EL ARBOL
Compilado y estructurado por el Dr. Fernando Durand Mejía - Perú
Hechos religiosos por Nacho Padró
El cosmos visto en forma de árbol gigante de la mitología escandinava se incorpora dentro de los árboles sagrados, ritos y símbolos vegetales con los que se inicia toda religión.
Pertenecen pues a los cultos de la vegetación
1) el conjunto piedra/árbol/altar, microcosmos efectivo en las capas más antiguas de la vida religiosa (Australia, China, Indochina, India, Fenicia y el Egeo);
2) el árbol imagen del cosmos (India, Mesopotamia, Escandinavia, etc.);
3) el árbol teofanía cósmica (Mesopotamia, India, el Egeo);
4) el árbol símbolo de la vida;
5) el árbol centro del mundo y sostén del universo (altaicos, escandinavos, etc.);
6) lazos místicos entre árboles y hombres, y
7) el árbol símbolo de la resurrección de la vegetación, de la primavera y de la regeneración.
El árbol representa pues en todas las culturas primitivas al cosmos vivo, regenerándose sin cesar, vida sin muerte, centro del mundo. El árbol en estas épocas representaba poder benéfico, y se le adoraba o veneraba por lo que implicaba y significaba. Fue así como se convirtió en objeto religioso, pues como eran árboles de hoja caduca, morían y resucitaban. Simbolizaban así al universo.
ALEGORIA ALQUIMICA DEL ARBOL DE LA VIDA
EL ARBOL EN ARABIA
EL ARBOL EN EGIPTO
El centro totémico australiano se encuentra frecuentemente situado en un conjunto sagrado de árboles y piedras, y el binomio cultual piedra-árbol está presente en todas estas civilizaciones arcaicas.
Los textos pali mencionan la piedra o el altar (veyaddi, manco) situados al lado de un árbol sagrado, y constituían la osamenta de los cultos populares de las divinidades de la fertilidad (los Yaksha).
Esta antiquísima asociación de la piedra y el árbol fue aceptada y asumida por el budismo. La caitya búdica era a veces el árbol solo, sin altar; pero otras veces era la construcción rudimentaria que se erigía cerca del árbol. El valor religioso de los lugares sagrados arcaicos no pudo ser quebrantado ni por el budismo ni por el hinduismo.
La misma continuidad puede observarse en Grecia y en el mundo semítico. Desde los tiempos minoicos hasta el crepúsculo del helenismo se encuentra siempre el árbol cultural al lado de una roca. Con frecuencia el santuario arcaico semítico estaba constituido por un árbol o un betilo; y el árbol o el ashera (tronco descortezado) quedó solo más tarde al lado del altar. Los lugares de ofrendas de los cananeos y hebreos estaban situados sobre toda colina elevada y bajo todo árbol verdeante.
Prácticamente sucedía lo mismo en Caldea y Sumeria. Y estos lugares sagrados son un microcosmos porque repiten el paisaje cósmico, al ser reflejo del todo: son un imago mundi. La piedra representaba la realidad por excelencia, la indestructibilidad y duración; el árbol el poder sagrado. Si había agua, la purificación. Aunque con el tiempo estos pasajes microcósmicos se redujeron al árbol o al pilar sagrado. Cuando esto sucedió estamos ante la creencia en el árbol cósmico, habitación de la divinidad. El árbol Kiskanu de Eridu, morada del dios de la fertilidad y de las ciencias civilizadoras, lugar de reposo de la madre de Ea la diosa Bau, divinidad de la abundancia, de los rebaños y de la agricultura, en Babilonia. Árbol rodeado de capridios, astros, pájaros o serpientes.
La tradición india representa al cosmos bajo la forma de un árbol gigante. Los Upanishads: el universo es un árbol invertido, que hunde sus raíces en el cielo y extiende sus ramas por encima de la Tierra entera... Sus ramas son el éter, el aire, el fuego, el agua, la tierra. En el Bhagavad-Gitâ y en el Mahâbhârata el árbol cósmico acaba por expresar no sólo al universo, sino también la condición del hombre en el mundo.
