberes y peligros que encontrarían en Urantia.

La llegada de Adán y Eva

Adán y Eva se quedaron dormidos en Jerusem y cuando despertaron en el templo del Padre, en Urantia, en presencia de la gran multitud reunida para darles la bienvenida, se encontraron delante de dos seres de los que habían oído hablar mucho: Van y su fiel asociado Amadón. Estos dos héroes de la secesión de Caligastia fueron los primeros en darles la bienvenida a su nuevo hogar jardín.

El idioma del Edén era el dialecto andónico que hablaba Amadón. Van y Amadón habían mejorado notablemente esta lengua creando un nuevo alfabeto de veinticuatro letras, y esperaban que se convertiría en el idioma de Urantia a medida que la cultura del Edén se extendiera por el mundo. Adán y Eva habían adquirido el pleno dominio de este dialecto humano antes de salir de Jerusem, de manera que este hijo de Andón oyó al eminente gobernante de su mundo dirigirse a él en su propia lengua.

Aquel día hubo una gran animación y alegría en todo el Edén, mientras que los corredores se apresuraban en llegar al lugar donde se encontraban las palomas mensajeras reunidas de todas partes, exclamando: «Soltad las palomas; que lleven la noticia de que el Hijo prometido ha llegado.» Año tras año, cientos de colonias de creyentes habían mantenido fielmente la cantidad necesaria de palomas criadas en sus hogares precísamente para esta ocasión.

A medida que la noticia de la llegada de Adán se difundía por todas partes, miles de miembros de las tribus cercanas aceptaron las enseñanzas de Van y Amadón, y durante muchos meses, los peregrinos continuaron llegando en masa al Edén para dar la bienvenida a Adán y Eva y rendir homenaje a su Padre invisible.

Durante el acto siguiente, el Melquisedek decano, jefe del consejo de los síndicos de Urantia, entregó la responsabilidad de la custodia del planeta a Adán y Eva. El Hijo y la Hija Materiales prestaron juramento de fidelidad a los Altísimos de Norlatiadek y a Miguel de Nebadon, y Van los proclamó gobernadores de Urantia, renunciando así a la autoridad nominal que había tenido durante más de ciento cincuenta mil años en virtud de una decisión de los síndicos Melquisedeks.

Adán y Eva fueron revestidos con túnicas reales en esta ocasión, la de su instalación oficial como gobernadores del planeta.

Entonces se escuchó la proclamación de los arcángeles, y la voz transmitida de Gabriel ordenó que se pasara lista para el segundo juicio de Urantia y la resurrección de los supervivientes dormidos de la segunda dispensación de gracia y misericordia del planeta 606 de Satania. La dispensación del Príncipe ha pasado; la era de Adán, la tercera época planetaria, se inicia en medio de unas escenas de sencilla grandiosidad; y los nuevos dirigentes de Urantia empiezan su reinado en unas condiciones aparentemente favorables, a pesar de la confusión mundial ocasionada por la falta de cooperación de su predecesor en autoridad en el planeta.

Adán y Eva se informan sobre el planeta

Ahora, después de su instalación oficial, Adán y Eva se dieron terriblemente cuenta de su aislamiento planetario. Las transmisiones que les eran familiares estaban silenciosas, y todos los circuitos de comunicación extraplanetaria estaban ausentes.

Pero en Urantia la rebelión lo había cambiado todo. Aquí, la presencia del Príncipe Planetario se notaba demasiado, y aunque estaba privado de la mayor parte de su poder para hacer el mal, continuaba siendo capaz de dificultar la tarea de Adán y Eva, y de hacerla hasta cierto punto arriesgada. Aquella noche, mientras se paseaban por el Jardín bajo la luz de la Luna llena, hablando de los planes para el día siguiente, el Hijo y la Hija de Jerusem estaban serios y desilusionados.

Así es como terminó el primer día de Adán y Eva en la aislada Urantia, el planeta confundido por la traición de Caligastia; pasearon y conversaron hasta muy avanzada la noche, su primera noche en la Tierra — y se sintieron muy solos.

Adán pasó su segundo día en la Tierra reunido con los síndicos planetarios y el consejo consultivo. Los Melquisedeks y sus asociados enseñaron a Adán y Eva más detalles acerca de la rebelión de Caligastia y el efecto de esta sublevación sobre el progreso del mundo. Este largo relato sobre la mala administración de los asuntos del planeta fue, en conjunto, una historia desalentadora. Se enteraron de todos los hechos relacionados con el derrumbamiento total de los planes de Caligastia para acelerar el proceso de la evolución social. También llegaron a darse cuenta plenamente de que es una locura intentar conseguir el avance planetario independientemente del plan divino de la evolución. Y así es como terminó un día triste pero instructivo — su segundo día en Urantia.

El tercer día lo dedicaron a inspeccionar el Jardín. Desde las grandes aves de pasajeros — los fándores — Adán y Eva contemplaron las inmensas extensiones del Jardín mientras surcaban los aires por encima del paraje más hermoso de la Tierra. Este día de inspección terminó con un enorme banquete en honor de todos los que habían trabajado para crear este jardín de una belleza y una grandiosidad edénicas. Y una vez más, el Hijo y su compañera se pasearon por el Jardín hasta horas avanzadas de la noche de su tercer día, y hablaron de la inmensidad de sus problemas.

El cuarto día, Adán y Eva pronunciaron un discurso ante la asamblea del Jardín. Fue un gran día, y concluyó con un banquete para el consejo de los hombres y las mujeres que habían sido seleccionados para asumir sus responsabilidades en la nueva administración de los asuntos del mundo. ¡Prestad atención! Fue una innovación asombrosa contemplar a Eva, una mujer, compartir con un hombre los honores y las responsabilidades de los asuntos del mundo. Así es como terminó el cuarto día en la Tierra.

El quinto día se ocuparon de la organización del gobierno provisional, la administración que debería funcionar hasta que los síndicos Melquisedeks se marcharan de Urantia.

El sexto día lo dedicaron a inspeccionar los numerosos tipos de hombres y de animales. Adán y Eva fueron acompañados todo el día a lo largo de las murallas orientales del Edén, observando la vida animal del planeta y llegando a comprender mejor lo que había que hacer para poner orden en la confusión de un mundo habitado por tal variedad de criaturas vivientes.

Los que lo acompañaban en esta excursión se quedaron enormemente sorprendidos al observar que Adán comprendía plenamente la naturaleza y la función de los miles y miles de animales que le mostraban. En cuanto echaba una ojeada a un animal, indicaba su naturaleza y su comportamiento. Adán podía, a primera vista, ponerles nombres que describían su origen, su naturaleza y su función a todas las criaturas materiales que veía. Aquellos que lo conducían en esta visita de inspección no sabían que el nuevo gobernante del mundo era uno de los anatomistas más expertos de toda Satania; y Eva era igual de versada. Adán asombró a sus asociados cuando les describió una multitud de seres vivientes demasiado pequeños para ser vistos por los ojos humanos.

Cuando el sexto día de su estancia en la Tierra concluyó, Adán y Eva descansaron por primera vez en su nuevo hogar «al este del Edén». Los primeros seis días de la aventura de Urantia habían sido muy atareados, y estaban deseando con gran placer pasar un día entero desprovisto de toda actividad.

Pero las circunstancias dispusieron las cosas de otra manera. La experiencia del día anterior en la que Adán había analizado con tanta inteligencia y minuciosidad la vida animal de Urantia, unida a su magistral discurso inaugural y a sus modales encantadores, habían conquistado el corazón y subyugado el intelecto de los habitantes del Jardín de tal manera, que no sólo estaban sinceramente decididos a aceptar como gobernantes al Hijo y a la Hija recién llegados de Jerusem, sino que la mayoría estaba casi dispuesta a postrarse y adorarlos como si fueran dioses.