Platón afirmaría después que el hombre es una planta invertida, cuyas raíces se extienden hacia el cielo, y sus ramas hacia la Tierra. La misma tradición se encuentra en la doctrina esotérica hebraica: el árbol de la vida se extiende desde lo alto hacia abajo, y el sol lo alumbra enteramente. Lo mismo sucede en la tradición islámica con el árbol de la felicidad, cuyas raíces se hunden en el último cielo, y cuyas ramas se extienden por encima de la Tierra. Y Dante imaginó las esferas celestes como la corona de un árbol, cuyas raíces están vueltas hacia lo alto.
Federico Frezzi, también poeta italiano, describe la planta más bella del paraíso, la planta dichosa que conserva la vida y la renueva, cuya raíz estaba encima, en el cielo, y cuyas ramas estaban dirigidas hacia la Tierra.
La misma tradición en el folklore islandés y finlandés. Los lapones sacrifican cada año un buey en provecho del dios de la vegetación, y en esa ocasión se coloca un árbol cerca del altar, con las raíces hacia arriba y la copa en el suelo.
BUDA JUNTO A SU ARBOL MEDITANDO
ARBOL DE LA VIDA AZTECA
En las tribus australianas wiradyuri y kamilaroi los hechiceros tenían un árbol mágico que plantaban invertido; y después de haber untado sus raíces con sangre humana, lo quemaban. Parecido sucedía en la tribu australiana yuin: el joven que desempeña el papel de un muerto es enterrado, y se coloca sobre él un arbusto; cuando los candidatos a la iniciación se acercan a él, el joven hace temblar el arbusto, tras lo cual se levanta y sale de la tumba.
El árbol cósmico, acompañado de pájaros, caballos o tigres, se encuentra también en la China arcaica, confundido a veces con el árbol de la vida.
Un árbol cósmico-animal mítico lunar aparece en un documento iconográfico maya, representando a un jaguar atado al árbol de la vida.
En los pueblos árticos y en el contorno del Pacífico el árbol cósmico desempeña un papel central, tanto en la mitología como en los ritos. Pero Igdrasil es el árbol cósmico por excelencia. Sus raíces se hunden hasta el corazón de la Tierra, donde se encuentra el reino de los gigantes y el infierno (de nuevo la concepción católica del infierno no es original). Cerca de él se encuentra la fuente milagrosa Mîmir (meditación, recuerdo), donde Odín dejó en prenda un ojo y adonde regresa constantemente, a fin de aumentar y refrescar su sabiduría. Cerca se encuentra también la fuente Urd, junto a la que los dioses sostienen diariamente sus consejos, y dispensan justicia. Con el agua de esa fuente las Nornas riegan el árbol gigante, a fin de volverle a dar juventud y vigor. La cabra Heidrûn, un águila, un ciervo y una ardilla se encuentran en las ramas de Igdrasil, y en sus raíces la víbora Nidhögg, que trata de derribarlo. El águila libra combate todos los días con la víbora. Cuando el universo tiemble en el cataclismo que anuncia el Völuspâ, y que pondrá fin al mundo, a fin de inaugurar un nuevo período, paradisíaco, Igdrasil será sacudido muy fuertemente, pero no abatido.
La personificación del árbol cósmico en un roble es mito protogermánico, en el norte de Europa. Y la fusión del árbol cósmico con el de la vida se encuentra también entre los germanos.
La epifanía -es un acontecimiento religioso- de una divinidad en un árbol es un motivo corriente en el arte plástico paleo-oriental, y en el dominio indo mesopotámico-egipcio-egeo; y es una teofanía de la fecundidad. El cosmos se nos revela como manifestación de fuerzas creadoras divinas. Una Ficus religiosa en Mohenjo-Daro.
Rastros de teofanía vegetal -una teofanía es una manifestación local (como una aparición visible) de una deidad a seres humanos-. se encuentran en muchos textos védicos, y otro ejemplo de teofanía en un árbol es el célebre bajorrelieve de Asur, que representa al dios con la parte superior del cuerpo emergiendo de un árbol; a su lado aguas que desbordan una vasija, símbolo de fertilidad. Un caprídeo, símbolo de la divinidad, se alimenta comiendo las hojas del árbol.