El primer disturbio

Aquella noche, la noche que siguió al sexto día, mientras Adán y Eva dormían, se estaban produciendo cosas extrañas en las proximidades del templo del Padre, en el sector central del Edén. Allí, bajo la suave luz de la Luna, cientos de hombres y mujeres entusiastas y excitados escucharon durante horas los alegatos apasionados de sus dirigentes.

Tenían buenas intenciones, pero simplemente no podían comprender la sencillez de los modales fraternales y democráticos de sus nuevos gobernantes. Mucho antes del amanecer, los nuevos administradores provisionales de los asuntos del mundo llegaron a la conclusión casi unánime de que Adán y su compañera eran demasiado modestos y recatados. Determinaron que la Divinidad había descendido a la Tierra en forma corporal, que Adán y Eva eran dioses en realidad, o estaban tan cerca de serlo, que eran dignos de una adoración reverente.

Los asombrosos acontecimientos de los seis primeros días de Adán y Eva en la Tierra sobrepasaban por completo las mentes no preparadas de los hombres del mundo, incluso de los mejores. La cabeza les daba vueltas; estaban entusiasmados con la proposición de llevar al mediodía a la noble pareja hasta el templo del Padre, para que todos pudieran inclinarse en respetuosa adoración y postrarse en humilde sumisión. Y los habitantes del Jardín eran realmente sinceros al hacer todo esto.

Van protestó. Amadón se encontraba ausente, pues estaba encargado de la guardia de honor que había permanecido con Adán y Eva durante toda la noche. Pero la protesta de Van fue rechazada. Le dijeron que él era también demasiado modesto, demasiado recatado; que él mismo no estaba lejos de ser un dios, o si no, ¿cómo había vivido tanto tiempo en la Tierra, y cómo había llevado a cabo un acontecimiento tan importante como la venida de Adán? Cuando los excitados edenitas estaban a punto de cogerlo y subirlo al montículo para adorarlo, Van se alejó abriéndose paso entre la multitud, y como podía comunicarse con los intermedios, envió a su jefe a toda prisa para que fuera a ver a Adán.

Se acercaba el amanecer de su séptimo día en la Tierra cuando Adán y Eva escucharon la sorprendente noticia de la proposición de aquellos mortales bienintencionados, pero descaminados. Entonces, mientras las aves de pasajeros se acercaban velozmente para llevarlos al templo, los intermedios, que son capaces de hacer estas cosas, transportaron a Adán y Eva hasta el templo del Padre. Este séptimo día por la mañana temprano, desde el montículo donde habían sido recibidos tan recientemente, Adán ofreció una explicación de las órdenes de filiación divina e indicó claramente a estas mentes terrenales que sólo se debe adorar al Padre y a aquellos que él designe. Adán manifestó con claridad que aceptaría cualquier honor y recibiría todo tipo de respetos, pero que nunca consentiría la adoración.

Fue un día de gran importancia. Adán y Eva se apartaron de la multitud, señalaron el templo del Padre, y dijeron: «Id ahora hacia el símbolo material de la presencia invisible del Padre, e inclinaos para adorar a Aquel que nos ha creado a todos y nos mantiene con vida. Que este acto sea la promesa sincera de que nunca más tendréis la tentación de adorar a otro que no sea Dios.» Todos hicieron lo que

Adán les había ordenado. El Hijo y la Hija Materiales permanecieron solos en el montículo, con la cabeza inclinada, mientras que el pueblo se postraba alrededor del templo.

Así es como se originó la tradición del día del sábado. El séptimo día siempre se dedicó, en el Edén, a la asamblea del mediodía en el templo; la costumbre de consagrar este día a la cultura personal subsistió durante mucho tiempo. La mañana se dedicaba al mejoramiento físico, el mediodía al culto espiritual, la tarde a la cultura de la mente, mientras que el anochecer se pasaba en celebraciones sociales. Esto nunca fue una ley en el Edén, pero tuvieron la costumbre de hacerlo mientras la administración adámica gobernó en la Tierra.

La administración de Adán

Los síndicos Melquisedeks permanecieron de servicio durante cerca de siete años después de la llegada de Adán, pero finalmente llegó el momento en que entregaron la administración de los asuntos del mundo a Adán y regresaron a Jerusem.

La despedida de los síndicos ocupó un día entero; durante el anochecer, cada Melquisedek dio a Adán y Eva sus consejos de despedida y les expresó sus mejores deseos. Adán había pedido varias veces a sus consejeros que permanecieran con él en la Tierra, pero estas peticiones siempre fueron denegadas. Había llegado el momento en que los Hijos Materiales tenían que asumir la plena responsabilidad de la conducta de los asuntos del mundo. Así pues, los transportes seráficos de Satania partieron del planeta a medianoche con catorce seres hacia Jerusem, ya que el traslado de Van y Amadón se produjo al mismo tiempo que la partida de los doce Melquisedeks.

Todo marchó bastante bien en Urantia durante algún tiempo, y parecía que Adán podría desarrollar finalmente algún plan para promover la expansión gradual de la civilización edénica.

Durante miles de años, a Adán y Eva les habían enseñado la técnica de mejorar un mundo y de prepararlo para recibir sus contribuciones especializadas para el avance de la civilización evolutiva. Pero ahora tenían que hacer frente a unos problemas apremiantes, tales como el establecimiento del orden público en un mundo de salvajes, bárbaros y seres humanos semicivilizados. Aparte de la flor y nata de la población de la Tierra congregada en el Jardín, sólo unos pocos grupos dispersos estaban algo preparados para recibir la cultura adámica.

Adán realizó un esfuerzo heróico y decidido para establecer un gobierno mundial, pero se encontró a cada paso con una resistencia obstinada. Adán ya había puesto en funcionamiento un sistema de control colectivo en todo el Edén, y había federado todos estos grupos en una liga edénica.

Pero cuando salió del Jardín y trató de aplicar estas ideas a las tribus exteriores, se produjeron problemas, unos problemas muy graves. En cuanto los asociados de Adán empezaron a trabajar fuera del Jardín, se encontraron con la resistencia directa y bien organizada de Caligastia y Daligastia. El Príncipe caído había sido depuesto como gobernante del mundo, pero no había sido retirado del planeta. Continuaba estando presente en la Tierra y con el poder de oponerse, al menos hasta cierto punto, a todos los planes de Adán para rehabilitar la sociedad humana. Adán intentó prevenir a las razas contra Caligastia, pero la tarea era muy difícil porque su enemigo acérrimo era invisible para los ojos de los mortales.

Finalmente, Adán se vio obligado a renunciar a su programa destinado a la socialización inmediata, y volvió al método de organización de Van, dividiendo a los edenitas en compañías de cien miembros, con un capitán para cada una de ellas y un teniente encargado de cada grupo de diez.

Adán y Eva habían venido para establecer un gobierno representativo en lugar de un gobierno monárquico, pero no encontraron ningún gobierno digno de este nombre en toda la faz de la Tierra. Por el momento, Adán abandonó todo esfuerzo por establecer un gobierno representativo, y antes del derrumbamiento del régimen edénico, logró establecer cerca de un centenar de centros comerciales y sociales alejados, donde unos representantes enérgicos gobernaban en su nombre. La mayoría de estos centros habían sido organizados anteriormente por Van y Amadón.

El envío de embajadores de una tribu a otra data de los tiempos de Adán. Fue un gran paso hacia adelante en la evolución del gobierno.

La vida familiar de Adán y Eva

Las tierras de la familia adámica abarcaban poco más de mil trescientas hectáreas. En los alrededores inmediatos de este domicilio familiar se habían tomado disposiciones para cuidar de más de trescientos mil descendientes en línea directa. Pero sólo se construyó la primera unidad de los edifícios en proyecto. Antes de que la familia adámica hubiera crecido más allá de estas previsiones, todo el plan edénico se había desbaratado y el Jardín había sido desocupado.