Y en la iconografía egipcia se encuentra el motivo del árbol de la vida, del que brotan los brazos divinos cargados de dones, vertiendo con una vasija el árbol de la vida. Todos los dioses de la vegetación fueron representados en forma de árbol: Atis y el abeto, Osiris y el cedro, etc.
Entre los griegos Artemisa está presente a veces en un árbol. En Boai, Laconia, un mirto era adorado bajo el nombre de Artemisa Sôteira. Cerca de Orcomena, en Arcadia, había en un cedro un xoanon de Artemisa Kedreâtis. A veces las imágenes de Artemisa estaban adornadas con ramas. Dionisos dendrites es epifanía vegetal, y el roble sagrado de Zeus en Dodona, el laurel de Apolo en Delfos, el olivo silvestre de Hércules en Olimpia, el árbol de Citerón, el plátano de Helena en Esparta, etc.
Un ejemplo de teofanía vegetal es también el culto de la diosa india Durga. La presencia de una diosa junto a un símbolo vegetal confirma el sentido que tiene el árbol en la iconografía y mitología arcaicas: el de fuente inagotable de fertilidad. Diosas desnudas junto a una Ficus religiosa, o una planta que sale de la región genital de la diosa.
En toda África y en la India los árboles de látex son símbolos de la maternidad divina, y el motivo diosa-árbol se ha conservado en la iconografía india. En el simbolismo de los Upanishads se encuentra la misma asociación agua-árbol, que es la que se encuentra también en la tradición judaica y cristiana. De nuevo la Biblia no es original, desde el Génesis al Apocalipsis.
Símbolos acuáticos y vegetales aparecen muy frecuentemente en la cosmogonía india, y la vasija llena es un símbolo que volvemos a encontrar en otros dominios, en relación siempre con el árbol o planta de la vida. Árbol sagrado que aparece en la época de Gudea, substituido en el repertorio acadio-sumerio por la planta de la vida, saliendo de una vasija; con la vasija llena sostenida siempre por un dios; y si se omite la vasija el agua corre directamente del cuerpo de la divinidad.
HOROSCOPO CELTA
ARBOL DEL BIEN Y DEL MAL CRISTIANO
En la referencia al árbol del Paraíso, tenemos una muestra de la mitología extra bíblica: Tenemos muchos ejemplos en el Antiguo Oriente: Así en el Mito de Adapa, un mito acadio que refleja el deseo de inmortalidad del hombre. Este mito nos ha llegado incompleto a partir de 4to. fragmento de 4 versiones diferentes, 3 de los cuales fueron localizados en la biblioteca de Asurbanipal en Nínive, y el más extenso y antiguo de los fragmentos se encontró en los archivos del Amarna. En el mito se habla del pan de vida y del agua de vida. En el desarrollo de la historia, tenemos a Adapa, Tammuz y Ningishzida, estos dioses son representados como los custodios de las puertas del cielo, y se matiza que Tammuz y Shamash afirman ser los guardianes del árbol de lapislázuli “Kiskanu” en Eridú. Este mito, además, proporciona el tema de la advertencia de la serpiente a Eva: que Dios los había engañado acerca de las propiedades del fruto prohibido
Al analizar la Mitología sumeria y relacionadas (sumerios acadios y babilonios, así como los asirios), en tablillas con historias de origen sumerio como el Enuma Elish, se pueden encontrar puntos u origen en común, o influencia con la historia bíblica del Génesis. Tenemos el mito sumerio de “Inanna y su descenso a los infiernos”, Inanna volvió a la vida por intermediación de Enki que para la ocasión moldeó dos criaturas Lugarru y Kalatarru a los que posteriormente envió al “mundo de las tinieblas” con “el agua de la vida” y “los frutos de la vida” para rociarla y frotarla con ellos, para revivirla.