Adanson fue el primogénito de la raza violeta de Urantia, seguido de una hermana y luego de Evason, el segundo hijo de Adán y Eva. Antes de que se marcharan los Melquisedeks, Eva era madre de cinco hijos — tres niños y dos niñas. Los dos siguientes fueron gemelos. Antes de la falta, había tenido sesenta y tres hijos, treinta y dos hembras y treinta y un varones. Cuando Adán y Eva dejaron el Jardín, su familia constaba de cuatro generaciones que ascendían a 1.647 descendientes en línea directa. Tuvieron cuarenta y dos hijos después de abandonar el Jardín, además de los dos descendientes de linaje conjunto con la estirpe mortal de la Tierra. Estas cifras no incluyen la descendencia adámica entre los noditas y las razas evolutivas.

Los hijos de Adán no tomaban leche animal cuando dejaban de alimentarse con el pecho de su madre a la edad de un año. Eva tenía acceso a la leche de una gran variedad de nueces y a los jugos de numerosas frutas, y como conocía perfectamente la química y la energía de estos alimentos, los combinaba adecuadamente para alimentar a sus hijos hasta la aparición de los dientes.

Aunque la cocción se empleaba de manera universal fuera del sector adámico cercano al Edén, en el hogar de Adán no se cocinaba nada. Encontraban sus alimentos ya preparados — frutas, nueces y cereales — a medida que maduraban. Comían una vez al día, poco después del mediodía. Adán y Eva también absorbían directamente «luz y energía» de ciertas emanaciones espaciales en conjunción con el ministerio del árbol de la vida.

Los cuerpos de Adán y Eva despedían una luz tenue, pero siempre se vestían de acuerdo con la costumbre de sus asociados. Aunque llevaban poca ropa durante el día, al anochecer se ponían unas mantas. El origen de la aureola tradicional que rodea la cabeza de los hombres supuestamente piadosos y santos data de los tiempos de Adán y Eva. Puesto que los vestidos ocultaban una gran parte de las emanaciones luminosas de sus cuerpos, sólo se percibía el resplandor que irradiaban sus cabezas. Los descendientes de Adanson siempre describieron de esta manera su concepto de las personas que se creía que tenían un desarrollo espiritual extraordinario.

Adán y Eva podían comunicarse el uno con el otro, y con sus hijos directos, hasta una distancia de unos ochenta kilómetros. Este intercambio de pensamientos se efectuaba mediante las delicadas cavidades de gas situadas muy cerca de sus estructuras cerebrales. Por medio de este mecanismo podían enviar y recibir las vibraciones del pensamiento. Pero este poder se interrumpió instantáneamente en cuanto abandonaron su mente a la discordia y a los trastornos del mal.

Los hijos de Adán asistían a sus propias escuelas hasta que cumplían los dieciséis años, y los mayores enseñaban a los más jóvenes. Los pequeños cambiaban de actividad cada treinta minutos, y los más grandes cada hora. Fue sin duda un espectáculo nuevo en Urantia observar cómo jugaban estos hijos de Adán y Eva, realizando unas actividades alegres y estimulantes por la pura diversión de hacerlas. Los juegos y el humor de las razas actuales proceden en gran parte de la estirpe adámica. Todos los adamitas apreciaban mucho la música y tenían también un agudo sentido del humor.

La edad media para prometerse en matrimonio era a los dieciocho años, y estos jóvenes empezaban entonces un curso de formación de dos años que los preparaba para asumir las responsabilidades matrimoniales. A los veinte años tenían derecho a casarse, y después de hacerlo empezaban el trabajo de su vida o iniciaban una preparación especial para el mismo.

La costumbre que tuvieron algunas naciones posteriores de permitir que en las familias reales, supuestamente descendientes de los dioses, los hermanos se casaran con las hermanas, data de las tradiciones de los hijos de Adán —que no tenían más remedio que casarse entre ellos. Adán y Eva siempre celebraron las ceremonias matrimoniales de la primera y segunda generación del Jardín.

La vida en el Jardín

Los hijos de Adán vivían y trabajaban «al este del Edén», excepto durante los cuatro años que asistían a las escuelas del oeste. Recibían una formación intelectual según los métodos de las escuelas de Jerusem hasta que tenían dieciséis años. Desde los dieciséis hasta los veinte se instruían en las escuelas de Urantia al otro extremo del Jardín, donde también ejercían como profesores en los cursos inferiores.

La adaptación a la sociedad era el único objetivo que tenía el sistema escolar del oeste del Jardín. Los períodos de recreo matinales se dedicaban a la horticultura y la agricultura prácticas, y los de la tarde a los juegos competitivos. El anochecer se empleaba para las relaciones sociales y el cultivo de las amistades personales. La educación religiosa y sexual se consideraba que incumbía al hogar, que era un deber de los padres.

Adán intentó enseñar a las razas la igualdad de los sexos. La manera en que Eva trabajaba al lado de su marido causó una profunda impresión en todos los habitantes del Jardín. Adán les enseñó claramente que la mujer aporta, de igual modo que el hombre, los factores de la vida que se unen para formar un nuevo ser.

Adán enseñó a sus contemporáneos todo lo que podían comprender, pero comparativamente hablando, no fue gran cosa. Sin embargo, las razas más inteligentes de la Tierra esperaban con impaciencia el momento en que se les permitiría casarse con los hijos y las hijas superiores de la raza violeta. ¡Qué mundo tan diferente hubiera sido Urantia si se hubiera llevado a cabo este gran proyecto para mejorar las razas! Aún así, la pequeña cantidad de sangre que los pueblos evolutivos obtuvieron fortuitamente de esta raza importada ha producido unos beneficios extraordinarios.

La leyenda de la creación

A causa de su contacto directo con los restos de la civilización de los adamitas, los babilonios ampliaron y embellecieron la historia de la creación del hombre, y enseñaron que el hombre había descendido directamente de los dioses. Se aferraron al origen aristocrático de la raza, lo cual era incompatible incluso con la doctrina de la creación a partir del barro.

El relato de la creación en el Antiguo Testamento data de mucho tiempo después de la época de Moisés; éste nunca enseñó a los hebreos una historia tan deformada. Pero sí presentó a los israelitas un relato sencillo y condensado de la creación, esperando realzar así su llamamiento a la adoración del Creador, el Padre Universal, a quien él llamaba el Señor Dios de Israel.

La «edad de oro» es un mito, pero el Edén fue un hecho, y la civilización del Jardín se derrumbó realmente. Adán y Eva continuaron en el Jardín durante ciento diecisiete años, y entonces, a causa de la impaciencia de Eva y de los errores de juicio de Adán, se atrevieron a desviarse del camino ordenado, y atrajeron rápidamente un desastre sobre sí mismos y un retraso ruinoso sobre el desarrollo progresivo de toda Urantia.

La falta de Adán y Eva

Después de más de cien años de esfuerzos en Urantia, Adán podía observar muy pocos progresos fuera del Jardín; el mundo en general no parecía mejorar mucho. Al menos esto es lo que pasaba a menudo por la mente de Adán, y así se lo expresó muchas veces a Eva. Adán y su pareja eran leales, pero estaban aislados de los de su misma orden, y profundamente afligidos por la triste situación de su mundo.

El problema de Urantia

La misión adámica en Urantia, un planeta experimental, marcado por la rebelión y aislado, era una tarea monumental. El Hijo y la Hija Materiales no tardaron en darse cuenta de la dificultad y la complejidad de su misión planetaria. Pero cuando se dispusieron a realizar el trabajo tan importante de eliminar a los anormales y degenerados de los linajes humanos, se quedaron totalmente consternados. No lograban encontrar ninguna salida al dilema, y tampoco podían consultar a sus superiores de Jerusem ni de Edentia. Aquí estaban pues, aislados y teniendo que afrontar cada día algún enredo nuevo y complicado, algún problema que parecía insoluble.

En condiciones normales, la primera tarea de un Adán y una Eva Planetarios hubiera sido la coordinación y la mezcla de las razas. Pero en Urantia este proyecto parecía casi irrealizable, pues aunque las razas estaban biológicamente preparadas, nunca habían sido depuradas de sus linajes atrasados y defectuosos.

Estaban aislados, y el enorme sentimiento de soledad que pesaba sobre ellos se acrecentó aún más con la partida prematura de los síndicos Melquisedeks. Sólo a través de las órdenes angélicas podían comunicarse indirectamente con cualquier ser que estuviera fuera del planeta. Poco a poco su valentía se debilitaba, sus ánimos decaían, y a veces su fe casi vacilaba.

Ésta es la verdadera imagen de la consternación que sentían estas dos nobles almas mientras reflexionaban sobre las tareas con las que se enfrentaban. Los dos eran profundamente conscientes de la enorme empresa que implicaba la ejecución de su misión planetaria.

Los dos, y sobre todo Eva, eran demasiado impacientes; no estaban dispuestos a acomodarse a la larguísima prueba de resistencia. Querían ver algunos resultados inmediatos, y los vieron, pero los resultados que consiguieron así fueron sumamente desastrosos tanto para ellos como para su mundo.

La conspiración de Caligastia

Caligastia visitó con frecuencia el Jardín y tuvo muchas conversaciones con Adán y Eva, pero éstos se mostraron inflexibles ante todas sus sugerencias de compromisos y de atajos aventureros. Tenían ante ellos bastantes resultados de la rebelión como para estar inmunizados de manera eficaz contra todas estas proposiciones insinuantes. Incluso las propuestas de Daligastia ejercían poca influencia sobre los jóvenes descendientes de Adán. Y por supuesto, ni Caligastia ni su asociado tenían poder para influir sobre un individuo cualquiera en contra de su voluntad, y mucho menos para persuadir a los hijos de Adán a que obraran mal.

Conviene recordar que Caligastia era todavía el Príncipe Planetario titular de Urantia, un Hijo descaminado, pero a pesar de todo un Hijo elevado, del universo local. No fue depuesto finalmente hasta la época en que Cristo Miguel estuvo en Urantia.

Pero el Príncipe caído era perseverante y decidido. Pronto renunció a convencer a Adán, y decidió intentar un astuto ataque indirecto contra Eva. El maligno llegó a la conclusión de que la única esperanza de tener éxito residía en la hábil utilización de las personas adecuadas que pertenecían a los estratos superiores del grupo nodita, los descendientes de sus antiguos asociados del estado mayor corpóreo. Y preparó sus planes en consecuencia para coger en una trampa a la madre de la raza violeta.

Eva nunca tuvo la menor intención de hacer nada que estuviera en contra de los planes de Adán o que pusiera en peligro su deber planetario. Como conocían la tendencia de la mujer a buscar resultados inmediatos en lugar de hacer planes con visión de futuro y con efectos más lejanos, los Melquisedeks, antes de partir, habían advertido especialmente a Eva de los peligros específicos que amenazaban su situación aislada en el planeta, y le habían aconsejado en particular que nunca se apartara del lado de su marido, es decir, que no intentara métodos personales o secretos para fomentar sus empresas comunes. Eva había seguido escrupulosamente estas instrucciones durante más de cien años, y no se le ocurrió que hubiera ningún peligro en las conversaciones cada vez más privadas y confidenciales que disfrutaba con cierto jefe nodita llamado Serapatatia. Todo el asunto se desarrolló de manera tan gradual y natural que a Eva la cogió desprevenida.

Los habitantes del Jardín habían estado en contacto con los noditas desde los primeros días del Edén. Habían recibido una ayuda valiosa y mucha cooperación de estos descendientes mixtos de los miembros rebeldes del estado mayor de Caligastia, y ahora el régimen edénico iba a encontrar a través de ellos su completa ruina y su destrucción final.

La tentación de Eva

Adán acababa de terminar sus primeros cien años en la Tierra cuando Serapatatia, a la muerte de su padre, asumió el mando de la confederación occidental o siria de las tribus noditas. Serapatatia era un hombre de piel morena, un brillante descendiente del antiguo jefe (Lut) de la comisión sanitaria de Dalamatia, el cual se había casado con una de las mentes femeninas superiores de la raza azul de aquellos tiempos lejanos. Esta familia había ostentado la autoridad a lo largo de los siglos y había ejercido una gran influencia entre las tribus noditas del oeste.

Serapatatia había visitado varias veces el Jardín y le había impresionado profundamente la rectitud de la causa de Adán. Poco después de asumir el mando de los noditas sirios, anunció su intención de establecer una relación muy estrecha con el trabajo de Adán y Eva en el Jardín. La mayoría de su pueblo se unió a él en este programa, y Adán se regocijó con la noticia de que la más poderosa y la más inteligente de todas las tribus vecinas había decidido casi en masa apoyar el programa para mejorar el mundo; era indudablemente alentador. Poco después de este gran acontecimiento, Adán y Eva recibieron a Serapatatia y a su nuevo estado mayor en su propia casa.
Serapatatia se convirtió en uno de los lugartenientes de Adán más capaces y eficaces. Era totalmente honrado y completamente sincero en todas sus actividades; nunca fue consciente, ni siquiera posteriormente, de que el astuto Caligastia lo estaba utilizando como instrumento accesorio.

Serapatatia se convirtió pronto en el presidente asociado de la comisión edénica para las relaciones tribales, y se prepararon numerosos planes para continuar más enérgicamente la tarea de conseguir que las tribus lejanas se interesaran por la causa del Jardín.

Mantuvo muchas entrevistas con Adán y Eva —sobre todo con Eva— y hablaron de muchos proyectos para mejorar sus métodos. Un día, durante una conversación con Eva, a Serapatatia se le ocurrió que mientras esperaban el reclutamiento de una gran cantidad de representantes de la raza violeta, sería muy beneficioso que entretanto se pudiera hacer algo por el progreso inmediato de las tribus necesitadas que aguardaban. Serapatatia afirmó que si los noditas, en calidad de la raza más progresiva y cooperativa, pudieran tener un jefe que naciera entre ellos con una parte de sangre violeta, esto constituiría un vínculo poderoso que uniría más estrechamente a estos pueblos con el Jardín. Se consideró sensata y honestamente que todo esto sería beneficioso para el mundo, ya que este niño, que sería criado y educado en el Jardín, ejercería una gran influencia benéfica sobre el pueblo de su padre.

Conviene recalcar de nuevo que Serapatatia era completamente honesto y totalmente sincero en todas sus proposiciones. Nunca sospechó que estaba haciendo el juego de Caligastia y Daligastia. Serapatatia era totalmente leal al proyecto de acumular una gran reserva de la raza violeta antes de intentar el mejoramiento mundial de los pueblos desorientados de Urantia. Pero esto último necesitaría cientos de años para llevarse a cabo, y él era impaciente; quería ver algunos resultados inmediatos — algo que se produjera durante su propia vida. Indicó claramente a Eva que Adán estaba a menudo desanimado por lo poco que se había logrado para mejorar el mundo.
Estos planes se maduraron en secreto durante más de cinco años. Al final se desarrollaron hasta tal punto que Eva consintió en tener una entrevista secreta con Cano, la mente más brillante y el jefe más activo de la colonia cercana de noditas amistosos. Cano simpatizaba mucho con el régimen adámico; de hecho era el guía espiritual sincero de los noditas vecinos que apoyaban las relaciones amistosas con el Jardín.