Según la mitología Sumeria, la diosa Ki creó con la costilla de Enki una diosa llamada Nin-ti ("mujer de la costilla") un claro paralelismos con la historia de Eva. También Enki creó a los seres humanos y un lugar donde el hombre podía vivir sin miedo a los animales, un lugar sin terror; pero posteriormente Enki descubrió que los humanos tenían un comportamiento inadecuado, y por ello los expulsó de este paraíso. (Paralelismos con la historia del Jardín del Edén). También según Gén. 3, 20, Adán llama a Eva "la madre de todos los vivientes", título de esa misma diosa del amor, Aruru o Ishtar; y ella le otorga la sabiduría, lo mismo que la sacerdotisa de Aruru a Enkidu.
En la Epopeya de Gilgamesh Tablilla XI, 265-270, texto asirio, se trata de la planta de la vida. Y también en El árbol de Eridu, un sortilegio acadio de tipo medico, se encuentra una referencia a los árboles de vida. En la Epopeya de Gilgamesh, la versión más antigua (ca. 2,000 a.C.), se describe cómo Aruru, la diosa del amor sumeria, creó con arcilla a Enkidu. Una sacerdotisa cubrió su desnudez utilizando parte de su vestido. Su hermano Gilgamesh fue en busca de la "hierba de la inmortalidad". Entró en un túnel tenebroso y salió a un paraíso de árboles de los que colgaban joyas y el que pertenecía a la diosa de la sabiduría. Gilgamesh encontró la hierba, pero una serpiente se la robó.
Otra fuente posible de la Caída del Hombre según el Génesis es un antiguo mito persa. Meshia y Meshiana viven al principio solamente de frutos, pero luego el demonio Ahriman los induce a negar a Dios. Pierden su pureza, derriban árboles, matan animales y cometen otras maldades... muy parecido al texto bíblico.
También hay una relación lejana con el mundo griego: según un mito Cretense citado por Apolodoro e Higinio, y un mito Lidio rescatado por Plinio, las serpientes poseían una hierba de la inmortalidad y la visión del Génesis, en la que el trabajo agrícola es representado como una maldición recaída sobre el hombre por la curiosidad de Eva y la desobediencia, expresa el secular punto de vista mediterráneo que considera el trabajo físico como una penalidad muy dura. Hesíodo fue el primer escritor que consideró a la agricultura como un mal impuesto a la humanidad por los dioses.
¿Cuántos árboles especiales hay en el Paraíso del Génesis?
Sobre los árboles: el árbol de la vida (ets hajayym). Que aquí hace referencia a la gran palabra: vida. Es más que un instinto de conservación que guiara al hombre; es el deseo inmenso de vida y de plenitud de vida.
El Nuevo Testamento, y en especial Juan, mostraran la Vida con mayúscula. Este el árbol de la vida procede de una tradición paralela a la del árbol del conocimiento del bien y del mal y en este versículo son puestos en relación. Vincular la “vida” a un árbol es tratar de objetivar la fuente.
Si hacemos una relectura lenta del texto bíblico nos encontramos con que se distinguen tres tipos: los llamados "árboles deliciosos a la vista" (estos darían fruto para comer); "el árbol de la ciencia del bien y el mal" (o del conocimiento del bien y del mal) y el "árbol de la vida". El primero tipifica los árboles frutales, el segundo tipifica el conocimiento, discernimiento (para decidir lo que está bien de lo que está mal); y el tercero tipifica la vida eterna (inmortalidad).
Respecto del "Arbol de la sabiduría", algunos sostienen que Adán, al comer el fruto del árbol de la Ciencia, consiguió el don de la profecía. Otros dicen que el Arbol de la Ciencia era un inmenso tallo de trigo, más alto que un cedro; o una cepa, o un cidro, cuyo fruto es utilizado en la celebración de los Tabernáculos; otros sostienen -citando las palabras de Enoc- que era una palmera datilera. Otros asocian el "Arbol de la Ciencia" con el "Hongo de la Sabiduría", venerado por los antiguos chinos, paleo siberianos y mongoles y sobre esto he leído algunas cosas curiosas sobre la relación de los hongos psicotrópicos (que los chamanes usaban en algunas tradiciones para contactar con los espíritus) y el impacto de comer el fruto prohibido
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