La reunión fatídica se produjo durante las horas del crepúsculo de una tarde de otoño, cerca de la casa de Adán. Eva nunca se había encontrado antes con el hermoso y entusiasta Cano — que era un magnífico ejemplar sobreviviente de la constitución física superior y del intelecto sobresaliente de sus lejanos progenitores del estado mayor del Príncipe. Cano creía también plenamente en la rectitud del proyecto de Serapatatia. (La poligamia se practicaba de manera habitual fuera del Jardín.)

Influida por los halagos, el entusiasmo y una gran persuasión personal, Eva accedió enseguida a embarcarse en la empresa tan discutida, a añadir su propio pequeño proyecto de salvación del mundo al plan divino más amplio y de más largo alcance. Antes de darse plenamente cuenta de lo que sucedía, el paso fatal se había dado. Ya estaba hecho.

La toma de conciencia de la falta

La vida celestial del planeta estaba en efervescencia. Adán reconoció que algo iba mal y le pidió a Eva que fuera con él a un lado del Jardín. Adán escuchó entonces, por primera vez, toda la historia del plan madurado durante largo tiempo para acelerar el progreso del mundo, actuando simultáneamente en dos direcciones: la continuación del plan divino junto con la ejecución del proyecto de Serapatatia.

Mientras el Hijo y la Hija Materiales conversaban así en el Jardín iluminado por la Luna, «la voz en el Jardín» les reprochó su desobediencia. Aquella voz no era otra que mi propio anuncio a la pareja edénica de que habían transgredido el pacto del Jardín, que habían desobedecido las instrucciones de los Melquisedeks, que habían fracasado en la ejecución del juramento de confianza que habían prestado al soberano del universo.

Eva había consentido en participar en la práctica del bien y del mal. El bien es la realización de los planes divinos; el pecado es una transgresión deliberada de la voluntad divina; el mal es la inadaptación de los planes y el desajuste de las técnicas que acaban provocando la falta de armonía en el universo y la confusión planetaria.

Cada vez que la pareja del Jardín había comido del fruto del árbol de la vida, el arcángel guardián les había advertido que se abstuvieran de ceder a las sugerencias de Caligastia tendentes a combinar el bien y el mal. Habían sido prevenidos en los términos siguientes: «El día que mezcléis el bien y el mal, os volveréis sin duda como los mortales del mundo; moriréis con toda seguridad.»

En el momento fatídico de su encuentro secreto, Eva le había contado a Cano esta advertencia tantas veces repetida, pero Cano, que no conocía ni la importancia ni el significado de estos avisos, le había asegurado que los hombres y las mujeres con móviles buenos e intenciones sinceras no podían obrar mal, que ella seguramente no moriría, sino que más bien viviría de nuevo en la persona del hijo de los dos, el cual crecería para bendecir y estabilizar el mundo.

Aunque este proyecto para modificar el plan divino se había concebido y ejecutado con toda sinceridad y únicamente con los móviles más elevados para el bienestar del mundo, constituía un mal porque representaba la manera equivocada de conseguir unos fines justos, porque se apartaba del camino recto, del plan divino.

Es verdad que Eva había encontrado atractivo a Cano, y experimentó todo lo que le prometía su seductor, pasando por «un conocimiento nuevo y mayor de los asuntos humanos y una comprensión más viva de la naturaleza humana como complemento de la comprensión de la naturaleza adámica.»

Aquella noche estuve hablando en el Jardín con el padre y la madre de la raza violeta, como era mi deber en aquellas tristes circunstancias. Escuché el relato completo de todo lo que había conducido a la Madre Eva a cometer la falta, y les di a los dos asesoramiento y consejos respecto a la situación inmediata. Algunos de estos consejos los siguieron, y otros los pasaron por alto. Esta entrevista aparece en vuestros anales como «el Señor Dios llamó a Adán y Eva en el Jardín y les preguntó: ‘¿Dónde estáis?`». Las generaciones posteriores tenían la costumbre de atribuir todo lo que era insólito y extraordinario, ya fuera físico o espiritual, a la intervención personal directa de los Dioses.

Las repercusiones de la falta

La desilusión de Eva fue realmente patética. Adán percibió toda la difícil situación, y aunque tenía el corazón destrozado y estaba abatido, sólo albergaba compasión y simpatía por su compañera equivocada.

Al día siguiente del tropiezo de Eva, desesperado por su conciencia del fracaso, Adán buscó a Laotta, la brillante nodita que dirigía las escuelas occidentales del Jardín, y cometió con premeditación la misma locura que Eva. Pero no os equivoquéis. Adán no fue seducido; sabía exactamente lo que hacía; escogió deliberadamente compartir el mismo destino que Eva. Amaba a su compañera con un afecto sobrehumano, y la idea de la posibilidad de una vigilia solitaria sin ella en Urantia sobrepasaba lo que podía soportar.

Cuando se enteraron de lo que le había sucedido a Eva, los habitantes enfurecidos del Jardín se volvieron inmanejables; declararon la guerra a la colonia nodita vecina. Salieron rápidamente por las puertas del Edén y cayeron sobre esta población desprevenida, destruyéndola por completo — no se salvó ni un solo hombre, mujer o niño. Cano, el padre de Caín aún por nacer, también pereció.

Cuando se dio cuenta de lo que había sucedido, Serapatatia se hundió en la consternación; el miedo y los remordimientos lo pusieron fuera de sí, y al día siguiente se ahogó en el gran río.

Los hijos de Adán trataron de consolar a su madre aturdida, mientras su padre vagaba en la soledad durante treinta días. Al final de este período se impuso el juicio; Adán regresó a su hogar y empezó a hacer planes para su futura línea de conducta.

Las consecuencias de las locuras de unos padres descaminados son compartidas con mucha frecuencia por sus hijos inocentes. Los nobles y honrados hijos e hijas de Adán y Eva estaban abrumados por la inexplicable tristeza de la tragedia increíble que tan repentina y despiadadamente se había precipitado sobre ellos. Los hijos mayores tardaron más de cincuenta años en recuperarse del dolor y la tristeza de aquellos días trágicos, sobre todo del terror de aquel período de treinta días durante los cuales su padre estuvo ausente del hogar, mientras su madre aturdida ignoraba por completo cuál era su paradero o la suerte que había corrido.


Estos mismos treinta días fueron para Eva como largos años de dolor y sufrimiento. Esta noble alma nunca se recuperó plenamente de los efectos de aquel período insoportable de sufrimiento mental y de tristeza espiritual. Ningún aspecto de sus privaciones y dificultades materiales posteriores pudo compararse nunca, en la memoria de Eva, con aquellos días terribles y aquellas noches espantosas de soledad y de incertidumbre insoportable. Se enteró del acto irreflexivo de Serapatatia y no sabía si su marido se había suicidado de dolor o había sido sacado del planeta como castigo por la falta de ella. Cuando Adán regresó, Eva sintió la satisfacción de una alegría y una gratitud que nunca se borró durante su larga y difícil vida conyugal de duro servicio.

El tiempo pasaba, pero Adán no estuvo seguro de la naturaleza de su infracción hasta setenta días después de la falta de Eva, cuando los síndicos Melquisedeks regresaron a Urantia y asumieron la jurisdicción sobre los asuntos del mundo. Entonces supo que habían fracasado.

Pero aún se estaban preparando más dificultades: La noticia de la aniquilación de la colonia nodita cercana al Edén no tardó en llegar hasta las tribus de origen de Serapatatia situadas en el norte, y pronto se congregó un gran ejército para dirigirse hacia el Jardín. Éste fue el principio de una larga guerra encarnizada entre los adamitas y los noditas, ya que estas hostilidades continuaron hasta mucho tiempo después de que Adán y sus seguidores emigraran al segundo jardín en el valle del Éufrates. Hubo una «enemistad intensa y duradera entre aquel hombre y la mujer, entre la descendencia de él y la descendencia de ella.»

Adán y Eva abandonan el Jardín

Cuando Adán se enteró de que los noditas estaban en marcha, buscó el asesoramiento de los Melquisedeks, pero éstos se negaron a aconsejarle; sólo le dijeron que hiciera lo que estimara más conveniente, y le prometieron su cooperación amistosa, en la medida de lo posible, en la línea de conducta que decidiera. A los Melquisedeks se les había prohibido que se entrometieran en los planes personales de Adán y Eva.

Adán sabía que él y Eva habían fracasado; la presencia de los síndicos Melquisedeks se lo indicaba, aunque aún no sabía nada sobre su situación personal y su destino futuro. Mantuvo una reunión durante toda la noche con unos mil doscientos seguidores leales que se habían comprometido a seguir a su jefe, y al día siguiente al mediodía, estos peregrinos salieron del Edén en busca de un nuevo hogar. A Adán no le agradaba la guerra, y eligió en consecuencia dejar el primer jardín a los noditas sin oponer resistencia.

Al tercer día de salir del Jardín, la caravana edénica fue detenida por la llegada de los transportes seráficos de Jerusem. A Adán y Eva se les informó por primera vez sobre cuál sería el destino de sus hijos. Mientras los transportes permanecían preparados, aquellos hijos que habían llegado a la edad de elegir (veinte años) recibieron la opción de permanecer en Urantia con sus padres, o de convertirse en los pupilos de los Altísimos de Norlatiadek. Dos tercios escogieron ir a Edentia, y casi un tercio eligió permanecer con sus padres. Todos los hijos menores de veinte años fueron llevados a Edentia. Nadie podría haber contemplado la dolorosa separación entre este Hijo y esta Hija Materiales y sus hijos, sin darse cuenta de que el camino del transgresor es duro. Estos descendientes de Adán y Eva se encuentran ahora en Edentia; no sabemos cómo se dispondrá de ellos.

Fue una caravana muy triste la que se preparó para continuar su viaje. ¡Nada podía haber sido más trágico! ¡Haber venido a un mundo con tan grandes esperanzas, haber sido recibidos tan favorablemente, y luego salir con oprobio del Edén, para perder además a más de las tres cuartas partes de sus hijos incluso antes de haber encontrado un nuevo lugar donde residir!

La degradación de Adán y Eva

Mientras la caravana edénica estaba detenida, a Adán y Eva se les informó sobre la naturaleza de sus transgresiones y se les comunicó el destino que les esperaba. Gabriel apareció para pronunciar la sentencia, y éste fue el veredicto: El Adán y la Eva Planetarios de Urantia son declarados en falta; han violado el pacto de su cargo de confianza como dirigentes de este mundo habitado.

Aunque estaban abatidos por el sentimiento de culpabilidad, a Adán y Eva les animó enormemente el anuncio de que sus jueces de Salvington los habían absuelto de todos los cargos de «desacato al gobierno del universo». No habían sido declarados culpables de rebelión.

A la pareja edénica se le informó que ellos mismos se habían degradado al estado de los mortales del planeta, y que de ahora en adelante deberían comportarse como un hombre y una mujer de Urantia, considerando el futuro de las razas del mundo como el suyo propio.

Pero es esencial comprender el estado de inmortalidad de la orden material de filiación para entender con claridad las consecuencias que acompañaron a la falta de Adán y Eva.

Adán y Eva, al igual que sus semejantes de Jerusem, mantenían su estado inmortal mediante una asociación intelectual con el circuito de gravedad mental del Espíritu. Cuando este sostén vital se rompe debido a una separación mental, entonces, sin tener en cuenta el nivel espiritual de existencia de la criatura, el estado de inmortalidad se pierde. El estado mortal, seguido de la disolución física, era la consecuencia inevitable de la falta intelectual de Adán y Eva.

El Hijo y la Hija Materiales de Urantia también estaban personalizados en la similitud de la carne mortal de este mundo, y dependían además del mantenimiento de un sistema circulatorio doble, el primer sistema derivado de sus naturalezas físicas, y el segundo de la superenergía acumulada en el fruto del árbol de la vida. El arcángel guardián siempre había advertido a Adán y Eva que un incumplimiento del deber culminaría en la degradación de su condición, y después de la falta se les negó el acceso a esta fuente de energía.

Caligastia logró hacer caer en la trampa a Adán y Eva, pero no consiguió su objetivo de conducirlos a una rebelión abierta contra el gobierno del universo. Lo que habían hecho estaba realmente mal, pero nunca fueron culpables de despreciar la verdad, ni tampoco se rebelaron deliberadamente contra el justo gobierno del Padre Universal y su Hijo Creador.

La supuesta caída del hombre

Adán y Eva cayeron de su estado superior de filiación material hasta la humilde condición de los hombres mortales. Pero ésta no fue la caída del hombre. La raza humana ha sido mejorada a pesar de las consecuencias inmediatas de la falta adámica. Aunque el plan divino consistente en otorgar la raza violeta a los pueblos de Urantia fracasó, las razas mortales se han beneficiado enormemente de la contribución limitada que Adán y sus descendientes aportaron a las razas de Urantia.

Los linajes superiores de Urantia contienen ahora unos factores hereditarios que proceden como mínimo de cuatro fuentes diferentes: andonita, sangik, nodita y adámica.

Adán no debería ser considerado como la causa de la maldición de la raza humana. Aunque fracasó en llevar adelante el plan divino, aunque transgredió su pacto con la Deidad, aunque él y su compañera fueron degradados con toda seguridad en su categoría como criaturas, a pesar de todo esto, su contribución a la raza humana hizo progresar mucho la civilización en Urantia.

Eva fue inducida a experimentar con el plasma vital de la orden material de filiación, en el sentido de que permitió que este depósito de vida se mezclara prematuramente con el del tipo entonces ya mixto del proyecto original de los Portadores de Vida, que anteriormente se había combinado con el de los seres reproductores ligados en otro tiempo al estado mayor del Príncipe Planetario.

Nuestro universo no fue creado perfecto; la perfección es nuestra meta eterna, no nuestro origen.

Si éste fuera un universo mecánico, si la Gran Fuente-Centro Primera sólo fuera una fuerza y no también una personalidad, si toda la creación fuera un inmenso conjunto de materia física dominado por leyes precisas caracterizadas por actividades energéticas invariables, entonces podría prevalecer la perfección, a pesar incluso del estado incompleto del universo. No habría ningún desacuerdo; no habría ninguna fricción.

Presentado por Solonia, la «voz seráfica en el Jardín».

El segundo Jardín

Cuando Adán eligió dejar el primer jardín a los noditas sin oponer resistencia, no podía ir con sus seguidores hacia el oeste, porque los edenitas no disponían de barcos adecuados para esa aventura marina. No podían ir hacia el norte, pues los noditas del norte ya estaban en marcha hacia el Edén. Temían dirigirse hacia el sur, porque las colinas de aquella región estaban infestadas de tribus hostiles. La única vía abierta era hacia el este, y por eso viajaron hacia el este y las regiones entonces agradables situadas entre los ríos Tigris y Éufrates. Muchos de los que se habían quedado atrás viajaron más tarde hacia el este para unirse con los adamitas en su nueva residencia del valle.

Caín y Sansa nacieron antes de que la caravana adámica hubiera alcanzado su destino entre los dos ríos de Mesopotamia. Laotta, la madre de Sansa, murió al nacer su hija; Eva sufrió mucho, pero sobrevivió debido a su fortaleza superior. Eva amamantó a Sansa, la hija de Laotta, y la crió con Caín. Sansa creció y llegó a ser una mujer de grandes aptitudes. Se convirtió en la esposa de Sargán, el jefe de las razas azules del norte, y contribuyó al progreso de los hombres azules de aquellos tiempos.

Los edenitas entran en Mesopotamia

La caravana de Adán necesitó casi un año entero para llegar al río Éufrates. Como lo encontraron crecido, permanecieron acampados casi seis semanas en las llanuras del oeste del río antes de atravesarlo para entrar en las tierras situadas entre los dos ríos, las cuales iban a convertirse en el segundo jardín.

Cuando los habitantes del territorio del segundo jardín recibieron la noticia de que el rey y sumo sacerdote del Jardín del Edén marchaba hacia ellos, huyeron precipitadamente a las montañas del este. Cuando Adán llegó, encontró que todo el territorio que deseaba estaba desocupado. Aquí, en este nuevo lugar, Adán y sus colaboradores se pusieron a trabajar para construir sus nuevos hogares y establecer un nuevo centro de cultura y de religión.

Los dos ríos mismos formaban una buena defensa natural en aquellos tiempos; a poca distancia hacia el norte del segundo jardín, el Éufrates y el Tigris se acercaban mucho, de manera que se podía construir una muralla defensiva de noventa kilómetros para proteger el territorio hacia el sur y entre los mismos ríos.

Después de instalarse en el nuevo Edén, se vieron en la necesidad de adoptar métodos de vida rudimentarios; parecía totalmente cierto que la tierra estuviera maldita. La naturaleza seguía de nuevo su curso. Ahora los adamitas se vieron obligados a arrebatarle a una tierra no preparada lo suficiente para vivir, y a enfrentarse con las realidades de la vida en medio de las hostilidades e incompatibilidades naturales de la existencia humana. Habían encontrado el primer jardín parcialmente preparado para ellos, pero el segundo tenía que ser creado con el trabajo de sus propias manos y con el «sudor de su frente».

Caín y Abel

Abel nació menos de dos años después que Caín, y fue el primer hijo de Adán y Eva que nació en el segundo jardín. Cuando Abel cumplió los doce años, eligió convertirse en pastor; Caín había escogido dedicarse a la agricultura.

Ahora bien, en aquellos tiempos existía la costumbre de hacer ofrendas al clero de las cosas que se tenían a mano. Los pastores ofrecían los animales de sus rebaños, y los campesinos los frutos de los campos; de conformidad con esta costumbre, Caín y Abel hacían también ofrendas periódicas a los sacerdotes. Los dos muchachos habían discutido muchas veces sobre los méritos relativos de sus profesiones, y Abel no tardó en señalar que se mostraba preferencia por sus sacrificios de animales. Caín recurría en vano a las tradiciones del primer Edén, a la antigua preferencia por los frutos del campo. Abel no lo admitía, y se mofaba del desconcierto de su hermano mayor.

En los tiempos del primer Edén, Adán había procurado efectivamente no fomentar las ofrendas de animales sacrificados, de manera que Caín tenía un precedente que justificaba sus argumentos. Los sacerdotes noditas oficiantes empezaron a volver a las normas y reglas de los tiempos preadámicos.

Los dos muchachos nunca se llevaron bien, y este asunto de los sacrificios contribuyó además a acrecentar el odio entre ellos. Abel sabía que era hijo de Adán y Eva, y nunca dejó de recalcarle a Caín que Adán no era su padre. Caín no era de pura raza violeta, puesto que su padre pertenecía a la raza nodita, que más tarde se había mezclado con los hombres azules y rojos y con la estirpe andónica aborigen. Todo esto, unido a la herencia belicosa natural de Caín, le indujo a alimentar un odio creciente hacia su hermano menor.

Los muchachos tenían dieciocho y veinte años respectivamente cuando la tensión entre ellos se resolvió de manera definitiva; un día, las burlas de Abel enfurecieron tanto a su belicoso hermano, que Caín se revolvió airado contra él y lo mató.

El análisis de la conducta de Abel demuestra el valor del entorno y de la educación como factores en el desarrollo del carácter. Abel tenía una herencia ideal, y la herencia yace en el fondo de todo carácter; pero la influencia de un ambiente inferior neutralizó prácticamente esta herencia magnífica. Abel estuvo profundamente influído por su medio ambiente desfavorable, sobre todo durante sus primeros años. Se habría convertido en una persona totalmente diferente si hubiera vivido hasta los veinticinco o los treinta años; su herencia excelente se habría manifestado entonces. Aunque un buen entorno no puede contribuir mucho a vencer realmente las desventajas que una herencia inferior tiene para el carácter, un ambiente malo puede estropear de manera muy eficaz una herencia excelente, al menos durante los primeros años de la vida. Un buen entorno social y una educación adecuada constituyen el terreno y la atmósfera indispensables para sacar el mayor partido de una buena herencia.


Los padres de Abel supieron que había muerto cuando sus perros llevaron los rebaños a la casa sin su dueño. Para Adán y Eva, Caín se iba convirtiendo rápidamente en el siniestro recuerdo de la locura que habían cometido, y lo animaron en su decisión de abandonar el jardín.
La vida de Caín en Mesopotamia no había sido precisamente feliz, ya que era de manera tan peculiar el símbolo de la falta. No es que sus compañeros fueran poco amables con él, sino que él no ignoraba el resentimiento subconsciente que causaba su presencia. Pero Caín no tenía ninguna marca tribal, y sabía que lo matarían los primeros hombres de las tribus vecinas que se encontraran con él por casualidad.

El miedo y cierto remordimiento le indujeron a arrepentirse. Caín nunca había tenido un Ajustador; siempre había desafiado la disciplina familiar y despreciado la religión de su padre. Pero ahora fue a ver a Eva, su madre, para pedirle ayuda y orientación espiritual, y en cuanto buscó sinceramente la asistencia divina, un Ajustador vino a residir dentro de él. Este Ajustador, que residía en el interior y miraba hacia el exterior, confirió a Caín una clara ventaja de superioridad que lo relacionó con la muy temida tribu de Adán.

Caín partió pues hacia la tierra de Nod, al este del segundo Edén. Se convirtió en un gran jefe de uno de los grupos del pueblo de su padre, y realizó hasta cierto punto las predicciones de Serapatatia, pues durante toda su vida fomentó la paz entre esta división de los noditas y los adamitas. Caín se casó con Remona, su prima lejana, y su primer hijo, Enoc, se convirtió en el jefe de los noditas elamitas. Los elamitas y los adamitas continuaron viviendo en paz durante cientos de años.

La vida en Mesopotamia

Los gobernantes civiles de los adamitas descendían hereditariamente de los hijos del primer jardín. El primer hijo de Adán, Adanson (Adán ben Adán), fundó un centro secundario de la raza violeta al norte del segundo Edén. El segundo hijo de Adán, Evason, se convirtió en un dirigente y administrador magistral; fue el gran asistente de su padre. Evason no vivió tanto tiempo como Adán, y su hijo mayor, Jansad, se volvió el sucesor de Adán como jefe de las tribus adamitas.

Los dirigentes religiosos, o sacerdotes, surgieron con Set, el hijo mayor sobreviviente de Adán y Eva nacido en el segundo jardín. Nació ciento veintinueve años después de la llegada de Adán a Urantia. Set se centró en la tarea de mejorar el estado espiritual del pueblo de su padre, convirtiéndose en el jefe de los nuevos sacerdotes del segundo jardín. Su hijo, Enós, fundó la nueva orden de culto, y su nieto, Cainán, instituyó el servicio exterior de misioneros para las tribus circundantes, cercanas y lejanas.

El clero setita fue una empresa triple que abarcaba la religión, la salud y la educación. A los sacerdotes de esta orden se les enseñaba a oficiar en las ceremonias religiosas, a ejercer como médicos e inspectores sanitarios, y a trabajar como profesores en las escuelas del jardín.

La caravana de Adán había transportado con ella las semillas y los bulbos de cientos de plantas y cereales del primer jardín hasta la tierra situada entre los dos ríos; también habían llevado consigo grandes rebaños y algunos ejemplares de todos los animales domesticados. Esto les proporcionaba grandes ventajas sobre las tribus que los rodeaban. Disfrutaban de muchos beneficios de la cultura anterior del Jardín original.

Hasta el momento de abandonar el primer jardín, Adán y su familia siempre se habían alimentado de frutas, cereales y nueces. Camino de Mesopotamia habían comido por primera vez legumbres y verduras. El consumo de carne se introdujo pronto en el segundo jardín, pero Adán y Eva nunca comieron carne como parte de su dieta habitual. Adanson, Evason, y los demás hijos de la primera generación del primer jardín tampoco se volvieron carnívoros.

Los adamitas superaban enormemente a los pueblos circundantes en realizaciones culturales y en desarrollo intelectual. Elaboraron el tercer alfabeto, y además sentaron las bases precursoras de una gran parte del arte, la ciencia y la literatura modernas. Aquí, en las tierras situadas entre el Tigris y el Éufrates, conservaron las artes de la escritura, el trabajo de los metales, la alfarería y la tejeduría, y realizaron un tipo de arquitectura que no fue superado durante miles de años.

La vida familiar de los pueblos violetas era ideal para aquellos tiempos y aquella época. Los niños estaban sometidos a cursos de formación en agricultura, artesanía y ganadería, o bien se les educaba para desempeñar las triples obligaciones de los setitas: ser sacerdote, médico e instructor.

Cuando penséis en los sacerdotes setitas, no confundáis a aquellos nobles y altruístas instructores de la salud y la religión, a aquellos verdaderos educadores, con los cleros envilecidos y comerciantes de las tribus posteriores y de las naciones circundantes. Sus conceptos religiosos de la Deidad y del universo eran avanzados y más o menos exactos, sus medidas de prevención sanitarias eran excelentes para su época, y sus métodos educativos jamás han sido superados desde entonces.

La raza violeta

Adán y Eva fueron los fundadores de la raza de hombres violetas, la novena raza humana que apareció en Urantia. Adán y sus descendientes tenían los ojos azules, y los pueblos violetas se caracterizaban por tener la tez clara y el cabello rubio — amarillo, rojo y castaño.

Eva no sufría dolores de parto, y tampoco los padecían las razas evolutivas primitivas. Sólo las razas mezcladas, surgidas de la unión de los hombres evolutivos con los noditas y más tarde con los adamitas, sufrieron los intensos dolores del parto.

Adán y Eva, al igual que sus hermanos de Jerusem, obtenían su energía de una doble nutrición, manteniéndose a base de alimentos y de luz a la vez, con el complemento de ciertas energías superfísicas no reveladas en Urantia. Sus descendientes de Urantia no heredaron de sus padres el don de la absorción de la energía y de circulación de la luz. Poseían una sola circulación, el tipo humano de alimentación sanguínea. Eran deliberadamente mortales pero vivían mucho tiempo, aunque su longevidad tendía hacia las normas humanas con cada generación sucesiva.

Adán y Eva y sus hijos de la primera generación no utilizaban la carne de los animales para alimentarse. Se mantenían totalmente a base de «los frutos de los árboles». Después de la primera generación, todos los descendientes de Adán empezaron a tomar productos lácteos, pero muchos de ellos continuaron con un régimen no carnívoro. Muchas tribus del sur con las que se unieron posteriormente tampoco eran carnívoras. Más tarde, la mayoría de estas tribus vegetarianas emigraron hacia el este y sobrevivieron en los pueblos actualmente mezclados de la India.

Tanto la visión física como la visión espiritual de Adán y Eva eran muy superiores a la de los pueblos de hoy. Sus sentidos especiales eran mucho más agudos; eran capaces de ver a los intermedios y a las huestes angélicas, a los Melquisedeks y a Caligastia, el Príncipe caído que vino varias veces a conferenciar con su noble sucesor. Conservaron la capacidad de ver a estos seres celestiales durante más de cien años después de la falta. Estos sentidos especiales estaban menos aguzados en sus hijos y tendieron a disminuir con cada generación sucesiva.

Los hijos adámicos tenían generalmente un Ajustador interior, puesto que todos poseían una capacidad indudable de supervivencia. Estos descendientes superiores no estaban tan sometidos al miedo como los hijos de la evolución. Las razas actuales de Urantia continúan teniendo tanto miedo porque vuestros antepasados recibieron muy poco plasma vital de Adán, debido al fracaso prematuro de los planes destinados al mejoramiento físico de las razas.

Después de haberse establecido en el segundo jardín junto al Éufrates, Adán decidió dejar tras él la mayor cantidad posible de su plasma vital para que el mundo se beneficiara después de su muerte. En consecuencia, Eva fue nombrada a la cabeza de una comisión de doce miembros para la mejora de la raza, y antes de la muerte de Adán, esta comisión había elegido a 1.682 mujeres del tipo más elevado de Urantia, y todas fueron fecundadas con el plasma vital adámico. Todos sus hijos llegaron hasta la madurez, a excepción de 112, de manera que el mundo se benefició así de la adición de 1.570 hombres y mujeres superiores. Aunque estas madres candidatas fueron elegidas entre todas las tribus circundantes y representaban a la mayor parte de las razas de la Tierra, la mayoría fue escogida entre los linajes superiores de los noditas, y formaron los orígenes iniciales de la poderosa raza andita. Estos niños nacieron y se criaron en el entorno tribal de sus madres respectivas.

La muerte de Adán y Eva

Poco tiempo después del establecimiento del segundo Edén, a Adán y Eva se les informó debidamente que su arrepentimiento era aceptable, y que, aunque estaban condenados a sufrir el destino de los mortales de su mundo, serían admitidos indudablemente en las filas de los supervivientes dormidos de Urantia. Su transgresión había sido un error de juicio, y no el pecado de una rebelión consciente y deliberada.

Para Adán y Eva siempre fue un consuelo meditar sobre el único mensaje personal que recibieron de Miguel, aunque para ellos fuera un poco difícil de comprender. Este mensaje, entre otras expresiones de amistad y de aliento, decía: «He tomado en consideración las circunstancias de vuestra falta; he recordado el deseo de vuestro corazón de ser siempre leales a la voluntad de mi Padre, y seréis llamados del abrazo del sueño mortal cuando yo llegue a Urantia, si los Hijos subordinados de mi universo no os envían a buscar antes de ese momento.»

Adán vivió 530 años; murió de lo que se podría llamar vejez. Su mecanismo físico simplemente se desgastó; el proceso de desintegración le ganó terreno progresivamente al proceso de reparación, y el final inevitable llegó. Eva había muerto diecinueve años antes de una insuficiencia cardíaca. Los dos fueron enterrados en el centro del templo del servicio divino, que se había construido de acuerdo con sus planes poco después de haberse terminado la muralla de la colonia. Éste fue el origen de la costumbre de enterrar a los hombres y mujeres notables y piadosos bajo el suelo de los lugares de culto.

Sin embargo, la desgracia no ha sido el único destino de Urantia; este planeta ha sido también el más afortunado del universo local de Nebadon. Los urantianos deberían considerar como un beneficio que los desatinos de sus antepasados y los errores de los primeros gobernantes de este mundo sumieran al planeta en un estado de confusión tan desesperada, intensificada además por el mal y el pecado, que este mismo trasfondo de tinieblas atrajo tanto la atención de Miguel de Nebadon (Jesús) que escogió este mundo como escenario para revelar la personalidad amorosa del Padre que está en los cielos. No se trata de que Urantia necesitara a un Hijo Creador para poner en orden sus asuntos enredados, sino que el mal y el pecado en Urantia proporcionaron al Hijo Creador un trasfondo más llamativo para revelar el amor, la misericordia y la paciencia incomparables del Padre Paradisiaco.

1 comentario:

  1. muy buen artículo pero estaria mejor si no tuviera este tipo de letra es decir, el color cansa despues de un tiempo, si pudieras cambiarlo por algo que sea menos tedioso de leer como un fondo negro y letra blanca?

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